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Apuntes De Mecánica Política

Diferencias insalvables

Izquierda Unida de Asturias se enfrenta a una fractura que puede acabar de un plumazo con su historia

Diferencias insalvables

Izquierda Unida de Asturias se enfrenta a una fractura que puede acabar de un plumazo con su historia. Puede sonar a vaticinio de un agorero, pero los mimbres ahí están. El proyecto que tiene en mente Alberto Garzón y que avalan los sectores de IU proclives a la confluencia con Podemos puede convertirse en el desencadenante de una fractura que haga saltar por los aires el espacio electoral de la coalición en un territorio como Asturias, en el que tiene una de sus posiciones más estables y destacadas.

El escenario futuro es incierto, pero no hay que descartar una ruptura que acabe dejando el nombre de Izquierda Unida en manos de parte de la militancia, dispuesta a concurrir en alianza con Podemos en las próximas elecciones autonómicas y municipales, mientras que el bloque mayoritario del partido terminará bien bajo el paraguas de un nuevo proyecto político (vayan haciendo apuestas con las nuevas siglas), bien perdido en el limbo de una izquierda sumida en un proceso de búsqueda de su nueva identidad.

El plan de Garzón es claro, aunque mantenga entre brumas el destino. Primero, la disolución de las federaciones territoriales como la de Asturias, que gozan jurídicamente de una autonomía financiera, de gestión y organizativa, aunque hayan asumido cobijarse bajo el proyecto federal de IU. Esta situación nunca causó demasiadas tensiones y, a la postre, el respeto y obediencia a las decisiones federales siempre se produjo. Pero ahora, la exigencia de eliminar esa independencia jurídica se ve desde el bloque mayoritario como el primer asalto para erradicar cualquier brote de discrepancia. La segunda parte es más peliaguda: IU arrastra una importante deuda desde los tiempos de Anguita y una de las soluciones para liquidarla es establecer una caja común. Algunas federaciones, como la de Asturias, cuentan con patrimonio inmobiliario y cuentas saneadas que sus dirigentes han tratado desde siempre de ligar exclusivamente a la federación asturiana. Con el nuevo plan organizativo, la dirección federal podría disponer de todo el capital a su antojo.

Pero al margen de las cuestiones económicas y jurídicas, están en liza dos modelos de proyecto: el que defiende como necesaria e ineludible la alianza con Podemos, y el que insiste en que IU no puede acabar diluida dentro de la estrategia de unificación de tendencias, movimientos y grupos varios que ha ido elaborando Podemos.

En Asturias, las direcciones locales de Langreo y Avilés, por ejemplo, son ejemplos de territorios en línea con Garzón: ya están trabajando para presentar alianzas electorales en 2019 con los morados. Hay quienes sopesan, incluso, que esa convergencia se haga al margen de siglas.

Pero aproximadamente dos tercios de la organización defienden con uñas y dientes esa independencia jurídica y orgánica. No significa que sigan a pies juntillas a Gaspar Llamazares, azote de Garzón y sus proyectos de confluencia; al contrario, gran parte le ha cuestionado internamente.

Pero los males comunes unen. Y no hay que descartar que surjan pronto voces de dirigentes históricos de IU en toda España que empiecen a poner sobre la mesa la necesidad de plantear un nuevo proyecto al margen de IU, con otro nombre, ya que la coalición impedirá a las federaciones díscolas usar las siglas del partido. El riesgo a un año de las elecciones es evidente; y eso que las encuestas daban alguna alegría a la coalición en Asturias.

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