"Deberíamos enseñar a la gente a ser consumidores exigentes de noticias médicas". Quien así habla es Gonzalo Casino, periodista científico, profesor en la Universidad Pompeu Fabra, editor y artista visual cuya curiosidad se enfoca hacia las confluencias del arte y la ciencia, el lenguaje y la salud, la neurobiología y la imaginación, la imagen y la palabra. Ayer trató de desmontar mitos sobre cómo interpretar los estudios médicos en el marco de un curso de bioestadística para comunicadores que se celebró en la Universidad de Oviedo. Primera dificultad: "Difícilmente podemos informar bien de algo que entendemos con dificultad", apunta.

Casino aprecia que existe una cierta tendencia "a la exageración" ("hype", en su denominación anglosajona) en las estadísticas de salud. El problema en ese contexto es comunicar de forma "rigurosa" sobre un asunto difícil que hay que transformar en algo "asequible y, a la vez, interesante" para el público general. "Puede existir riesgo de tender a la exageración, deslizando cierta espectacularización de los hechos", aseguró el periodista y comunicador de la Ciencia. "Hasta los mejores medios incurren en la exageración", defendió Casino, quien puso como ejemplo informaciones de la BBC o "Time". Una de las prácticas del curso impulsado por la Asociación Española de Comunicación Científica tenía que ver con algunas informaciones recientes sobre los supuestos perjuicios de la carne roja. "A veces se realiza un excesivo énfasis en los beneficios de la prevención", aseveró el divulgador y profesor de la Pompeu Fabra. "En otros casos existe una distorsión del mensaje y se utiliza un modelo causal cuando hay estudios que únicamente hablan de asociación, que no es lo mismo que causalidad", continuó en sus explicaciones antes de advertir a los alumnos que en ocasiones se aprecia un "excesivo énfasis" en resultados preliminares o muestras pequeñas que no se pueden dar como mensaje acabado.

Según Gonzalo Casino, un ejemplo de "sobrevaloración" en la información médica es la importancia que se ha dado a las mamografías como elemento de prevención del cáncer de mama. "Se ha transmitido el mensaje de que salvan muchas vidas cuando vemos que no es así". En el caso de las mujeres que se realizaban la mamografía, 3 de cada mil acabaron muriendo mientras que las que optaron por no hacérsela únicamente elevaron un 0,5 la estadística, hasta un 3,5 muertes por cada mil féminas.

- ¿Se han sobredimensionado los efectos perniciosos de la contaminación para la salud?

-La contaminación es uno de los factores de riesgo de cáncer según la OMS pero como el alcohol, el tabaco o la carne procesada. Pero a la hora de trasladar el mensaje no se tiene en cuenta que el tabaco es 20 veces más cancerígeno que la carne, 5 veces más que la contaminación ambiental o el doble que el alcohol.

Consciente de que las estadísticas médicas son malinterpretadas a menudo por periodistas, políticos e incluso profesionales de la medicina, Casino realiza también una llamada de atención sobre la labor de los investigadores. "El periodista exagera pero mucho ya viene inducido", sostiene, y esa responsabilidad, asegura, recae en el paso anterior, el científico, al tratar de llegar a más público. "El investigador, a veces, se ve forzado a tener visibilidad y, en esa búsqueda, desliza o cuela exageraciones sobre asuntos que, o son resultados preliminares, o se han realizado con animales de laboratorio y no son concluyentes", avisa.

Si al periodista le corresponde realizar una labor "neutral e independiente" en busca del interés público de la información, al investigador le toca mantener cierta "mesura" en el mensaje, dice Casino. "Unos y otros deben ser cómplices para que la información que trasladen permita que el público sea autosuficiente, que tenga espíritu crítico para interpretar los datos", continúa el divulgador, quien ha escrito desde 1999 y durante once años la columna semanal "Escepticemia", una mirada escéptica sobre la salud y la información. Es autor de más de un millar de artículos sobre medicina y ciencia y otras publicaciones científicas. "Lo más importante es que la información sea ajustada a la realidad y no trasladar esperanzas infundadas", concluye. Todo, para que el público sea "consumidor exigente de noticias médicas".