El radar se puede colgar casi de cualquier cosa: un guardarraíl, un trípode, incluso de la puerta de un coche patrulla de la Guardia Civil de Tráfico o en una de las nuevas motocicletas que recorrerán las carreteras en busca de infractores. Además, son inalámbricos y están controlados por Wi-Fi. La DGT dispone de 60 de estos nuevos cinemómetros que apenas son visibles, al medir unos cincuenta centímetros. La mitad estarán operativos para la Semana Santa y alguno podría instalarse en las carreteras asturianas. El modelo ya se exhibió en el Hotel Reconquista hace unos días durante la entrega de condecoraciones de la Policía Local, un cuerpo para el que este radar viene que ni pintado.

La característica que más llama la atención de este radar es que puede acoplarse a cualquier soporte y que puede interceptar excesos de velocidad en ambos carriles y a una distancia de hasta 40 metros. No hace falta ni que el agente ni que el coche patrulla estén colocados al lado de estos nuevos radares, sino que pueden alejarse varias decenas de metros. Su tamaño permite que sean transportados a cualquier tramo de carretera, también en las motocicletas, lo que elimina cualquier pista sobre su presencia para los conductores. Están especialmente pensados para los tramos de alta siniestralidad en los que Tráfico puede realizar controles en cualquier momento. En Asturias, esos tramos suman 780 kilómetros distribuidos sobre todos en las carreteras nacionales de Galicia y Santander, por la costa y el interior, o el corredor del Narcea (AS-15) o la carretera Pravia-Salas (AS-16). Tráfico incrementará especialmente los controles esta Semana Santa.

La tecnología láser les hace indetectables por los sistemas de detección de radar que utilizan algunos automovilistas. En las últimas semanas, estos dispositivos estaban pendientes de pasar el control metrológico y que los agentes que vayan a utilizarlos hagan el correspondiente curso de formación sobre su manejo, con el objetivo de empezar el control en aquellos tramos de mayor accidentalidad.

Los nuevos radares Velolaser (fabricados por la compañía española Invia Sistemas) podrán captar velocidades de hasta 250 kilómetros por hora, a una distancia de 15 a 40 metros, un margen más amplio que los actuales que están funcionando. No solo son capaces de interceptar los excesos de velocidad en un carril, sino que funcionan en dos carriles en ambos sentidos de circulación y en un rango de temperaturas de entre 0 y 50 grados.

Al ser inalámbricos, se controlan desde cualquier dispositivo con conexión Wi-Fi (con una efectividad de 50 metros) o 3G/4G, y tendrán una mayor efectividad en zonas urbanas, como la zona 30, zonas de colegio y similares, aunque desde el fabricante también apuntan a su alta efectividad en zonas interurbanas.

Estos dispositivos distinguen entre vehículos pesados y ligeros, lo que permite diferenciar la velocidad máxima a la que se puede circular por ese tramo objeto de control, ya se trate de un turismo, un autobús o un camión. Permiten múltiples ubicaciones, posibilitando que los agentes que prestan servicio en moto realicen controles en diferentes emplazamientos, así como que se incremente la vigilancia en aquellos tramos de elevada accidentalidad y excesos de velocidad.