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Notaria con solo 26 años

La naviega Marina Navarro ha logrado aprobar la durísima oposición con menos de tres años de preparación | "Recitaba los temas en sueños"

Marina Navarro Martínez, ayer, en Oviedo. LUISMA MURIAS

-Quiero ser notaria.

Esta frase no sería demasiado llamativa si no hubiera sido pronunciada por una niña de ocho años. Hoy, aquella niña, casi sin dejar de serlo, ya es notaria. Tiene 26 años y lo ha conseguido con menos de tres años de preparación, cuando el promedio de "sufrimiento" de los notarios es de siete años. Marina Navarro Martínez, nacida en Navia, está a la espera de elegir destino. "Tengo ganas de empezar a ejercer", subraya esta joven, que el próximo 20 de mayo cumplirá 27 años.

¿Por qué aquella elección tan precoz? "Porque tengo una prima que es notaria. Hasta ese momento, yo no había sentido vocación por nada", afirma, con una sonrisa serena, fruto del deber cumplido. Desde aquella declaración de intenciones, que bien podía parecer una insensata fantasía, se mantuvo firme en su decisión a pesar de que "mi familia intentó quitármelo de la cabeza". "Decían que era un objetivo muy difícil, que tienes que estudiar muchísimo y son pocos los que aprueban... Pero yo siempre fui cabezona y, nada, para adelante".

En efecto, los que aprueban son pocos. Había 900 candidatos para 85 plazas. Y allí apareció una jovencísima naviega que, en el momento del primer examen -junio de 2017-, llevaba dos años y ocho meses preparándose. Había puesto su futuro en manos de Juan Álvarez Valdés, notario en Avilés. "Lo bueno es que desarrollé con él una relación no sólo profesional, sino de amistad. Eso ayuda mucho. Él supo actuar no sólo como preparador, sino también como soporte emocional", destaca la joven notaria.

Marina Navarro estudió en el instituto Galileo Galilei, de Navia. Cursó Derecho en Oviedo, entre 2009 y 2014. Sacó un buen puñado de matrículas de honor, pero "no fui la número uno de mi promoción", reconoce. Terminó en junio, dedicó aquel verano a descansar, y en octubre se puso a estudiar para hacer realidad aquel sueño infantil. "El primer día lo coges con muchísimo miedo, no sabes a lo que estás enfrentándote", evoca.

En casa tenía el apoyo total de sus padres y de su hermano, que estudia Ingeniería en Gijón. Su padre ejerce como médico de familia en Navia, y su madre, también médico, en el Instituto de Riesgos Laborales. "Yo sabía que un plazo bueno eran cinco años", señala en referencia a sus previsiones iniciales.

En agosto de 2016 se convocaron las oposiciones, y los exámenes comenzaron en febrero de 2017. El sorteo quiso que Marina Navarro se examinara de las últimas, en junio. "Mi preparador tenía bastantes esperanzas puestas en mí. En teoría, me faltaba un año más de preparación, pero me animó a intentarlo. Era un reto. Yo, la verdad, me confié a Dios, porque soy creyente, y a mi preparador, pero no las tenía todas conmigo".

La primera prueba la superó. El verano fue toledano, de una exigencia intensísima, y el segundo examen también lo aprobó. El sueño imposible parecía tomar cuerpo. La tercera prueba consistía en un dictamen. Apenas los había visto antes. Tuvo que ir a prepararse a Madrid, donde la competitividad era feroz, y se pasó las Navidades en Palma de Mallorca, donde pudo entrenarse con el notario asturiano Luis Bustillo en un ambiente de mayor compañerismo. Lo superó. ¡Ya era notaria! Aún así le faltaba el cuarto examen: una escritura pública.

El proceso concluyó el pasado mes de febrero. Atrás queda una estrategia de preparación que ella misma califica de "espartana". "Soy un poco maníaca, muy escrupulosa con los tiempos. Organicé cada hora y cada minuto. Estudiaba diez horas diarias, pero cuando los exámenes estaban cerca aumentaba hasta 12 o 14, y no me tomaba ni el día semanal de descanso". Ahora, Marina Navarro Martínez rebosa satisfacción y gratitud: a su familia, a sus preparadores, a su prima notaria Montserrat Martínez "por ser clave en mi vocación". El futuro promete ser más relajado: nada que ver con aquellos meses en los que "me repetía los temas en sueños, me los cantaba a mí misma".

El reto profesional está encauzado, y ahora quedan los desafíos personales. "Mientras te preparas a ese ritmo es muy difícil mantener una relación sentimental, pero en los últimos meses la oposición me ha regalado conocer a alguien que ahora es mi novio", comenta. Difícil hallar tanta felicidad por centímetro cuadrado.

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