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La nueva crisis de Argentina

La hucha rota de los argentinos vista por los emigrantes asturianos

La escalada de los precios y de los servicios básicos atrapa a las familias y obliga a muchas empresas a cerrar

Fernando Suárez.

"A Argentina le gusta el riesgo y otra vez el país está al borde del precipicio". El ovetense Luis Cabeza García, autor de esa reflexión, conoce al dedillo al pueblo argentino. Este peluquero de profesión vive desde 1975 en Quilmes, una localidad que está a 19 kilómetros de Buenos Aires. Con ese bagaje le ha tocado vivir muchas crisis. Ahora, el país vuelve a estar, una vez más, contra las cuerdas. Tanto que ha solicitado un crédito al Fondo Monetario Internacional (FMI), cuya cantidad está negociando durante estos días, para tapar el agujero de las cuentas públicas. Mientras, la población sufre un tobogán en los precios de algunos servicios básicos, como la luz, el transporte y el gas. Algunos asturianos que residen en Argentina están incluso pensando en regresar a la región. Es el caso del gijonés Francisco Javier Tonda, que tiene una empresa de estética en Buenos Aires y que ha visto cómo su negocio entraba en depresión en el último año.

"Las clases trabajadores están sufriendo una gran pérdida de poder adquisitivo. Se acordaron subidas salariales al año del 15%, pero es que la inflación está subiendo un 3% cada mes", explica Cabeza García. Comienza a haber casos dramáticos. "Quienes compraron su vivienda mediante lo que se ha llamaba aquí un crédito ajustable, conocido como UVA, deben hasta un 40% más y tienen serias dificultades para abonar las cuotas mensuales", explica el ovetense. Esta crisis le ha pillado de lleno en un proyecto inmobiliario en el que participa. "No es el mejor momento para iniciar un proyecto a dos años vista, por lo que lo prudente es observar la evolución económica y postergar la ejecución de la obra. Eso ralentiza aún más la economía", explica.

La decisión del presidente argentino, Mauricio Macri, de recurrir al FMI en busca de auxilio financiero ha sorprendido tanto dentro como fuera del país. La decisión llegó después de que la cotización del peso con el dólar se despeñara a niveles inéditos, en un país con una altísima dependencia de la financiación exterior.

Otro ovetense, Fernando Suárez Llaneza, de 71 años y que fue empresario durante años en la industria alimentaria, sostiene que la población, sobre todo la clase media, "está enojada". "Estamos en un proceso para tratar de revertir 80 años de políticas nefastas", argumenta. "No es mi opinión, sólo hay que estudiar cuál era el PIB de Argentina en 1930 y adónde llegamos". Ahora, el Gobierno de Macri, sostiene Suárez, optó por un cambio de rumbo. Pero de forma gradual. El problema es que está en minoría y tiene serias dificultades para sacar adelante cualquier propuesta y, encima, hubo bastante incomprensión por parte de varios sectores económicos, resalta el ovetense.

Miguel Fernández, natural de Vegadeo y que lleva 32 años viviendo en Argentina, asegura que la situación del país es "endémica, cada ocho o diez años caemos en lo mismo; la herencia que se encontró este gobierno es muy pesada". Rotundo, este chófer jubilado asegura que "ésta es una crisis política, en la que el 40% de la población está trabajando en negro". Y culpa a los correligionarios de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, conocidos como el "cristinismo", de parar muchas de las medidas sociales que el nuevo Gobierno está tratando de impulsar.

Quienes están pagando esta situación son los ciudadanos. Lo expone Francisco Javier Tonda, natural de Gijón: "La gente lo está pasando cada vez peor". El problema, asegura, es que la inflación está descontrolada. Todos los estudios económicos señalan que los precios subirán este año entre un 25% y un 30%, explica el asturiano. Inasumible para muchos bolsillos. Los salarios no están subiendo al mismo ritmo, creando un cóctel peligroso. "Esto está llevando al país a un enfrentamiento social importante", dice. Las subidas de algunos servicios básicos hasta ahora subvencionados "han destrozado a las economías familiares y a las de las pequeñas y medianas empresas". "Están cerrando muchos pequeños comercios y restaurantes porque no pueden hacer frente a las tarifas", destaca Tonda.

El gijonés tiene en Argentina una empresa de estética de la que ha estado viviendo estos últimos años. "No es que diera grandes beneficios, porque la situación ha empeorado desde 2012 y cada día ha ido a peor, pero ahora mismo la crisis esta golpeando de una forma muy dura", lamenta. Piensa en volver a España visto el panorama de su país de acogida. "Es fácil que mi vuelta, como la de otros muchos españoles, se produzca en breve, porque aquí la situación esta francamente dura", concluye.

Muchos negocios están en caída libre, subraya el emigrante gijonés. "Mi empresa de estética opera sobre todo fuera de Buenos Aires; facturaba a unos treinta o cuarenta clientes diarios y desde hace un año este número ha ido bajando por la situación económica; estamos a punto de cerrar porque no podemos hacer frente a los gastos de los servicios, que han ido subiendo, como los alquileres o los del personal", añade Javier Tonda. Todo esto tiene una explicación, dice: "La gente no consume porque está intentando guardar el poco dinero que gana para comer y pagar los servicios básicos para que no se los corten, con lo cual yo me encuentro en situación muy complicada y estoy valorando seriamente el regreso a Asturias". Argentina hurga entre los pedazos de una hucha rota mientras este asturiano piensa en el regreso.

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