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FRANCISCO VACIERO | Presidente del Club Asturiano de Calidad

"El reto empresarial es cambiar la gestión de personas, no sirve ya el ordeno y mando"

"Las compañías notan en Asturias una presión fiscal mayor porque el nivel de inspecciones tributarias es muy alto"

Francisco Vaciero. MIKI LÓPEZ

Francisco Vaciero Fernández, economista y empresario, preside desde hace dos años el Club Asturiano de Calidad, dedicado a promocionar la mejora de la gestión empresarial (en pensamiento estratégico, innovación, orientación al cliente, recursos humanos...) entre las compañías y otras organizaciones de la región. Multinacionales, grupos familiares, pequeñas y medianas empresas, administraciones públicas y asociaciones patronales forman parte de este colectivo, que mañana celebrará en Gijón su asamblea anual. Las actividades que desarrollan el Club Asturiano de Calidad -unas 60 al año, explica Vaciero- incluyen estudios y encuentros a partir de los cuales se diagnostica qué necesidades de gestión e inquietudes principales tienen los empresarios asturianos.

- ¿Cuáles son esas preocupaciones más relevantes?

-Lo primero que preocupa es tener un crecimiento rentable, porque a la gente lo que le interesa no es tanto internacionalizarse o ganar tamaño, como que sea rentable hacerlo. Lo segundo, hacer innovación eficiente, mejorar sus procesos y productos, pero sin incurrir en grandes inversiones que no sabes si vas a rentabilizar a largo plazo, sino tratando de hacer pequeñas transformaciones con un coste razonable. Preocupa mucho que los equipos sean productivos y también superar la expectativa del cliente, porque hay una obsesión con la calidad del servicio. Y luego preocupa la supervivencia de las empresas. En este período de crisis hemos visto la tremenda vulnerabilidad que tiene el tejido empresarial.

- Han desaparecido muchas empresas, pero datos como los más recientes resultados del crecimiento del PIB (3,5% en Asturias en 2017) o el récord de exportaciones del pasado año sugieren que mucha de la que han superado la prueba son fuertes, competitivas?

-Fueron muy fuertes los que resistieron los campos de exterminio, y los pobres salieron quizá sí fuertes mentalmente, pero con mucha debilidad y poco músculo. La crisis ha limpiado a muchas empresas que no eran competitivas del mercado, pero muchas de las que han resistido han hecho una reducción de tamaño muy importante. La crisis ha hecho una selección y causado estragos. Ahora, el momento es muy distinto al de años atrás. La gente ya no piensa tanto en temas financieros y de supervivencia, sino, como decía antes, en crecimiento rentable e innovación eficiente. Es un tejido más saneado, pero también más pequeño y un poco escaldado de grandes aventuras en cuanto inversiones.

- ¿Están los empresarios asturianos atentos al desafío de la transformación digital?

-La gente es consciente de que necesita incorporar tecnología y de que la mejora de competitividad que puede tener es tremenda. Es un tema que se está abordando con distintos niveles de intensidad. Pero estoy convencido de que el gran reto empresarial, en Asturias y en España, más que esa transformación, está en las personas. Una transformación digital que no lleve detrás un cambio cultural, una alineación de las personas con la nueva manera de trabajar sería un suicidio. Estamos en la revolución de las personas, más que en la tecnológica.

- ¿Por qué?

-La palanca para conseguir los objetivos de la empresa son las personas; ninguna máquina y ningún directivo por sí solo van a ser capaces de poner en marcha los factores de que hablaba antes (crecimiento rentable, innovación eficiente?). Y estamos en una época en la que los cambios se producen muy rápido, situándonos ante escenarios muy inciertos. Va a hacer falta alinear a las personas mucho más de lo que están ahora con los valores y la visión a largo plazo de la empresa. Además, la gente piensa ahora de una manera distinta, ya no sirve el ordeno y mando?

- ¿Qué debe cambiar?

