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Me quedo en el pueblo | Lastres

Una anchoa con futuro

Agustín Fernández se estrenó hace tres meses como emprendedor rural recuperando una tradición conservera del lugar en el que nació

Agustín Fernández es la cuarta generación al frente de su tienda de ultramarinos en Lastres. "Mi bisabuelo Jeremías Hazas vino de Santoña a trabajar la conserva de la anchoa y terminó como carpintero de ribera. Años después abrió la primera tienda de ultramarinos. Luego continuaron al frente mis abuelos Agustín y Lupe y después mis padres, Víctor y Nati. Mi padre ya se puso al frente con 16 años en la tienda de arriba, pues desde hace años tenemos dos, y cuando se jubiló yo continúe", recuerda este hombre, que además de esta labor como tendero de toda la vida ha recuperado una actividad tradicional en Lastres que se había perdido, la realización de la conserva de la anchoa, algo a lo que también se dedica sólo otro empresario de la zona.

Su estreno no puede ser más reciente. Apenas lleva produciendo tres meses y no se puede mostrar más satisfecho. "Estamos superando las expectativas. Cuanto elaboramos, lo vendemos todo. Cada lunes empezamos siempre de cero latas. Estamos haciendo una producción de 25 a 30 latas diarias con un peso de 120 gramos. A mí me está diciendo mucha gente que nunca probaron una anchoa como ésta". Su producto, Anchoas Hazas, lleva el mismo nombre de las tiendas de ultramarinos y productos delicatessen que hay en Lastres. "La crisis afectó a todos, pero mi padre aguantó al frente de la tienda y se mantuvo con buenos resultados, como digo yo, llegando a sobrevivir a tres supermercados", matiza con orgullo.

Tres años para lograrlo

La historia de este emprendedor rural es la de un hombre que, costase lo que costarse, ha querido trabajar y vivir en el pueblo en el que nació. No en vano, tardó nada menos que tres años en hacer realidad un proyecto, el suyo de recuperar la conserva de la anchoa en Lastres, para poder comenzar con su empresa actual. "Yo animó a emprender donde sea siempre que se tengan ganas y se crea en lo que quieres hacer. Así, sí puedes. Ahora bien, yo tuve que pelear mucho para llegar hasta aquí. Quise ubicarme en el muelle de Lastres, pero no hubo forma de que montase allí la fábrica. Luego tuve que buscar otra ubicación, hasta que al final me concedieron este lugar, donde había un viejo almacén de pienso de la cooperativa agrícola y era suelo industrial. Aquí levantamos la nave, en Luces, todo es nuevo y lo sacamos adelante a base de mucho trabajo y mucha constancia", recuerda Agustín, al tiempo que destaca el papel de su mujer, Ana Labad Cruz, que trabaja junto a su marido en la elaboración de las anchoas y que fue a su vez quien le apoyó siempre en este proyecto, sobremanera cuando la burocracia impedía acelerar el proceso de puesta en marcha de Anchoas Hazas. Con ellos también trabajan la madre de Agustín, Nati Margolles, y una empleada, Itziar Menéndez. "Si seguimos con este ritmo de trabajo, posiblemente tengamos que buscar otra persona más", matiza.

Agustín Fernández aprendió con los mejores profesores, sus vecinos pescadores, que en su tiempo hacían conservas de la anchoa en Lastres. "Hablamos con la gente mayor que trabajó en la conserva y todos me asesoraron. Tanto los vecinos como Conservas Eutimio; Pichu, que tuvo una conservera, y toda la gente que iba a casa, nos echaron una mano y a todos les estamos muy agradecidos", destaca Fernández.

La presentación del producto en una elegante lata tradicional cubierta por una red realizada por la redera lastrina Teté Costales es otro punto a destacar. "Nosotros hacemos un producto de calidad. Es un trabajo puntilloso, que hay que hacer con cariño, las anchoas hay que dejarlas perfectas. El mercado gourmet está en alza y hay que luchar por hacerse un sitio en él. Yo animo a la gente a que vuelva a la anchoa, pero siempre respetando la calidad".

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