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Gabino de Lorenzo, genio y figura: la imagen más allá de la política

El exalcalde de Oviedo ideó un modelo de ciudad limpia y peatonalizada que luego fue copiado por toda España - Populista en su primera etapa, logró superar el multitudinario rechazo vecinal del 95 a la subida del IBI

Después de ingeniero en Ensidesa y antes de Delegado del Gobierno, Gabino de Lorenzo Ferrera fue durante 21 años Alcalde de Oviedo. El "gabinismo", una forma de gobernar personalista, populista y a ratos arriesgada, llegó a identificarse tanto con la ciudad que, a día de hoy, Oviedo sigue marcada por sus mandatos. Para bien y para mal. Unos ven en De Lorenzo el hombre que inventó Oviedo, que construyó la ciudad que hoy conocemos, la de las escobas de oro y las farolas isabelinas, el "cuento de hadas" que alabó Woody Allen antes de convertirse en una estatua de Milicias Nacionales. Otros le culpan de haberla dejado empufada y vendida a las empresas, de haber privatizado hasta el aire y dejado en los huesos la plantilla municipal y de estar detrás de todos los males que ahora estallan en forma de ruinosas sentencias para las arcas públicas: de la expropiación de "Villa Magdalena" al rescate del Calatrava.

Él mismo, en sus últimos años de regidor (entre 1991 y enero de 2012), utilizó muchas veces ese lema: "Oviedo está hecho". Y se presentaba a sí mismo como el gran hacedor que dotó a la ciudad de todas las infraestructuras necesarias para funcionar durante muchos años.

Efectivamente, Gabino de Lorenzo y sus famosos "planes de choque" sembraron la ciudad de centros sociales y centros de estudio, entonces casi inexistentes en el resto de España. También llenó las calles de fuentes como "La Gabinona" de la Plaza de América ("esa diómela el pueblu"), estatuas de toda condición, desde la Gorda de Botero a la estatua de su amigo Arturo Fernández en Priañes, y mucha fundición isabelina en el mobiliario urbano: farolas, jardineras y placas con el nombre de la calle. Más allá de lo decorativo, De Lorenzo quitó el cinturón de hierro de la ciudad con la operación "Cinturón Verde", que dejó sendas verdes en las afueras y aparcamientos subterráneos en el centro. Su idea de montar una empresa municipal, Gesuosa, acabó con el gerente en el banquillo. Gesuosa cerró, Luis Gómez fue absuelto y dicen que hoy es de los pocos amigos íntimos con los que de verdad cuenta. Cuando nadie pensaba en esas cosas, De Lorenzo también se empeñó en que los vecinos bajaran la basura y multiplicó el servicio de limpieza hasta conseguir el título de la ciudad más limpia de España. También sacó el coche del centro y sus peatonalizaciones fueron modelo nacional.

En sus maneras, mezcló el populismo de pinchos y gaitas con los vecinos y tomó buena nota del rechazo en la calle a su subida del IBI, el "catastrazo" de 1995. Dentro del Ayuntamiento, pactó con altos funcionarios y trató a la mayoría de los concejales como títeres sin cabeza, caracoles que tenía en el cubo y que "ximielgaba" de vez en cuando si alguno pretendía asomar la cabeza, como él mismo describía.

Entre sus fracasos más sonados, ante los que el actual equipo de gobierno sigue pidiendo responsabilidades, se cuenta la millonaria expropiación de "Villa Magdalena" o la operación de Los Palacios, con un Calatrava que pasó de no costar nada a los 20 millones que han fijado ahora los tribunales. También se equivocó con el Real Oviedo, cuando quiso liquidarlo y crear el Oviedo ACF a partir del Astur. Aunque la izquierda siempre le ha intentado sentar en el banquillo por presunta corrupción, De Lorenzo, que ostenta el récord de mayoría absoluta, con 18 concejales, las ha librado una y otra vez, no habiendo sido nunca condenado ni siquiera investigado.

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