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Robledales De Las Rebolladas, Los Argonales Y Porciles

Degaña, el bosque escondido

Los robledales que cubren la ladera de umbría del valle forman una extensa mancha, bien conservada gracias al prolongado aislamiento del concejo

Monte de Porciles y las Rebolladas. J. M. FERNÁNDEZ DÍAZ-FORMENTÍ

La naturaleza de Degaña es uno de los tesoros desconocidos de Asturias, eclipsado por el vecino concejo de Cangas del Narcea, que contiene la mayor parte de la Reserva Natural Integral de Muniellos -la selva caducifolia mejor conservada de Europa occidental- y que constituye el núcleo territorial y logístico del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Sin embargo, el valle glaciar de Degaña, dispuesto de Este a Oeste al sur de la sierra homónima, atesora bosques extensos y bien conservados en virtud de su prolongado aislamiento y de su situación excéntrica dentro de la región. La ladera de umbría, en la divisoria con León, aparece cubierta casi en su totalidad por robledales, como los que tapizan los montes de las Rebolladas, los Argonales y Porciles, accesibles desde la capital. Solo ensombrece la belleza del paisaje la huella del fuego, el rastro de desolación de los incendios forestales que con demasiada frecuencia azotan esta comarca.

El robledal que foresta el valle de Degaña está compuesto por rebollo o melojo (Quercus pyrenaica) y por carbayu (Quercus robur), este último representado principalmente en la cabecera del río Ibias, en Cerredo. El haya tiene una presencia restringida debido a las condiciones microclimáticas de la zona, no obstante más extremas, más termófilas, en el municipio de Ibias, aislado de la influencia oceánica y con cierta aridez estival; los montes degañeses reciben los flujos húmedos del Oeste y registran menos oscilaciones térmicas y más precipitaciones que la parte baja de la cuenca, razón por la cual en Degaña predomina el bosque y en Ibias hay más matorral. Tanto las carbayedas como los rebollares o melojares ascienden hasta unos 1.500 metros de altitud en las umbrías, con mezcla variable de castaño (en las zonas más bajas, hasta unos 900 metros) y abedul celtibérico (en las cotas superiores), y participación de acebos, avellanos y salgueras en el cortejo forestal.

La fauna de estos robledales cuenta con elementos tan representativos de los bosques cantábricos como el oso pardo y el urogallo común, si bien el censo de este último dista mucho de los 25 machos detectados en los cantaderos de Degaña en 1975 y de los 11 registrados aún en 1994. Menos populares, pero igualmente característicos de los ambientes forestales de montaña, aparecen aquí el abejero europeo, una rapaz migratoria especializada en la captura de himenópteros, y el picamaderos negro, el gran carpintero europeo, no obstante más afín a los hayedos.

La fauna de mamíferos suma al plantígrado la nómina completa de carnívoros forestales y de montaña, desde la diminuta comadreja hasta el lobo ibérico (también hay referencias antiguas de lince, designado localmente como lobo cerval), mientras que los grandes herbívoros cuentan con el jabalí, el corzo y el ciervo, este último reintroducido -aquí y en el conjunto de Asturias- tras su exterminio a manos del hombre en la primera década del siglo XX, cuando consta la captura en Degaña de los últimos "venados caballares", así llamados por la corpulencia que alcanzaban los ejemplares de esta subpoblación, la última en desaparecer.

Mención aparte merecen las especies mediterráneas que, como la lagartija de Bocage, penetran desde el Sur por esta esquina de la comunidad aprovechando las peculiaridades microclimáticas del valle del río Ibias, que les favorecen.

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