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FRANCISCO GONZÁLEZ ÁLVAREZ-BUYLLA | Químico y empresario

"La gestión musical me mantiene en forma y no aburriéndome frente al televisor"

"Conocí mucho a Herrerita, que decía que sabía yo más de su vida que él mismo; cuando falleció escribí su biografía junto a Lalo Covisa"

Paquirri Buylla, en Oviedo JULIÁN RUS

A Francisco González Álvarez-Buylla le inscribieron en el Juzgado con retraso. "Había en Oviedo uno al que llamaban El Levitu, y mi padre le encargó que me apuntara en el Registro. Dijo que sí, pero al parecer se le olvidó. Supongo que soy Francisco por mi abuelo paterno, que se llamaba así".

La raqueta, escondida. "Cuando comencé a jugar al tenis era un deporte tan raro que yo andaba por la calle con la raqueta escondida. Aprendí tarde, y eso se nota. Yo veo a alguien jugar y más o menos sé cuándo le enseñaron a jugar. Le decía que había sido campeón de Asturias en categoría de mixtos durante varios años, pero lo más importante del tenis es que me hizo pasar muy buenos momentos y tener muy buenos amigos. Qué más se puede pedir. Ahora ya no juego, claro. Tengo una prótesis de cadera y unos cuantos años. No llevo muy bien eso de no hacer ejercicio".

Una cama con sábanas. "Hice las milicias universitarias en el campamento de Montelarreina, en Zamora. Vaya calores de verano... Nos metían en unas tiendas de campaña y en el interior estábamos a más de cuarenta grados. Yo ya tenía novia, nos escribíamos y me entraba una pena enorme. Aquella mili tenía un régimen disciplinario fuerte que, en cierta medida, nos venía muy bien a casi todos. ¿Sabe cuál era el mayor de los placeres? Algún día que tenía de permiso irme a un hotel en Toro y dormir entre sábanas, lejos del jergón y el catre del campamento. Yo me monté un coro con unos leoneses y gracias a eso nos rebajaban horas de instrucción militar. Jugábamos también al fútbol y también ahí, en las milicias, hice amigos".

Una camiseta azul, pero sin escudo. "El fútbol es una de mis pasiones. Jugaba de medio volante, que se llamaba entonces, en el Racing de la Tenderina, y un ojeador, Quique Alas Pumariño, me vio y me fichó para el Oviedo. La primera vez que vestí esa camiseta era en un partido no oficial y me llevé una desilusión tremenda porque, efectivamente, la camiseta era azul oviedista pero no llevaba escudo. Después jugué, entre otros equipos, en el Mosconia de Grado. Salvo Pepín Grossi y Alberto Martínez, que venían también de edad juvenil, todos en la plantilla eran jugadores con mucha experiencia y que, además, algunos cobraban por jugar. Recuerdo a Mon, que había jugado en el Real Oviedo y tenía un disparo tremendo. Un día chutó, el balón salió desviado, dio a un niño que estaba entre el público y le rompió el brazo".

Biógrafo de un fenómeno llamado Herrerita. "Tengo una colección grandísima de fotografías de la historia del Real Oviedo, desde su fundación hasta la década de los cincuenta. Y en casa, todos los ejemplares del periódico deportivo 'Marca' desde 1939 hasta los primeros años de los cincuenta. Recuerdo haber ido a la sede del antiguo NO-DO, que estaba en La Castellana, en Madrid, para conseguir películas históricas sobre el Oviedo. Las daban en rollo, y después las pasé al formato casete. Conocí mucho a Herrerita (Eduardo Herrera, jugador del Sporting y del Oviedo). Cuando era ya mayor solía ir a verle con frecuencia y hablábamos de fútbol y de lo que fuera. Un día me dijo: 'Paquirri, sabes tú más de mí que yo mismo'. Cuando falleció, un hijo me propuso escribir una biografía de su padre, y acabé haciéndola en colaboración con el periodista Lalo Covisa".

Un terremoto sentimental. "Casado, con cinco hijos y con cuarenta y tantos años mi vida dio un giro inmenso. Me enamoré de mi actual esposa, Begoña, que era mucho más joven que yo. La presión fue de tal tamaño que decidimos dejar Oviedo y marcharnos a vivir a Santander. Yo iba y venía, fue una época difícil. Mis hijos eran todavía unos críos y hubo gente en esta ciudad que me negó el saludo y aún sigue negándomelo. Begoña y yo vivimos en Santander unos seis años, hasta que nos decidimos a regresar porque aquello era un trajín poco soportable. Nos casamos y tuvimos dos hijas. La pequeñina es médica en Cataluña. Bueno, tiene ya unos treinta años, pero, ya se sabe, es la última y siempre será la pequeñina. Uno de mis hijos se murió en un accidente, y eso es algo que no se olvida. A lo largo de la vida no te queda otro remedio que despedirte de muchos seres queridos que se van, empezando por tus abuelos y tus padres. Pero la pérdida de un hijo es un dolor que no se puede comparar con ningún otro. Tengo la suerte, y supongo que también la habilidad, de llevarme muy bien con todos mis hijos, y también con mi exmujer. Siempre traté de asumir mis responsabilidades".

Guitarra y orquesta. "Soy presidente de la Fundación Musical 'Ciudad de Oviedo', que es la que gestiona la orquesta Oviedo Filarmonía, que al principio fue la OSCO. Un día, Enrique Fernández, que era secretario del alcalde Gabino de Lorenzo, me dice que me querían para ser directivo de una nueva orquesta en la ciudad. Siempre estuve ahí, ahora como presidente. Pero, claro, juego con ventaja porque tengo a una gerente, María Riera, que es magnífica, con una mano izquierda que soluciona todas las dificultades. La actividad de Oviedo Filarmonía es muy amplia, la temporada de zarzuela, algunas óperas, los conciertos en el Auditorio... Yo siempre estuve muy metido por la música, pero con lo único que me atrevo es con la guitarra. No la toco, me pego con ella, y reconozco que me da una auténtica envidia escuchar a la gente que sí toca de verdad. A mí me enseñó algo el maestro Cortés, un gitano que era muy buena persona y que conmigo hizo lo que pudo".

Cantar zarzuelas. "Un día leí un artículo de Guillermo García-Alcalde en 'Asturias Semanal' hablando de un coro que empezaba, la Capilla Polifónica 'Ciudad de Oviedo'. Se necesitaban voces y me apunté junto a unos cuantos. Nunca tuve un excelente oído, pero cantaba decentemente. Era hacia el año 1970 y el presidente era Arturo Buylla. Pasaron los años y mucho tiempo después tengo el orgullo de haber contribuido a refundar el coro, que es el encargado de cantar las zarzuelas desde hace qué se yo... unos veinte años. Todos los lunes, martes y jueves tenemos ensayos. Y cuando hay función de zarzuela en el horizonte, los ensayos son diarios. De ocho de la tarde a diez de la noche. Presido ahora la Capilla Polifónica, pero no me quejo del trabajo. Esto y lo de la Fundación Musical 'Ciudad de Oviedo' me mantiene distraído y en forma, no aburriéndome frente al televisor. Tengo una empresa de pinturas industriales junto a mis hijos José, Paco y Valentín. Pintamos torres de energía eólica que después van a todas las partes del mundo. Nos va bien, ahora son los bancos los que quieren verme. No siempre en mi vida fue así".

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