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CELSO PEYROUX | CRONISTA DE TEVERGA. ESCRITOR

Teverga, el cielo de los vencejos

Celso Peiroux, en un prau del pueblo de Redral, en Teverga, con la Peña Sobia al fondo. MIKI LÓPEZ

Han pasado más de sesenta años desde entonces y Celso Peyroux sigue mirando al cielo en su entorno natal. "Esta semana he visto las primeras golondrinas. Normalmente suelen llegar a finales de marzo pero este año hubo mal tiempo y se retrasaron".

Siete parejas anidan en el claustro rectangular y estrecho de la Colegiata de San Pedro. Vuelven a su nido, obedientes a la llamada de la memoria. La Colegiata de Teverga hunde sus raíces en el siglo XI, época de transición del prerrománico al románico. Hoy es iglesia abierta al culto y hace muchos años esas dependencias fueron escuela, fundada por "un hombre bueno", el arcipreste José Fernández Reguera.

En una de las dos salas del Centro de Documentación y Estudios Literarios y Sociales de Teverga, que dirige Peyroux, ubicado en la Colegiata, cuelga una foto de grupo con fecha: 1932. "Dicen que fue el primer colegio mixto de España". Niños y niñas, con cara de verano, posan junto al arcipreste. Forman parte de la primera promoción del cole. Sonríen, al sol, ajenos a la tormenta histórica que ya se barruntaba.

Celso Peyroux es cronista oficial de Teverga desde hace 34 años. Lleva cincuenta escribiendo sobre el concejo y dándole visibilidad en los medios de comunicación. "Tengo firmados unos quince mil artículos de prensa y los conservo todos: dieciocho tomos de colaboraciones. El primer artículo fue publicado en LA NUEVA ESPAÑA el 5 de mayo de 1968 sobre las pinturas rupestres de Fresnedo".

"Siempre fui un crío inquieto, lleno de fábulas. A comienzos de los años sesenta me fui a una temporada de vendimia a Francia y allí me quedé unos años. Por la zona de Burdeos había trabajo y a mí lo de albañil se me daba muy bien, lo llevaba en la sangre. Más tarde me dediqué a la hostelería en Arcachon. Conseguí sacar el diploma universitario de estudios literarios antes de regresar para hacer la mili en El Ferral. Además, la vuelta tuvo mucho que ver con la enfermedad de mi padre, al que en cierto modo había perdido a los 16 años. Se murió en 1972 y, la verdad, no tuvimos mucha oportunidad de hablar".

La Plaza es la tímida capital del concejo, donde echó raíces la torre de la Colegiata y en cuya plaza central se recuerda en forma de busto a José Ramón Álvarez Argüelles, uno de esos alcaldes emblemáticos (1987-2003) que definen al concejo. Desde La Plaza a la villa de San Martín hay un paseo en pequeña pendiente. El cauce fluvial a la izquierda; la Peña Sobia a la derecha, abrigando a los teverganos.

A vista de pájaro, estamos en el kilómetro cero de los tres valles que enmarcan a Teverga, cada uno con su río, condenados a unirse. Lo harán en Entrago, a tiro de piedra: Valdecarzana, Valdesampedro y Valdesantibáñez.

Celso Peyroux explica el origen de su apellido, que es un apodo literario aunque, reconoce, por Peyroux le nominan a veces hasta sus hijos. "Peyroux se llama el primer pueblo francés en el que paré para trabajar en la vendimia. Regresé en ocasiones a él y allí tengo amigos que se sienten muy orgullosos de que yo me haya quedado con el Peyroux. Francia me atrapó desde el primer momento. ¿Sabe que la embajada en Madrid me nombró Caballero de Francia de las Palmas Académicas? Cuando volví a Asturias en los años setenta di clases en la Escuela de Turismo y en la Alianza Francesa. Hasta he escrito algún libro en Francés".

Tiene una biblioteca de unos tres mil libros que pretende ceder a su municipio natal, pero la Corporación aún no ha encontrado sede para ubicar la donación.

Lo cuenta Celso Peyroux en la ladera alfombrada de un prao del pueblo de Redral, que sirve de atalaya a un paisaje que atrapa y no suelta. Los árboles frutales silvestres se cargan de flores blancas, el verde se interrumpe en forma de pequeños pueblos de media montaña: Sobrevilla en lo alto; Monteciello, a la sombra ya de la peña Sobia; Berrueño y Riello. Muy al fondo, la cumbre nevada de Peña Ubiña... Este es el entorno elegido por aquel niño, Celsín, "que siempre veía las cosas diferentes a los demás niños" y que con los años se volvió canoso sin perder la sonrisa. Autor hoy de más de treinta libros entre guías, ensayos, poesía, cuentos y novelas; contador de historias, con Teverga (casi) siempre en primer plano de la narración.

Tiene Teverga 14 parroquias, 42 pueblos -alguno ya deshabitado-, un pasado minero de hulla y antracita y un excelente Museo de la Prehistoria que dio vida en sus primeros años aunque ahora le cueste mantener el ritmo. Y alguna asignatura pendiente. Una, explica su cronista, es la urgencia de abordar la concentración parcelaria."Necesitamos nuevos modelos de explotaciones agrarias y ganaderas, con cooperativas que sean capaces de vender los productos de la tierra. Y necesitamos más presencia juvenil".

Por la calle central de San Martín circulan grupos de ciclistas que cubren uno de los tramos de la famosa Senda del Oso. "Yo fui un corredorín bastante aceptable e incluso estuve a punto de pasar a profesional. Me aficioné en Francia y mantengo la actividad. Desde abril hasta octubre hago mis tres mil kilómetros disfrutando de la bici. Y con una cadera postiza".

Aquel "desván de los vencejos azules" se convirtió con el tiempo en título de una de sus novelas. Los vencejos y las golondrinas siguen disfrutando de los cielos de Teverga. Su palabra es el vuelo, y Celso Peyroux quiere seguir contándolo.

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