Las mujeres mayores de 65 años que no han tenido hijos tienen un 11,9 % más de probabilidades de vivir solas que las que sí han tenido hijos, independientemente de su estado civil. Se trata de una de las conclusiones del estudio «Mujeres mayores viviendo solas: los retos para la sociedad», que se incluye en «Vejez y cuidados», el quinto dosier publicado por el Observatorio Social de "la Caixa". El estudio ha sido presentado por el subdirector general de la Fundación Bancaria "la Caixa", Marc Simón, esta mañana en EspacioCaixa Madrid.

David Reher, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, y Miguel Requena, catedrático de Sociología de la UNED, firman este informe, que calcula en el 38,3 % las mujeres mayores de 65 años sin hijos viven sin compañía en España, una cifra que desciende al 26,4 % entre las que sí han tenido hijos. El estudio señala, además, que también el número de hijos influye en la probabilidad de vivir sola a edades avanzadas, siendo menos probable cuanto mayor es este dato.

El fenómeno se produce con independencia del estado civil de las mujeres. Por ejemplo, según el estudio, el 53 % de las mujeres mayores viudas viven solas, pero dentro de este grupo son muchas más las que viven solas y no tuvieron hijos (66 % de las viudas).

Los autores analizan la implicación del tamaño de la familia en la soledad de las mujeres mayores, centrándose en este colectivo por motivos demográficos. Las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, y en España, a partir de los 65, ellas viven solas en mayor proporción (27,2 %) que ellos (12,6 %).

El objetivo final del artículo es analizar la realidad de este fenómeno demográfico creciente en nuestro país, pero también a nivel global, partiendo de la base de que la soledad de los mayores genera mayor vulnerabilidad social, ya que se asocia soledad a menor bienestar, mayor aislamiento y mayor riesgo de sufrir enfermedades. Los autores animan a tener en cuenta estos datos en el diseño de las políticas sociales y la organización de los servicios de bienestar de este colectivo.

Se calcula que las cifras de la soledad entre las mujeres seguirán creciendo, como lo han hecho en las últimas décadas. Si en 1981 apenas el 19 % de las mujeres mayores vivían en hogares unipersonales, en la actualidad este porcentaje ha aumentado hasta el 28,8 %. Asimismo, se estima que en 2031 habrá 1,9 millones de mujeres mayores viviendo solas en España, frente a 1,3 millones en 2011, algo que no puede desvincularse, según los autores, de la preferencia de cada vez más mayores por la autonomía personal.

Los nuevos cuidadores

El segundo artículo del dosier, «Los nuevos cuidadores», a cargo de Antonio Abellán, Alba Ayala y Julio Pérez, del CSIC; Rogelio Pujol, del INE, y Gerdt Sundström, de la Universidad de Jönköping, analiza los cambios en los patrones de los hogares, así como el rol y las necesidades de los nuevos cuidadores.

En concreto, el texto expone cómo ha variado la estructura de los hogares de las personas mayores en las últimas décadas: en los noventa, aproximadamente la mitad de los mayores vivían solos o en pareja, mientras que la otra mitad compartía hogar con familiares. Sin embargo, en 2014 el 65 % de los mayores vivían solos o en pareja, una tendencia que se mantiene al alza.

Los autores consideran que estos cambios tienen implicaciones en los roles ejercidos en el hogar. En las viviendas donde habitan dos personas mayores (el tipo de hogar que más ha aumentado y más frecuente en España entre los mayores de 65 años), es un miembro de la pareja el que cuida a su compañero dependiente. Por géneros, la estadística muestra que hasta los 65 años existen muchas más mujeres cuidadoras que hombres, pero las diferencias disminuyen con la edad. De hecho, a partir de los 80 años el patrón se invierte (27.900 hombres cuidadores por 20.300 mujeres en los hogares de dos personas).

Según los autores, parte de la explicación tiene que ver con la diferente forma de envejecer de hombres y mujeres: ellas viven más de promedio, pero necesitan más ayuda para las actividades diarias que los hombres.

El informe no solo reflexiona sobre lo numerosos que son estos hogares en la actualidad, sino que también pone de relieve la necesidad de crear programas de apoyo a los cuidadores informales, una figura cada vez más extendida que requiere de cuidados, ya que se trata de un colectivo vulnerable, especialmente en los casos en que son las personas mayores quienes ejercen de cuidadores.