El oso pardo lucha por sobrevivir en un mundo cada vez más hostil. Asturias es su principal refugio. La población de oso se sitúa en la península ibérica en torno a los 300 ejemplares, la mayoría de los cuales tiene sus núcleos reproductores y su principal campo de acción en Asturias. La población de la cordillera Cantábrica, que supera los 250 individuos, ha registrado un esperanzador proceso de recuperación en los últimos años.

Un proceso al que ahora se incorpora también la población pirenaica, integrada en la actualidad por más de cuarenta ejemplares: 41 en el sector central, ubicado entre Lérida, Arán y dos valles franceses y dos en el núcleo occidental, situado entre Navarra, Huesca y Francia. No obstante, la especie sigue estando en peligro de extinción, según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y legalmente mantiene esa categoría en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (CNEA).

Existe una importante diferencia entre los osos de las dos cordilleras: los de la Cantábrica son puros, en el sentido de que no ha habido aportación genética alguna del exterior, mientras que en los Pirineos solo queda un ejemplar con carga genética autóctona, aunque solo al cincuenta por ciento: "Canelito", hijo de la última hembra autóctona pirenaica (abatida por un cazador hace algo más de un decenio) y de un macho reintroducido, procedente de Eslovenia. "Canelito" es, por lo tanto, "el único oso vivo en los Pirineos que conserva los genes de la población original", tal y como ha destacado la Fundación Oso Pardo (FOP).

Entre los más de 250 osos de la cordillera Cantábrica, según el último censo, de 2016, había 40 osas con 67 crías en las dos subpoblaciones existentes, lo que supone tres crías más que las cifras récord registradas en 2015 y la consolidación del proceso de recuperación en la Cordillera. Fueron localizadas 34 osas con 57 crías en la subpoblación occidental (centro-occidente asturiano, Alto Sil leonés y Los Ancares) y 6 osas con 10 crías en la oriental (Montaña Palentina, Montaña Oriental Leonesa y bosques colindantes de Cantabria).

La mayoría de los ejemplares de la subpoblación occidental fueron avistados en Asturias, donde, según la FOP, existen tres núcleos reproductores distintos: el más numeroso en los concejos de Cangas del Narcea, Degaña y zonas limítrofes de Ibias, y en los municipios leoneses de Villablino, Palacios del Sil y Páramo del Sil; otro que ocupa básicamente los concejos asturianos de Somiedo y Belmonte; y el tercero, en Proaza y zonas limítrofes.

Tendencia positiva

En cuanto a la subpoblación oriental, 4 osas con sus crías estuvieron en diferentes momentos del año entre Palencia y Cantabria, una se movió entre León y Cantabria y la última se localizó siempre en Palencia, según la FOP, que contribuyó de forma importante al censo, aportando 131 fichas de datos, de las que 39 corresponden al núcleo occidental, con localizaciones de 17 grupos familiares, y 92 al sector oriental, donde ha localizado y realizado un seguimiento de los 6 grupos familiares. Estos datos, según la Fundación, refuerzan la tendencia positiva de la especie, al igualarse el número de osas de 2015, que fue el más alto obtenido desde que se iniciaron los recuentos anuales de hembras con crías, en el año 1989.

En la pequeña subpoblación oriental cantábrica, con el mismo número de osas (6) y una cría más (10) que en 2015, parece consolidarse el inicio de la recuperación. Hay hembras reproductoras en toda la Montaña Palentina y las áreas oseras de Cantabria, hasta los bosques inmediatos a la autovía Cantabria-Meseta (A-7). Sin embargo, la expansión de la especie se detiene en torno a la carretera N-621 (Riaño-San Glorio) y las osas no terminan de extenderse hacia el Occidente, a los bosques de Mampodre y Sajambre (León), o los de Ponga y Redes (Asturias), que, según la FOP, supondrían un hábitat ideal para la especie.

Los últimos estudios genéticos publicados muestran también una creciente comunicación entre las dos subpoblaciones de la cordillera Cantábrica, realizada sobre todo por machos occidentales que llegan al núcleo oriental. Y los datos que recogidos por la FOP en 2017, en un proyecto para poner a punto nuevos métodos de estudio genético, confirman este extremo. Las dos subpoblaciones cantábricas no solo aumentan en número, sino que se está registrando "el final de un aislamiento genético que ha durado quizás cerca de un siglo", señala la FOP, que destaca que esta "recuperación parcial" del oso en la cordillera Cantábrica es "un privilegio del que debemos presumir, no una desgracia para sus habitantes, como algunos grupos de interés quieren vender".

La FOP admite que el crecimiento de la población depara "nuevos retos" que se deben afrontar "sin complejos". Y añade: "aunque no hay evidencias del aumento de daños al ganado, sí es verdad que algunos ejemplares se dejan ver con más frecuencia, y el potencial de conflicto se incrementa al aumentar el número de osos". En ese sentido, según la FOP, urge que las comunidades autónomas cantábricas aprueben un "protocolo para el manejo de osos habituados y conflictivos", pues dotaría a las administraciones de una "herramienta muy útil" a la hora de afrontar los conflictos causados por los osos y para "reducir los temores de los vecinos" de las zonas oseras.

Reducción de conflictos

En cuanto a la población pirenaica, la FOP considera que las cifras también son "halagüeñas", "dan motivos para la esperanza" y demuestran que el "plan de reforzamiento que se inició a mediados de los años noventa está funcionando". Además, la escasez de daños y la reducción de los conflictos en la vertiente española son el "fruto de un trabajo muy serio por parte de técnicos y autoridades", señala la Fundación Oso Pardo, que no obstante reconoce que los "problemas" y el "malestar" no han desaparecido en el lado francés, "donde no se aplican medidas de prevención de ataques a los rebaños de ovino y colmenares".

El problema es importante, pues ese descontento vecinal amenaza con extenderse a España. Por lo tanto, apaciguar el ambiente social en Francia es "un reto aún sin resolver", resalta la FOP. Pero también en el lado español hay "una asignatura pendiente": en los Pirineos occidentales, entre Navarra y Aragón, van envejeciendo los dos únicos machos que habitan esas montañas. Uno de ellos es el ya citado "Canelito". "No les deberíamos dejar morir sin darles la oportunidad de transmitir sus genes", alerta la FOP, que aboga por volver a impulsar la "iniciativa de reforzamiento" con hembras entre Navarra y Aragón, planteada en múltiples ocasiones en los últimos años.

En la actualidad, la ventaja es que "se empiezan a dar las condiciones sociales favorables para llevar a buen puerto estos proyectos", así que "es el momento de aprovechar la oportunidad", concluye la FOP. Además, el ministro galo del Medio Ambiente, Nicolás Hulot, ha señalado recientemente la determinación del gobierno de reintroducir osas en la parte occidental francesa de los Pirineos.