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El consejo a las familias con un hijo incorregible: "Pedir ayuda cuanto antes"

Un total de 53 menores, bajo tutela regional en 2017 al no poder con ellos sus padres

El consejo a las familias con un hijo incorregible: "Pedir ayuda cuanto antes"

Una niña de 13 años comienza a salir con un chico o una pandilla poco recomendable. Llega cada vez más tarde a casa, a veces ebria. Termina incluso durmiendo fuera sin permiso. A veces falta dinero en casa. La madre intenta reconducirla, pero la menor se pone violenta, cada vez más. Rompe cosas, incluso agrede a su madre. Ésta recurre a los servicios sociales. Quiere que se hagan cargo de la menor porque ya no puede con ella. La chica termina en un centro de acogida. En ocasiones las aguas vuelven a su cauce. En otras, es imposible.

Es un fenómeno al alza, el de padres que no pueden con sus hijos, la tercera causa de desprotección infantil en Asturias. La memoria del Instituto Asturiano de la Infancia da cuenta de que en 2017 un total de 53 menores terminaron tutelados porque sus padres no podían más. En 2016 fueron 46 casos, 28 dos años antes.

No solo afecta a familias desestructuradas. Jorge Fernández del Valle, catedrático de Intervención Social de la Universidad de Oviedo, indica que "también se da en familias muy vinculadas, con padres preocupados por sus hijos". Es un campo, dice, poco estudiado. El detonante suele ser la entrada en la adolescencia, cuando "los menores modelan su comportamiento a través de sus pares, esto es, los amigos, las redes sociales o las modas", añade.

No obstante, ese conflicto que estalla a los 13 o 14 años se ve venir. El psicólogo experto en atención a niños y adolescentes Jonathan Molina indica los orígenes: "Lo raro es que se produzca de manera súbita. Lo normal es que vengan de un ambiente familiar complicado, que sufran un trastorno por déficit de atención con hiperactividad o un trastorno negativista desafiante (TND), que es cuando un niño, sin llegar a la agresividad, muestra un patrón de oposición a la autoridad y desobediencia, con 6, 7 u 8 años. El menor que a esa edad se niega a hacer los deberes puede llegar a ser el adolescente que con 13 o 14 rompe una puerta de una patada o se encara a sus padres", indica. Es con esa edad cuando la evolución física permite esa rebeldía, moverse lejos de la familia.

Molina añade que es complicado el tratamiento. Solo se obtienen resultados en un 40 o 50 por ciento de los casos. "Lo primero es conectar al chico y la familia con los recursos sanitarios, por si son necesarios tratamientos farmacológicos. También se precisa atención psicológica, para que el menor aumente la percepción del problema -que no lo ve- y elevar el autocontrol.

A este nivel, los chavales tienen problemas escolares, y se precisa de la figura del agente tutor, un profesor de confianza que medie o gestione los conflictos. Hay que reconstruir además los patrones de familia. Llegado un punto, los padres dejan de establecer normas y límites, muchos presentan incluso cuadros de ansiedad o depresión por la situación", indica.

Cuanto primero se intervenga, mejor. "Los padres piden ayuda cuando la situación está muy deteriorada. Les diría que no esperen demasiado y lo hagan pronto, porque cuesta reconducirlo", dice Fernández del Valle. El catedrático ve clave el suavizamiento de las normas. "Antes se educaba en casa, la autoridad era muy clara, a veces excesiva. No se ha encontrado otro referente claro para sustituirla", cree. Llegado un punto, toca trabajar a los servicios de protección. "Se intenta no separar a la familia. Si la situación es muy tirante, se llega al hogar de acogida. Se intenta favorecer una reunificación. Cuando hay mimbres, un vínculo afectivo o unos padres capaces, se consigue", señala. Para Jonathan Molina, se trata de "salvar a estos chicos, que puede terminar cayendo en un trastorno de personalidad disocial, tendente a una mayor criminalidad, consumo de sustancias o conductas de riesgo".

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