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Lección de palmas y pitos escolares

Cuatrocientos alumnos asturianos de Infantil a Secundaria clausuran con un macroconcierto un proyecto para hacer de la música un pilar educativo

Los escolares del colegio Jovellanos, transformados en la Familia Addams para su número musical. JUAN PLAZA

Cualquier espectador ajeno a lo que ayer se cocía en el Teatro de la Laboral hubiera pensado que cientos de niños acababan de ser poseídos por el espíritu de la música y el frenesí del ritmo. Nada más lejos, ni más cerca, de la realidad. Porque el jolgorio que ayer se vivió en el teatro no fue un momento puntal de desenfreno colectivo, sino el fruto de muchos días de trabajo y ensayo. Y porque efectivamente el ritmo se convirtió en el gran protagonista de una jornada que perseguía justo eso: "que los niños aprendan música haciendo música".

Cerca de cuatrocientos niños y niñas de quince colegios e institutos de toda Asturias culminaron ayer con un macroconcierto un proyecto educativo titulado "Crea la banda sonora de tu vida", tutelado por el Centro del Profesorado y recursos de Gijón-Oriente y bajo la batuta de Antonio Domingo Ruiz, luthier educativo de la Escuela Municipal de Música de Torrelavega y profesor del Centro Superior de Música del País Vasco. Un proyecto que, sobre todo, busca hacer de la música "una asignatura troncal", porque "la música estabiliza el desarrollo cognitivo, emocional y social de todos los alumnos", defiende Domingo Ruiz.

Y como la base de este método es hacer a los niños parte de la música, y a la música parte de los niños, el escenario de la Laboral se llenó durante dos horas de formaciones musicales de toda especie y condición, quince agrupaciones correspondientes a otros tantos centros asturianos que encandilaron a las familias asistentes con versiones pop, canciones infantiles, un cuento narrado, una tormenta creada con instrumentos de percusión o complejas coreografías rítmicas acompañadas de proyecciones de vídeo y diapositivas.

En definitiva, una explosión de imaginación con el ritmo corriendo por las venas de un patio de butacas que no dudó en sumarse al terremoto musical. "Somos partidarios de que la música se haga de forma procedimental, de que se convierta en cultura del centro, del municipio, de que los chavales en el aula de música den conciertos, porque eso es lo normal, y tenemos que superar muchos planteamientos desde las leyes hasta los currículos en los que hay demasiada teoría; tenemos que cambiar la mentalidad del profesorado, porque la parte teórica se puede asumir desde el empirismo, desde lo procedimental", explicaba Antonio Domingo Ruiz antes de la actuación.

Y bajo la máxima de que "es más importante que un niño sepa tocar una negra que el hecho de que sepa definirla", cualquier cosa fue buena ayer para crear sonido y coordinar movimientos. Panderetas, triángulos, palmas, pitos, maracas, xilófonos y voces sirvieron para generar una sinfonía de color con un trasfondo plenamente educativo. "La música es la única materia que utiliza todas las inteligencias múltiples a la vez, es la única asignatura que aglutina a todo el cerebro y eso es importante para la música, para las matemáticas, el inglés, la educación física y para el ser humano en todas sus facetas", explicó Antonio Domingo Ruiz, quien puso como ejemplo un proyecto en Canadá con niños de Infantil que tienen tres horas de música al día "con resultados increíbles en el aprendizaje".

El colofón llegó en forma de coreografía colectiva sobre la base de la canción "Love runs out" de "One Republic". Profesores, padres, madres, hermanos y abuelos se sumaron a la espiral musical. Que el ritmo no pare.

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