Sería inapropiado calificarlo de epidemia, pues aun siendo un mal que parece afectar cada día a más personas no cumple la condición de hacerlo de manera indiscriminada, sino que tiene presencia en un ámbito social acotado y bien definido: el de la precariedad y vulnerabilidad económica.

Durante los últimos años, parece ser que el alquiler de una estancia a cambio de sexo es un fenómeno que ha tenido un aumento gradual en distintos países europeos, llegando a anunciarse en portales de internet de manera pública, abandonando los espacios sombríos para mostrarse a la claridad del día sin sonrojo alguno.

Puede presentarse envuelto en papel de regalo y con cuidados lazos de adorno; sin embargo, el fuerte olor desprendido por la paulatina descomposición social no pasa desapercibido, dando lugar a un malestar y desconcierto popular cada vez más notable.