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La resolución del crimen del embalse de Arbón

"La madre me encogió el corazón; obligué a Ledo a salir del coche y despedirse"

El presunto autor de la muerte de la gijonesa Paz Fernández Borrego "no dijo una palabra, no colaboró en nada" durante las 16 horas de los registros, asegura el comandante Anelo, responsable de la investigación

"Estamos convencidos de que Ledo actuó solo"

"Estamos convencidos de que Ledo actuó solo"

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"Estamos convencidos de que Ledo actuó solo" Marián MARTÍNEZ / Amor DOMÍNGUEZ

"El trabajo muy profesional, perseverante y la paciencia fueron claves, junto con la labor magnífica del equipo del laboratorio criminalístico," para esclarecer la muerte de Paz Fernández Borrego en Navia y detener a su presunto autor, Javier Ledo. Él se mantuvo frío, sin colaborar en nada, hasta que fue consciente de que la Guardia Civil tenía suficientes pruebas para incriminarle, "que estaba cogido", y entonces decidió contar su versión de los hechos.

Quien relata los pormenores de la investigación del crimen de Paz Fernández es Alejandro Anelo, comandante jefe de operaciones de la Guardia Civil de Oviedo y máximo responsable de la investigación del crimen del embalse de Arbón (Villayón). Durante esos días asegura que no leyó los periódicos para que no le influyeran, y que sólo pensaba en la víctima y las familias. A la de Paz le agradece la confianza y la paciencia depositada en los agentes, mientras que asegura que con la madre de Ledo "se me encogió el corazón cuando fuimos en plena noche a registrar su casa. Ella quería darle un beso y despedirse de él, pero él no quería. Le obligué a salir del coche para despedirse de ella", asegura.

El comandante Anelo explica que toda la investigación la realizaron los agentes del cuartel de Luarca con el apoyo de la Comandancia de Oviedo y de los perros del Servicio Cinológico de la Guardia Civil, especializados en detectar restos biológicos. ¿Cuántos? Dice no saber el número. "Toda la compañía investigadora de Luarca y todo el potencial de la Comandancia, incluido el helicóptero", desde el que él mismo participó en el rastreo para localizar a Paz durante los días que estuvo desaparecida.

La investigación comenzó oficialmente en el mismo momento en que la familia de Paz denunció su desaparición, el 14 de febrero. "Fue determinante tener conocimiento de que el perro había vagado solo por Navia toda la noche anterior, porque nunca se separaba de él. Lo adoraba, y algo tenía que pasar para que apareciese abandonado", relata el comandante. Esto hizo que la desaparición de la gijonesa de 43 años se catalogue "de alto riesgo" y se inician las pesquisas en dos vertientes: la búsqueda y la investigación, remontándose a la actividad de Paz en Gijón -donde vivía-, su llegada a Navia, dónde estuvo, con quién... "Se trata de hilvanar minuto a minuto todos los pasos que dio, y se ponen sobre la mesa todas las posibilidades". Desde el primer momento la atención se centró en Ledo, porque habían estado juntos, porque tenían una relación y porque él tenía antecedentes. Se habló con unas 150 personas, incluido el propio Ledo, y se iban atando cabos mientras se buscaba a Paz. "Él manifestó como testigo que estuvo con ella, quedaron para cenar y que ella no fue. Que se quedó en casa y se durmió. Pero todo esto se contrasta y sabemos que no fue así". Es entonces cuando al operativo de búsqueda -que se amplió a la costa y a otras zonas- se añade otro para controlar al sospechoso.

El 6 de marzo un piragüista da la voz de alarma. De manera fortuita ha encontrado un cadáver en el embalse de Arbón. Es el de Paz Fernández Borrego. Pero aún hay que esperar. "La parte más complicada fue llevar nosotros el 'tempo', porque influyen muchos condicionantes. Un objetivo que habla con la prensa no facilita las cosas, pero el 'timing' que nos habíamos marcado no se movió ni un ápice. La detención se hizo cuando estaba todo bien atado", explica el comandante Anelo.

El arresto del coañés Javier Ledo se produjo a primera hora de la mañana del 9 de marzo en su casa del centro de Navia, la misma dónde horas después volvería con agentes de la Guardia Civil y del laboratorio de criminalística para el registro. Los perros traídos desde Madrid entrenados para detectar restos biológicos fueron determinantes. "Encontramos un domicilio con bastante mobiliario y en el que había mucha sangre, también en los útiles de limpieza. Y estaba el amasador (rodillo de amasar) con el que la golpeó", relata el máximo responsable de la operación.

¿Cuál era la actitud de Ledo? "Muy frío, no dijo una palabra durante las dieciséis horas que duraron los registros. No colaboró en nada. Cuando veía las pruebas que recogían se iba dando cuenta de que le estaba 'enganchando', pero aún así se mantuvo callado", continúa el comandante Anelo. Esa misma frialdad fue la que mantuvo también cuando fueron a casa de sus padres, en la localidad coañesa de Llosoiro. "Cuando vi a su madre... pobre mujer", asegura antes de contar que obligó a Ledo a salir del coche y despedirse de su madre, porque "él no quería bajarse".

Al final, el presunto criminal se vino abajo. "Percibió que si colaboraba iba a tener más posibilidades de cara al juicio. Tenía claro que lo teníamos cogido y declaró delante de su abogado y luego en el Juzgado. Dijo que habían cenado y discutieron, y hubo una explosión de violencia y ella no se pudo defender. Él declaró que ella cayó por la escalera y que se golpeó contra un somier que había abajo. Pero están las pruebas que se recogieron y el cadáver, que cuenta una historia que no es compatible con el relato de él", asegura el comandante Anelo. Javier Ledo trasladó sin ayuda el cuerpo de Paz Fernández Borrego al embalse de Arbón donde fue hallado días después de manera fortuita. Allí tiró también su bolso y el móvil, que durante días buscaron los miembros del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil.

Un caso más resuelto. Y un mensaje del comandante Anelo: "Nunca dejamos de investigar una desaparición, pase el tiempo que pase".

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