-Hace falta un cambio de mentalidad. Ya se van viendo cosas. Por citar un ejemplo de nuestro sector, grandes bufetes de abogados que tenían estructuras muy jerarquizadas quitan los despachos, y se trabaja en espacios abiertos, con reuniones informales e interrelación entre los equipos. Luego está todo el fenómeno de los "millennials", gente que a la que le gusta la iniciativa y con unas características laborales singulares: les gusta la flexibilidad, su jerarquía de valores es diferente y en ella el trabajo ya no es lo primero, y saben que los empleadores van a tener que ganarse a la gente más preparada. En un entorno tan cambiante, si no se hace una gestión eficaz de las personas muchas empresas se quedarán fuera.

- Habla de flexibilidad, pero eso remite también al problema de la precariedad y de los bajos salarios. ¿Cuándo llegará la recuperación de los sueldos?

-Lo mismo que la ha habido una devaluación del valor de los activos o de los precios de muchas cosas, los salarios se han contenido de una manera importante. Creo que eso que va a cambiar. Estamos aún en la inercia de unos años en los que se sufrió tanto financieramente que acababas cambiando un trabajador caro por cuatro incorporaciones nuevas y baratas. Pero las compañías empiezan a ir mejor y se dan cuenta de que necesitan el talento y de que para retenerlo hay que pagar. Estoy convencido de que en los años inmediatos vamos a ver una mejora de los beneficios de las empresas a todos los niveles que se tienen que ir traduciendo en mejora de los salarios.

- ¿Cómo retener el talento en Asturias, una región pequeña y limitada en oportunidades?

-Hay una generación perdida, jóvenes que han estudiado fuera o que al acabar sus carreras no han encontrado lo que deseaban aquí, donde el mercado laboral es muy estrecho. Se han ido a Madrid, a Cataluña, al extranjero. Después se dan cuenta de que como en Asturias no se vive en ningún sitio. Es un paraíso natural que te permite una calidad de vida tremenda. ¿Volverá esa gente? Si somos capaces de crear oportunidades suficientemente atractivas para ese capital humano tan bueno que esta fuera, seguro que sí.

- Su empresa está metida en la experiencia de intentar crecer en Madrid después de haberlo hecho aquí. ¿Es Asturias una región más hostil que otras para hacer negocios como se suele decir?

-Madrid es un mercado muy amplio y mucho más anónimo, donde los cotos de las distintas empresas están menos marcados y la gente es más abierta al cambio. Asturias, al ser más pequeña, es una región más tradicional, y las empresas tienden a respetar los territorios de otras. Con lo cual, las oportunidades de crecimiento son mayores en Madrid, pero con el sacrificio de una pérdida de calidad de vida espectacular.

- ¿La presión fiscal lastra la actividad empresarial en Asturias o no es para tanto la diferencia con otras regiones?

-En primer lugar, la presión fiscal que sienten las empresas aquí es mayor que en Madrid por un motivo muy sencillo: el nivel de inspecciones tributarias que hay en una comunidad pequeña sobre las medianas empresas es muy alto, porque son pocas esas compañías. En cambio, una empresa que aquí puede destacar en Madrid pasa desapercibida. Por otro lado, el impuesto sobre sucesiones y donaciones, la planificación hereditaria, supone una preocupación permanente de todos los empresarios. Es injusto que por haber nacido cuatrocientos kilómetros más al norte un 30% de tu patrimonio acabe volviendo a tributar cuando no ocurre en otros lugares. Eso ha hecho que patrimonios importantes se hayan deslocalizado. Es algo que hace daño a Asturias, porque se empieza cambiando el domicilio social, se modifica la residencia de los órganos de administración, se generan centros de negocio fuera...Y cuando las familias se van por razones fiscales con ellas se van inversiones, compras de inmuebles y de cosas que se dejan de consumir aquí.

- ¿Es partidario de igualar o armonizar los impuestos en las autonomías?

-Sin lugar a dudas, no tiene ningún sentido la discriminación actual.

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