Carlos Fernando Álvarez sintió la llamada de la Filosofía muy joven, pero en casa- como a otros tantos chavales de su edad- le aconsejaron que realizara una ingeniería. "Aguanté dos semestres, después le dije a mi padre que lo que quería era hacer Filosofía, esa es mi pasión de siempre", explica ya como profesor de esta disciplina en la Universidad de Pamplona (Colombia), en la región Norte Santander. Esta semana regresó a la Universidad de Oviedo, donde realizó una estancia doctoral entre 2005 y 2017. Fue cuando coincidió con el profesor José Antonio Méndez, quien le mostró una nueva forma de entender la Filosofía y el propio doctorado. "No fue el típico tutor que te acompaña en la parte académica, también me enseñó cómo vivir y disfrutar el doctorado", relata: "Las dificultades van llegando solas pero en ese tiempo pude trabajar tranquilamente".
Méndez insta a sus doctorandos a aprovechar el tiempo de verdad: "Hay que vivir esta etapa con intensidad, pero con exigencia. Se trata de prolongar los estudios como disfrute, no digo como gozo porque también implica una parte de esfuerzo pero procuramos que quienes vengan lo hagan en las mejores circunstancias". Y fue en ese contexto de disfrute del estudio en el que el colombiano Carlos Fernando Álvarez decidió realizar una reflexión en torno a la filosofía de la tecnología. "La metodología fue uno de los aportes de José Antonio con el análisis de un caso. Y con él fui puliendo la idea de la tesis", asegura el nuevo doctor, quien esta semana presentó los resultados del trabajo dirigido por Méndez que lleva por título "Acerca de lo vivo y lo trágico en los sistemas autónomos de armas mortíferas. Dimensiones filosóficas". "Siempre me preocupó la naturaleza relacional de los seres humanos y su capacidad para adaptarse a un lugar y construir un mundo. Con el desarrollo de la tecnología actual quise analizar si las máquinas adquirían esa misma capacidad", subraya Álvarez. A su juicio, "no hay por qué tener temor por el desarrollo tecnológico ni caer en el error de si la máquina superará al ser humano, las máquinas siempre serán máquinas". Eso sí, al ser humano le corresponde "coevolucionar a la par que las máquinas, pero como ser humano".
La tradición del departamento de Filosofía de la Universidad de Oviedo de formular la tecnología como una manifestación más de la realidad cotidiana y sus implicaciones les permitió avanzar en el análisis planteado por Carlos Fernando Álvarez. El estudio sobre lo vivo y lo trágico en los sistemas autónomos de armas mortíferas llevó al nuevo doctor a explorar el uso de drones como armamento, principalmente, en la zona de Oriente Medio. En su país, no obstante, son poco utilizadas pues el fenómeno de las guerrillas se impone sobre otros modelos armamentísticos. Lo que singulariza a la región de Norte Santander, en Colombia, según Álvarez, son los fenómenos migratorios. Los ciudadanos que salieron del país en los años ochenta están regresando ahora. "Y la tecnología que se está aplicando implica una economía de tipo flotante. Colombia no entró en crisis por ese tipo de economía de informalidad aunque tampoco le ha llevado al desarrollo", sostiene el nuevo doctor. La otra característica de la región de Nuevo Santander son las guerrillas. "Es una zona todavía muy afectada por los grupos de extrema derecha pero no se ha pensado desde la filosofía y hace falta", continúa Álvarez. En la cuestión armamentística que analiza en su tesis, "los drones son poco utilizados, pero teniendo en cuenta la poca regulación que existe sobre su uso y que dentro de poco llegarán y generarán controversia, convendría establecer una normativa clara", plantea.
Méndez agrega que la existencia de armas con capacidad de respuesta en caso de agresión abre una nueva frontera en la Filosofía. "Se ha superado el principio de la robótica de no atacar al ser humano. Ya se ha planteado en Estados Unidos y será más lo que está por venir. Roza el concepto de autonomía. Si se consigue una máquina que se reprograme a sí misma se está marcando el camino hacia un nuevo tipo de ser", anuncia el docente de la Universidad de Oviedo, quien dice guiarse por el determinismo tecnológico según el cual es la tecnología la que guía la historia. "Lo importante es que ya nos encontramos en ese escenario. La tecnología es una casa de diez puertas y no hay organismo ni voluntad de regularlo. Retroceder a un escenario donde todo está controlado no me interesa", asegura Méndez. Algunos ejemplos de esa nueva realidad, fruto de la coexistencia del hombre con las máquinas -planteadas éstas como representación de la tecnología- se encuentran en el ámbito reproductivo, donde la píldora anticonceptiva ha roto con la tendencia de familias numerosísimas del siglo pasado o el hecho de que comience a considerarse la muerte como enfermedad. "Nos encontramos ante una era absolutamente prometedora", sostiene. La Filosofía contemporánea es, a juicio de este docente universitario, "un campo maravilloso porque no desdeña nada de la realidad cotidiana".
Según su discípulo, la Filosofía implica además una lectura rigurosa del contexto. No es una simple observación de la realidad sino que permite captar la complejidad de la vida en su dinamismo. Su tema de investigación, de enorme actualidad por el enfoque filosófico que plantea, además de necesario, se hace muy sugerente para el grupo de la Universidad de Oviedo. "La tecnología es una característica de la realidad, no adjetiva sino sustantiva, todo circula a través suyo", concluye Méndez.
