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RAFAEL ARENAS | Catedrático de Derecho en Barcelona, expresidente de Societat Civil Catalana

"Lo que teníamos antes en Cataluña ya no lo tendremos; lo mejor es asumirlo"

"Sin diálogo no habrá bases para una amnistía, pero es que los nacionalistas no tienen ninguna voluntad de dialogar"

Rafael Arenas Irma Collín

El castrillonense Rafael Arenas García (Vegarrozadas, 1967) volvió ayer a su alma máter en la Universidad de Oviedo para ofrecer un conferencia con motivo de la festividad de San Raimundo de Peñafort. Treinta y tres años atrás, el recordado Gerardo Turiel le dio su primera clase. A los estudiantes que ayer recibían su diploma tras acabar sus estudios, este catedrático de Derecho Internacional Privado de la Autónoma de Barcelona les dedicó una lección magistral en la que puso el acento sobre la creciente tendencia de los jueces a crear Derecho, supliendo al legislador. Arenas fue presidente de Societat Civil Catalana, empeñada en mantener viva la llama del constitucionalismo. Para Arenas, volver a la situación anterior a la crisis es imposible, y "hay que asumirlo". La salida será larga. Hablar ahora de amnistía es adelantarse. Primero debe haber un diálogo, que los nacionalistas rechazan, y ser fructífero.

- Dice que, cuando falla el consenso, la ley es lo único que garantiza la convivencia.

-Eso lo tengo claro. En las sociedades hay consensos que permiten que estemos de acuerdo en muchas cosas y ahí no hace falta que actúe el Derecho. Cuando los consensos desaparecen, lo que mantiene la convivencia son esas reglas que están fijadas por el Derecho. Por eso en las sociedades con menos consenso es más necesario respetar al máximo la ley.

- Los independentistas quieren suavizar ahora el Derecho.

-Para mí es el error más importante de todo el proceso que han llevado adelante, pensar que el Derecho era prescindible. Tienen que darse cuenta de que decir eso tiene consecuencias para las personas que no están de acuerdo con ellos, porque esas personas se sienten amparadas por el Derecho. Cuando un no nacionalista oye a un nacionalista "Vamos a hacer esto y además al margen de la ley", se siente amenazado personalmente. Por eso, lo primero que debe hacerse es restablecer el respeto absoluto a la ley.

- Fue presidente de Societat Civil Catalana, una entidad tachada de extrema derecha.

-Es el protocolo habitual en el nacionalismo. Cuando alguien se opone al nacionalismo, inmediatamente se le intenta colocar en la extrema derecha, algo absurdo. Cuando era presidente, sacamos un comunicado en el que condenábamos las actitudes de los energúmenos fascistas que utilizaban símbolos franquistas. Al nacionalismo le interesa seguir insistiendo en eso, aunque no tenga ninguna base, para no entrar en el debate. En el momento que admitiera que debe entrar en el debate, tendría un problema: tendríamos que hablar de argumentos, de razones.

- ¿Han ganado la pelea por el relato?

-La habían ganado. Habían conseguido dominar el relato, en muchos aspectos, y había cosas radicalmente falsas que se daban por sentadas. Pero eso está empezando a cambiar, en parte porque hay una movilización que no existía antes. En octubre hubo dos grandes manifestaciones en Barcelona con banderas que no eran nacionalistas. Por tanto esa idea de "toda Cataluña quiere", se ha caído. Y al mismo tiempo los excesos de septiembre y octubre les han perjudicado bastante tanto a nivel interno como internacional. Por tanto, ya no dominan tanto el relato.

- ¿Se han quitado la careta estos últimos días?

-En realidad, el movimiento nunca fue pacífico. Siempre hubo una presión institucional, desde hace muchos años. Administraciones colocan en el Ayuntamiento una estelada, o en las plazas de los pueblos. Eso también es una coacción a los nos nacionalistas. Lo que pasa es que no se percibía como inadmisible. Eso es lo que ha cambiado. Cuando yo era presidente de Societat Civil Catalana, colocamos carpas en la Universidad Autónoma que fueron arrasadas, hubo actos que se boicotearon, personas encapuchadas con palos amedrentándonos. Y no estoy hablando del otro día, sino de 2016. Ahora es todavía más claro porque hay una frustración enorme y empieza a haber grietas en el nacionalismo entre quienes quieren ir más adelante, como los Comités de Defensa de la República (CDR), y quienes empiezan a darse cuenta de que han ido más lejos de lo que deberían.

