El Petromocho cumple 25 años. Pero hay un generación de asturianos que no tiene ni idea de lo que fue. "¿Qué es, un calimocho de petróleo?", pregunta, desenfadada, una veinteañera gijonesa que nunca ha oído hablar de Maurice Jean Lauze, el intermediario francés, cuya vida da para una novela, que puso en jaque al gobierno asturiano en mayo de 1993 con un caso que provocó la dimisión del, entonces, presidente del Principado, Juan Luis Rodríguez-Vigil, en plena campaña de unas elecciones generales que acabó ganando el PSOE en Asturias y en España.

¿Qué fue el "petromocho"?

Pues no, nada que ver con el calimocho sino más bien con el "tocomocho", nombre que recibe el timo que sufren los incautos a los que se cambia un presunto décimo de lotería premiado por dinero contante y sonante. Para menos escarnio de la cosa pública, el engaño de la falsa petroquímica, de lo más burdo, resultó inocuo para las arcas del Principado, según la sentencia que puso broche final a la primera crisis institucional que sacudió el organigrama del Principado.

El Gobierno socialista anunció por todo lo alto una inversión de 366.000 millones de euros para una petroquímica entre Gijón y Carreño, que generaría mil empleos directos, con financiación árabe a través del Saudi International Bank. El anuncio se materializó en una rueda de prensa un martes y al lunes siguiente, sólo 6 días después, Asturias ya no tenía presidente porque el Ejecutivo regional se había fiado de un supuesto intermediario francés porque venía acompañado de un empresario de familia ilustre, vinculada al Banesto, Juan Blas Sitges.

Pero nadie en la consejería de Industría había tenido el afán de confirmar si las credenciales de los intermediarios eran ciertas o, como finalmente resultó ser, un mero engaño, según acabaron sentenciando los tribunales. Que el escándalo estallase en una campaña electoral de generales dio mayor notoriedad y repercusión a un escándalo.

¿Quiénes fueron los protagonistas?

Juan Luis Rodríguez-Vigil: era el presidente autonómico. Estuvo en la rueda de prensa donde se anunció la falsa inversión, rodeado por los otros dos grandes protagonistas del caso, el consejero de Industria, Víctor Zapico, y el supuesto intermediario francés, Maurice Jean Lauze. En seis días pasó de defender que era una operación real y viable a dimitir como presidente del Principado.

Víctor Zapico: consejero de Industria cuando el gran objetivo del Gobierno socialista era atraer a Asturias grandes inversiones que permitieran amortiguar los efectos de una reconversión muy dura en la región. Su pecado fue no contrastar ningún dato del intermediario francés. Había sido director regional de Minas y era el hombre de confianza del líder del sindicato minero SOMA, José Ángel Fernández Villa, en el Gobierno de Vigil. Falleció en abril del año pasado.

Maurice Jean Lauze: el impostor, antiguo miembro de la Organización del Ejército Secreto francés. Tres folios de de una carta credencial de la embajada de Arabía Saudí en España eran todo su aval como emisario de un jeque saudí, que nunca apareció. Acabó siendo condenado a un año por un delito continuado de falsedad en documentos oficiales y a una multa de 250.000 pesetas, pero ni entró en prisión ni pagó nunca. Siempre mantuvo que la operación se frustró porque el Principado se precipitó al anunciarla. Cuando estalló el caso ya tenía 72 años, falleció hace ya bastante tiempo, según sus abogados.

Juan Blas Sitges: el intermediario que sirvió de "gancho", puso en contacto a Lauze con el Gobierno asturiano que dio verosimilitud al proyecto precisamente por su presencia en la operación, ya que era un empresario de total confianza del Principado por su pertenencia a la familia Sitges, una dinastía vinculada a la historia industrial de Asturias mediante firmas como Asturiana de Zinc o la Real Compañía Asturiana de Minas. Falleció en noviembre de 2014.

¿Cuáles fueron las consecuencias?

El caso estalló en plena campaña de unas elecciones generales, las de 1993, las últimas que ganó el PSOE con Felipe González. El escándalo no pasó factura de forma inmediata porque el PSOE ganó en Asturias aquellas elecciones. Juan Luis Rodríguez-Vigil dimitió a los seis días de estallar el caso y fue relevado al frente del Gobierno autonómico por Antonio Trevín.

Pero el "Petromocho" sí acabó pasando factura política al PSOE, que perdió las elecciones autonómicas de 1995 frente al PP liderado por Sergio Marqués.