Los agentes del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (GREIM) de Cangas de Onís y Mieres han sido distinguidos como "Asturianos del mes" de febrero por dos relevantes servicios realizados durante las grandes nevadas de hace ocho semanas: el rescate de un joven ganadero atrapado en una cabaña de Quirós, en las proximidades de Peña Rueda, y la entrega de medicinas a una mujer con problemas cardiovasculares y aislada en el pueblo de Viboli (Ponga). Son dos servicios que tocaron el corazón de los asturianos y que ejemplifican la labor de estos guardianes de la montaña, que actúan allí donde no llega nadie.

Fueron dos operativos que salvaron vidas y que se realizaron con gran riesgo para los agentes. En aquellos primeros días de febrero se produjeron unas nevadas como no se recordaban en Asturias. Emocionó a los asturianos el servicio realizado por los agentes Pablo Villabrille (teniente jefe de la sección con base en Cangas de Onís) y Alberto Alonso, quienes subieron con esquís al pueblo de Viboli, aislado por las copiosas nevadas, con el fin de llevar medicinas a Balbina Tomás, con una enfermedad cardiovascular. La alcaldesa de Ponga avisó a los agentes, que fueron a la farmacia, dejaron el coche en la carretera del Pontón y subieron a Viboli en medio de unas duras condiciones y con un gran riesgo de desprendimientos de nieve y argayos. La subida fueron cuatro horas, pero al final eran recibidos con aplausos y un café en el pueblo aislado, donde en invierno sólo residen cuatro personas.

Otra acción arriesgada fue el rescate de un joven ganadero que había subido a una cabaña de Quirós pensando que la situación mejoraría en poco tiempo. Pero lo cierto es que agotó la comida y la leña de las que disponía y además se cortó la comunicación entre él y sus familiares, que pidieron ayuda. Como indicaba a LA NUEVA ESPAÑA hace unos días el sargento Pedro Fernández, responsable del GREIM de Mieres, el helicóptero de la Benemérita aprovechó una pequeña ventana de cielo despejado para entrar "muy justo" en la zona. Tras localizar la cabaña, tomaron tierra a un kilómetro. Dos agentes esquiaron hasta la cabaña y prepararon con palas una pequeña zona de aterrizaje a la que pudo llegar el helicóptero para sacarlos.