- Hoy (por ayer) el Parlament ha aprobado una resolución en la que defiende la investidura de Puigdemont.

-Es otra instrumentalización de lo que deberían ser instituciones de todos. Los símbolos son importantes. El presidente del Parlament, Roger Torrent, preside las sesiones con un lazo amarillo, que es un símbolo partidista. Eso es inadmisible. Han monopolizado las instituciones autonómicas de tal forma que eso ha hecho que muchas personas desconecten emocionalmente de ellas. De ahí lo de Tabarnia. Eso es muy grave, porque la sociedad va a una fractura en la que las instituciones no son punto de encuentro, sino un campo de rapiña. Es peligroso.

- Ahora el mantra es que no hubo violencia, para soslayar la acusación de rebelión. Y lo compran políticos como Iceta.

-Tenemos no sé cuántos actos de violencia, lo relata el auto de procesamiento del juez Llarena. Pero ahí están las imágenes, los vídeos. Se ve a los policías saliendo de un pueblo con una multitud que les rodea y que está tirándoles piedras. Eso es violencia. Aparte, tenemos lo que pasó el 20 de septiembre cuando una multitud bloqueó a una comisión judicial en un edificio. Eso es violencia. En el momento en que se actúa para impedir el cumplimiento de resoluciones judiciales, que fue lo que pasó el 1 de octubre, con tractores como barricadas y personas que se colocan, no para votar, sino para impedir que la Policía pase. Eso tiene que tener algún tipo de sanción. Evidentemente hubo violencia, porque hay heridos, y no sólo por la acción policial, porque hay también agentes lesionados.

- Ahora se empieza a hablar de amnistía.

-O sea, hemos pasado del indulto a la amnistía. Yo lo veo lejos. Sería hacer borrón y cuenta nueva. Las amnistías se aplican cuando ha habido una crisis, se ponen las bases para un diálogo y éste ha fructificado. Ese diálogo ni siquiera se ha iniciado, pero es que además se rechaza. Yo hablo de diálogo entre catalanes nacionalistas y no nacionalistas. Pero no hay ninguna voluntad de dialogar por parte de los nacionalistas. El diálogo entre los catalanes, ni siquiera se ha iniciado. Ahora están hablando de un Gobierno en el que excluye a Ciudadanos, que es el que ganó las elecciones. Mientras no haya ese diálogo entre catalanes, no habrá las bases para una amnistía.

- Pero es que además quieren echarles a los no nacionalistas.

-El otro día lo decía la alcaldesa de Gerona: "No olvidaremos, ni olvido ni perdón y os echaremos". A mí me gustaría empezar a dialogar, pero tienen que querer las dos partes.

- ¿Ve una salida rápida?

-No. Una salida en el sentido de volver a lo que era antes, eso no se dará nunca. Lo que teníamos antes ya no lo tendremos. Lo mejor es asumirlo desde el principio. ¿Retomar una convivencia sobre unas bases diferentes? Yo creo que sí, pero tardará mucho tiempo.

- ¿Es posible armonizar el derecho en Europa? ¿Que un delito como el de rebelión tenga el mismo tratamiento en todo los países?

-En Europa siempre habrá diferencias. Como ocurre en Estados Unidos, unos estados tienen pena de muerte y otros no. No es malo que existan esas diferencias. Otra cosa es que haya unos mecanismos de cooperación entre las autoridades de los distintos países. Que en este caso concreto de Cataluña haya dificultades para la cooperación, como probablemente vaya a haber, no debe descorazonarnos, porque estamos hablando de cooperación en un tema muy sensible, como son los delitos en un marco político, que no es que no sean delitos, pero tienen una connotación especial en cada uno de los países. Por mucho que avancemos en la Unión Europea, nunca conseguiremos que el derecho sea el mismo desde Gibraltar al Cabo Norte.

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