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Los privilegios de etarras arrepentidos causan malestar a reclusos en Asturias

Internos con delitos de sangre o sexuales, considerados "presos de confianza" en departamentos de la cárcel asturiana como el de ingresos

Olga Sanz Martín.

Hace una década, dos de los primeros etarras arrepentidos, Valentín Lasarte (asesino del diputado vasco del PP Gregorio Ordóñez, y del inspector jefe de la Policía Judicial de San Sebastián, el asturiano Enrique Nieto) e Iñaki Recarte, se hicieron cargo del economato del módulo 5 de la prisión de Asturias, un jugoso puesto que les permitía ganar unos 300 euros al mes. Al final, Lasarte tuvo que dejarlo, después de un enfrentamiento con presos, quienes le imputaban prácticas de usura.

La cárcel asturiana sigue siendo uno de los laboratorios de reinserción de etarras. Una de las últimas en dejar la banda, tras redactar un documento en el que pedía perdón y se mostraba arrepentida, fue Olga Sanz Martín. El mismo camino siguió luego su pareja, Javier Moreno Ramajo. Ambos fueron condenados a penas de más de setenta años por formar parte del comando liderado por Iñaki Bilbao, que intentó matar al consejero de Interior vasco, Juan María Atutxa, y al presidente del PP en esa comunidad, Carlos Iturgáiz, a finales de los noventa.

Desde que se arrepintieron, todo han sido beneficios para esta pareja de etarras, que viene disfrutando de permisos frecuentes. De hecho, Olga Sanz está a punto de obtener el tercer grado, lo que le permitiría abandonar la cárcel pura y dura e ingresar en el centro de inserción social, en régimen semicerrado.

No solo eso, tanto Sanz como su pareja trabajan en el economato de sus respectivos módulos, y son reclusos de apoyo en un programa de terapia con perros -el mismo que siguió en su día el exminero José Emilio Suárez Trashorras, condenado por los atentados del 11-M, en la cárcel cántabra de El Dueso-, lo que les permite "tener la ventaja sobre otras parejas de poder verse a diario todas las tardes", según aseguraron a LA NUEVA ESPAÑA reclusos de la prisión asturiana.

Una personas que cumple condena allí asegura que los presos comunes que son pareja o matrimonio "se ven por locutorio una vez por semana", y disponen de dos o tres vis a vis al mes, "eso si no salen de permiso, ya que en ese caso solo disponen de uno solo". "En cambio, esta pareja de etarras tienen cuatro vis a vis al mes y salen de permiso los dos juntos", se queja la misma reclusa, ingresada por un delito de tráfico de drogas.

En teoría, en la prisión asturiana solo quedan tres miembros de la organización terrorista: Sebas Etxaniz, Urko Labeaga y José Ramón López de Abetxuko. Pero hay varios arrepentidos. Esta situación de "privilegio" está generando bastante malestar entre alguno reclusos. Pero no son solo los etarras arrepentidos los que disfrutan de un trato más suave. También hay internos con delitos de sangre o sexuales a sus espaldas -"lo más detestable en la prisión"- que están considerados como "presos de confianza" y "disfrutan de los mejores puestos". Esto ocurre en departamentos de la prisión como el módulo de ingresos o el "departamento de vis a vis, donde hay un pederasta". "Ahí vienen niños y familiares, gozan de libertad para moverse por el centro como si fueran funcionarios, y tenemos que aguantar que los violadores sean los encargados de repartir los paquetes de ropa que mete la familia a los internos y que se acerquen a las mujeres con total impunidad sin estar o haber estado a tratamiento alguno", añaden.

Módulos de respeto

Por otro lado, los llamados módulos de respeto, que se han visto favorecidos en la prisión en detrimento del modelo de las unidades terapéuticas y educativas parecen haber caído en el olvido. "Hoy por hoy solo queda el nombre, las mujeres están olvidadas y abandonadas totalmente, no hay material para hacer actividades ni para arreglar un poco el módulo, que no se toca desde que se inauguró, de forma que las celdas están descascarilladas y nos ponen muchas veces comida en malas condiciones", señalan reclusos.

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