Rubén Montes García apenas pudo contener las lágrimas cuando contempló el vídeo de una televisión chilena en el que una mujer en Buenos Aires, con la que se especulaba que podría ser la desaparecida madre del cantante Luis Miguel, comenzaba a hablar de la localidad yerbata de Tuenes y también de Les Collaes, la aldea que hay encima. Rubén Montes tuvo claro que quien hablaba con aquel acento asturiano, la que se acordaba de la Campa de Pría y de la escuela de Les Xerruques, no era Marcela Basteri, sino su hermana Honorina, Nori, de la que no sabía nada desde hacía 26 años. Fue un sentimiento agridulce. "Vi el vídeo y no me sonaba la voz, la tenía como cambiada, pero sí, era ella, eran sus rasgos, era su cara. Es increíble, creíamos que estaba muerta", aseguró ayer este vecino de San Julián de Bimenes, de 51 años, minero retirado. "Es una alegría que haya aparecido después de tantos años, pero también es muy triste ver cómo vive, en la calle. Está muy enferma, en su mundo", se lamentó.

Honorina Montes, que tiene ahora 58 años, creció en Tuenes, a la sombra de Peñamayor, en la casa familiar, hoy un poco desvencijada, junto a su madre, Dolores García Campal, Lola, que hoy tiene 84 años y está bastante enferma, y su hermano Rubén. "La cuido yo; bueno, nos cuidamos los dos, el uno al otro", aseguró Rubén Montes. Este hombre no le ha contado nada a su madre. "No quiero decirle nada porque está muy delicada y puede pasarle cualquier cosa. Está muy mayor, no está bien. La semana pasada la operaron de cataratas", aseguró este hombre, muy conocido en San Julián de Bimenes. Ya le quedan pocos familiares a Honorina. Tiene una tía en Arriondas, ya nonagenaria. Tiene algunos primos y, por supuesto, su hermano.

De niños, Honorina y Rubén jugaban en la Campa la Pría, a la que la mujer hizo referencia en la entrevista de la televisión argentina que descubrió su existencia y que trataba de dilucidar si se trataba de Marcela Basteri, la desaparecida madre del cantante Luis Miguel, uno de esos misterios del corazón que ha atrapado la imaginación de los hispanoamericanos. Puede haber un cierto parecido, salvo en los intensos ojos verdes de Honorina. "Ninguno en la familia los tenemos, los nuestros son marrones. Lucinda, la abuela, los tenía azules, a lo mejor es por eso", especuló Rubén Montes.

A Honorina le gustaba leer. "Después de terminar la escuela, no siguió estudiando, como yo. Pero era lista", aseguró. Tuenes, en aquellos años, era "como los pueblos de antes, sin asfaltar, lleno de barro". A los 18 años la vida de Honorina dio un vuelco. "Comenzó a perder la cabeza. Estuvo ingresada quince días en el psiquiátrico. No sé si era esquizofrenia. Se le iba la cabeza, tenía alucinaciones. Ya entonces no tomaba la medicación, y ahora supongo que tampoco lo hará. No puedes obligar a una persona a hacerlo", sentenció.

De su padre, Rubén Montes prefiere no hablar mucho, pues se despreocupó de sus hijos. "Murió a principios de los años noventa, con 52 años, de un infarto", rememoró el hermano de Honorina. Aquella chica de Tuenes, sin más formación que la de la escuela, viajó a Estados Unidos en 1986, pero estuvo poco tiempo. Luego vivió en Madrid. "Trabajaba en una boutique y vivía en Gran Vía", aseguró su hermano. Al parecer, ella tuvo un novio en Asturias, pero la familia desconoce si formó un hogar con alguien o tuvo hijos.

"La última vez que la vimos fue en 1991 o 1992, que vino hasta aquí en autobús. Estaba peor que nunca. Tiene un carácter muy fuerte", reconoció Montes. Sería en ese último año en que tuvieron noticias de ella. "La llamé al sitio donde trabajaba y me dijeron que hacía tiempo que no la veían. Entonces viajé a Madrid y fui a donde vivía y me dijeron lo mismo. Un primo nuestro policía estuvo investigando y le siguió la pista hasta una provincia castellana, posiblemente Toledo. Luego ya no se supo más, hasta ahora. Llegamos a sospechar que había entrado en una secta", remarcó. El hermano negó tajantemente que Honorina consumiese alcohol o drogas. Algunas de las expresiones un tanto delirantes de la mujer -"yo soy de Galilei", llegó a asegurar en el vídeo- podrían apuntar a algo de eso, pero no hay nada constatado.

Aquella desaparición destrozó a su madre, a la que trata de preservar del fuerte impacto que sufriría si supiese que su hija está viva. "Ante la falta de noticias llegamos a pensar que estaba muerta", añadió Montes.

Cerca de la casa donde crecieron los hermanos vive su primo Marcos Díaz, que tiene 44 años, pero conoció a Honorina "cuando era neñu". No obstante, tiene un buen recuerdo de aquella mujer "lista" y echada p'alante. Su madre le facilitó una fotografía en la que Honorina aparece junto al entonces dirigente de Alianza Popular Jorge Verstrynge. "No sé si entró en el partido, pero ella les apoyaba", dijo con una sonrisa Rubén Montes. "También conoció al gallego, a Fraga", añadió.

Ayer, a eso de las dos de la tarde, los dos primos conversaron en Tuenes sobre el futuro de Honorina, la yerbata que perdió su camino y terminó de mendiga en Buenos Aires. "¿Ya pensaste qué vas a hacer, Rubén? ¿Vas a traerla para acá?", le preguntaba Marcos. Pero Rubén no acababa de verlo. "Tal como está mi madre y tal como está ella... ¿Piensas que iba a quedar aquí? Siempre fue muy libre, y con la enfermedad que tiene...", respondía el hermano. "Hablé con Aitor (Aitor García, alcalde de Bimenes) y me dijo que tenían personas especializadas para tratar estos casos. No la puedes dejar viviendo en la calle", encarecía Marcos Díaz. "Algo habrá que hacer, pero no puedes obligar a nadie", apuntaba Rubén, preocupado.

La reaparición de Honorina ha causado sensación en el concejo yerbato. Ayer, en San Julián de Bimenes, las vecinas se acordaban de aquella chica. "Era muy guapa, con los ojos verdes", dijo una de ellas. Las vueltas que da la vida.