El combate a la acrilamida se intensifica a partir de la entrada en vigor, ayer, de un nuevo reglamento comunitario con medidas dirigidas a reducir la presencia de este compuesto contaminante en patatas fritas, pan, cereales para el desayuno, bollos y galletas, café y alimentos infantiles.

La existencia de la acrilamida no es nueva y sus efectos contaminantes tampoco. Los fabricantes llevan años trabajando en su reducción, aunque algunos expertos consideran que la existencia de la normativa sí exigirá cambios en algunas pymes.

La legislación no marca unos límites máximos de acrilamida obligatorios, sino unos "niveles de referencia".