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Me quedo en el pueblo | Balbona

Una vida moldeada en el campo

Elvira López y Florentino Iglesias llevan casi treinta años dedicados a la alfarería y suyo es el mérito de haber recuperado la cerámica del Rayu

Elvira López y Florentino Iglesias muestran una de las piezas de la cerámica del Rayu, que recuperaron. ANA PAZ PAREDES

Casi treinta años trabajando como alfareros y ceramistas y viviendo siempre en el medio rural. Elvira López y Florentino Iglesias han residido siempre en el campo. Primero en Molleo y más tarde en Balbona (Siero). Cuenta Florentino que "la cerámica me enganchó muy pronto. Mi padre tenía un prao en Molleo y allí empecé pronto con el taller. Elvira empezó un poquitín más tarde. Hubo un momento en el que pusimos en la balanza lo que queríamos hacer en el futuro y finalmente nos decidimos a entregarnos por completo a esto. Yo trabajo el torno y ella realiza la decoración", dice.

Por su parte, Elvira recuerda que en los inicios "Floren quería también sacar adelante una pequeña huerta, pero lo de cultivar nunca se le dio nada bien. Después de trece años dejamos Molleo y nos trasladamos a Balbona, donde estaba la casa familiar. Aquí vivimos y trabajamos. No lo cambiamos por nada. Tenemos una relación muy cercana y entrañable con los vecinos, nos sentimos muy bien en Balbona. Por otro lado, la mitad de las cosas que hacemos aquí, en el taller y con los hornos, no lo podríamos hacer en la ciudad", recuerda.

Firman su trabajo como Laborna Cerámica. Además de los trabajos de inspiración, con un diseño que los distingue claramente y por el que han logrado gran fama, también se les conoce por haber recuperado la cerámica desarrollada por los artesanos de Vega de Poja en el siglo XVIII y que desapareció en torno a 1936, conocida como cerámica del Rayu.

"Fueron gente del grupo Ventolín quienes nos propusieron recuperarla durante una fiesta de los Güevos Pintos. Hablé con unos especialistas y empezamos a hacerla". Esta cerámica eran piezas de loza con un baño de estaño que les da su color blanco y van decoradas con trazos en azul cobalto. "Cuando las sacamos, al principio hubo mucha demanda. Luego bajo y hacíamos sólo encargos. En la actualidad la hemos adaptado a la demanda del mercado, hacemos cosas nuevas pero no innovamos ni en el diseño ni en el dibujo, lo que hacemos son otras piezas como tazones y similares", matizan.

Como grandes enamorados de su profesión, ambos destacan que en ella, y tanto en Asturias como en el resto de España, no existe relevo generacional. "En otras artesanías como el cuero o la joyería sí hay gente joven, en la cerámica no. Los ceramistas somos mayores. Nosotros estamos contentos de cómo nos va, tenemos trabajo, encargos, no paramos. Sin embargo, hay también gente muy buena que, por contra, no vende. Nosotros tenemos nuestra clientela, y cada año, cuando vamos a ferias en Gijón o en Oviedo, además de lo que conocen, llevamos piezas nuevas, algo distinto, porque los clientes nos lo demandan".

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