Algo "no huele nada bien, por no decir que apesta". Lo que incomoda al olfato del diputado del PP José Agustín Cuervas-Mons tiene que ver con el supuesto olor a discrecionalidad que percibe el proceso apadrinado desde el Principado para seleccionar al director general del Gestor de Infraestructuras de Telecomunicaciones del Principado (Gitpa), la sociedad pública investigada por supuestas irregularidades en el tendido de la red de fibra óptica en la región, "la empresa de la 'trama del cable'". El parlamentario requirió ayer en la sesión de control al Gobierno las explicaciones del consejero de Empleo, Isaac Pola, que defendió la transparencia y la ecuanimidad de un sistema para el que el Principado contrató por 15.250 euros más IVA a una consultora especializada en recursos humanos a la que no se encargó la tutela de todo el proceso de selección.

Se le encomendaron dos de las tres fases, una primera que verificaba el cumplimiento de los requisitos exigidos a los aspirantes y una segunda en la que se evaluaba su formación y experiencia, en la que se les sometía a una primera entrevista y se les puntuaba sobre un máximo de 80 puntos.

La tercera fase estaba dotada con veinte y añadía un encuentro más, una entrevista con un tribunal que Cuervas-Mons calificó de "político", que formaban el propio Pola y "dos directores generales de su confianza" -Manuel Monterrey y Ana Concejo- y que fue a la postre, según su análisis, el que acabó decantando el proceso a favor del elegido, Luis González. Llegaron hasta ahí cinco aspirantes y son las notas que obtuvieron lo que le huele raro, lo que a su juicio es un indicio del as que la administración se guardaba en la manga para influir en el final del proceso: el tribunal otorgó al candidato mejor valorado por la consultora -46,8 puntos sobre 80- un solo punto de veinte. El segundo en la clasificación de la empresa recibió un 8,1 del Gobierno y el que resultó elegido venía tercero en la valoración de formación y experiencia, pero ganó la carrera tras una remontada para la que rozó el pleno del tribunal con 19,5 puntos sobre veinte.

El vuelco, el tipo de proceso y las diferencias de valoración entre la consultora y el Principado hacen que Cuervas-Mons aprecie la larga mano de la administración, o más bien el dedo, y decida deslizar unas cuantas preguntas para Pola: "¿Para qué ha servido la consultora? ¿Le parece correcto que la entrevista personal con un tribunal político incline la balanza de esta manera? ¿Qué paso en esa entrevista para que el mejor valorado por la consultora obtenga un punto, les faltó al respeto, les insultó?? ¿Y cómo hizo la entrevista el elegido, con violines?"

Sin responder expresamente, el Consejero defendió la transparencia y la idoneidad del proceso con un relato en el que quiso protegerse remarcando que la puntuación superior de la fase que tuteló la consultora sobre la que apadrinó el Principado deja bien claro qué pesaba más. Adujo además que las dos entrevistas del proceso eran netamente diferentes, que la que hizo la empresa "se circunscribía a aspectos técnicos sobre las competencias del puesto" y la del tribunal tenía cuatro temas que los aspirantes conocían de antemano: "El sector de las telecomunicaciones en Asturias, visión estratégica sobre el Gitpa, conocimiento de gestión de proyectos europeos y el sector público asturiano". "El nivel de preparación de esta entrevista por parte de los candidatos es sustancialmente diferente y de ello deriva la distinta puntuación", opone Pola. El consejero niega también, esta vez con las fechas, la otra parte de la sospecha del diputado popular interpelante, que había añadido a su diatriba la posibilidad de que la consultora elegida hubiese comenzado a seleccionar perfiles de candidatos un mes antes de ser elegida adjudicataria del servicio.