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Me quedo en el pueblo | Agoveda (Tineo)

La artesanía de vivir

Isabel Fernández se inició en el trabajo del cuero, el mimbre y la talla de cristal hace años, tras asistir a un curso como alumna en Eiros

Isabel Fernández Rodríguez con algunos de sus trabajos, en su casa de Agoveda (Tineo). ANA PAZ PAREDES

La voz de Isabel Fernández es suave y tranquila cuando habla, lo que contrasta con la fortaleza de esta vecina del pueblo de Agoveda (Tineo), adonde se trasladó tras casarse a los 18 años, fiel reflejo de las mujeres luchadoras y poderosas que, sin hacerse notar, hacen todo lo posible por salir adelante en la vida aun en los peores momentos. Mujer creativa, inquieta y con imaginación, para ella nunca fue problema vivir en un pueblo con apenas hoy dieciocho habitantes para hacer realidad algo que, tras conocerlo hace veinte años, la satisfizo: la artesanía.

"Hace unos veinte años unas amigas me invitaron a ir a un curso de trabajo del cuero en el centro social de Eiros, y allí empezó todo. Hasta entonces mi único hobby era la lectura cuando me dejaban libre las tareas de la casa. Poco a poco empecé a hacer cosinas, carteras, agendas, llaveros, y fui ampliando hasta empezar a hacer mis propios patrones. No era nada fácil porque entonces no había internet ni cosas similares. Finalmente ya hice bolsos y trabajos más grandes que acababa vendiendo en ferias y mercados. Ahora voy a pocos, como mucho cuatro al año, y realizo trabajos por encargo", recuerda.

Su inquietud y su motivación la llevaron también a aprender a trabajar el mimbre e incluso a la talla de cristal. "Con el cristal empecé hace unos cinco años. Me parecía superdifícil, pero aprendí, soy autodidacta y disfruto mucho con lo que hago. También trabajo de cara al público cuando voy a algún mercado, a modo de taller al aire libre", matiza.

Para esta artesana el hecho de haber encontrado una actividad que le motiva y complementa su vida en este pueblo de Tineo es muestra de que hace más el que quiere que el que puede. "Yo no cambio este pueblo por lo mejor que me den en cualquier ciudad; la tranquilidad, la paz, el salir de casa y poner un pie en el campo, no hay precio que lo pague".

Presidenta de la Asociación "El Corchal" de la parroquia de San Félix, con treinta asociadas, de las que ella es la más joven, recuerda que "todos los sábados nos reunimos en el centro social para hacer algo entretenido: cuadros con cristales, tejas decoradas, labores de bordar. Estamos esperando a que llegue el sábado para reencontrarnos, hablar, estar en contacto, vernos, tomar un café. Lo que realmente se persigue es que los vecinos sigamos en contacto, aunque sea sólo una vez por semana. Para mí es una gran motivación. Estas actividades son un punto de unión para que los pueblos sigan vivos", argumenta.

En cuanto al regreso de los jóvenes al campo, es clara: "A día de hoy la juventud lo tiene difícil para volver, o bien para quedarse en el campo, por eso se van. Aquí creo que no tienen salida, la vida en el campo es muy dura, todo son pegas, problemas, que si tienes que solicitar para esto, que si tienes que solicitar para lo otro; no sé, yo veo muchos inconvenientes", concluye.

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