En la puesta en escena intervino un centenar aproximado de militantes, que esperó al candidato a las puertas de la sede ovetense de la Federación Socialista Asturiana (FSA) y le hizo pasillo aplaudiendo, abrazando, besando y vitoreando al secretario general. Hubo quien le apretó tan fuerte que le quitó involuntariamente las gafas. Al mediodía del último día hábil para registrar candidaturas a las primarias para designar al candidato socialista a la presidencia del Principado, Adrián Barbón llegó a formalizar la suya coreográficamente escoltado por un puñado de colaboradores, entre ellos la directora del ente público Establecimientos Residenciales para Ancianos, la exconsejera Graciela Blanco, el secretario general en Valdés, Óscar Pérez, o la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra. A la entrada le esperaban alcaldes, miembros de su ejecutiva y un apreciable montón de afiliados ganados de antemano para la causa.

Sabedor de su condición, casi confirmada entonces, certificada del todo por la tarde, de único aspirante y candidato seguro a presidente, Adrián Barbón hizo del gesto de registro de su candidatura el primer acto de la precampaña electoral. Firmó la petición, agitó en el aire el documento y arengó a la concurrencia con la conciencia de que se les abre "una aventura, un reto", pero sobre todo viendo llegado el momento de "empezar a trabajar en lo importante", eso que está ahí fuera y no en las rencillas del interior del partido, vendrá a decir.

Normalidad y diálogo

Diciendo sin decir explícitamente que su candidatura única, sin oponente crítico visible, oficializa el cierre de la herida del enfrentamiento interno entre socialistas, el secretario general invitó a presentes y ausentes a mirar definitivamente más hacia fuera que hacia dentro de la organización. "Hemos trabajado mucho para restablecer la normalidad democrática y el diálogo con otras formaciones", proclamó; "hemos abierto puertas y ventanas nuevamente a la sociedad. Todo eso está hecho, pero queda lo más importante: plasmar toda esa apertura en un programa de gobierno", remató en la enésima demanda de unidad de acción en el partido.

Sin decir nada esta vez sobre aquellos días inmediatos a su elección en los que consideraba la secretaría general incompatible con la presidencia del Principado, Barbón miró a su alrededor y entre los abrazos y los besos, y después de escuchar algunos gritos de "presidente" durante el baño de masas, da por hecho que lo suyo no es algo personal, sino "una aventura colectiva". El aspirante al que empujó a presentarse el secretario general, Pedro Sánchez, empieza a caminar rodeado de gente, físicamente, un poco para que se vea que da el paso al frente impulsado también por la masa social del partido en Asturias. Que "sin vosotros no sería nadie", que el suyo fue "el proyecto colectivo del cambio desde el primer minuto" y que, una vez más, "debemos ir uniéndonos en un proyecto común".

Fernández y De Silva

Su arenga de agradecimiento retrocedió unos cuantos años, exactamente 35, para buscar referentes aprovechando el aniversario de las primeras elecciones autonómicas. Barbón volvió hasta un pasado del socialismo asturiano anterior a Javier Fernández y a Vicente Álvarez Areces y mentó a Rafael Fernández y Pedro de Silva, sin cuyo trabajo, dijo, "no se entendería la construcción de la autonomía asturiana".

Por si había que definir el proyecto en dos palabras, Barbón habló también de "recuperar la ambición y la esperanza". Remarcando el verbo recuperar, como había hecho antes con el "nuevamente" de su demanda de "estar nuevamente en contacto con la sociedad", el secretario general de los socialistas asturianos remató su alocución reclamando ambición para "convocar a la Asturias progresista" en torno al único "partido de gobierno" con capacidad de serlo y esperanza como la cualidad fundamental de quienes aspiran a "reformar la vida de la gente". Al final, llama a aprovechar el trámite de la recogida de avales -desde mañana y hasta el día 26- para mantener el contacto con la calle.