Una lectora de Oviedo nos escribe a nuestras cartas al director para contarnos el caso de su marido, un enfermo de Alzhéimer al que una médico se negó a atender sin cita previa.

"Una médica muy poco considerada"

"El pasado día 17 de abril, a las diez de la mañana, acudí con mi esposo, enfermo de Alzhéimer, al centro de Salud de Pumarín a una cita con la enfermera para el control de la diabetes. El día anterior había notado que en la cara le había salido una especie de erupción y, precisamente esa mañana, estaba muy enrojecida. Le pregunté a la enfermera si la médica podría mirarlo, aunque no tuviéramos cita. La enfermera se lo comenta y le explica que se trata de un paciente con Alzhéimer, pero la doctora suplemente -ese día la médica titular no estaba- le responde que no atiende sin cita previa.

Mientras la enfermera realiza el control a mi marido, voy a buscar una cita. Las propias trabajadoras responsables de las citas la llaman solicitándole que atienda al paciente, dadas sus condiciones. Ella vuelve a negarse. Me dan hora de consulta para las 12,45.

Mi marido sufre un Alzhéimer en estado avanzado y nuestro domicilio no está cercano al Centro de Salud. Decidí que era mejor esperar, pese a la intranquilidad, la desorientación, la incontinencia y el creciente nerviosismo del paciente. Nerviosismo que me contagió porque, aún hoy, me cuesta entender la falta de consideración, de humanidad, de la doctora.

Cuando al fin entramos en la consulta, a las 13,15 horas, le pido a la médica su nombre y ella se niega a facilitármelo hasta en dos ocasiones; a la tercera, me lo da y me pregunta qué para qué lo quiero; le respondo que para saber quién nos atiende. En un tono elevado de voz y tras identificarse, nos dice que hemos de esperar nuestro turno, como el resto de los pacientes. Le digo que me hable en tono normal, como yo lo hago, y le recuerdo que eso es lo que hemos hecho, no sin gran esfuerzo.

Informé del caso en Atención al Paciente y he de decir que quienes atienden este servicio se mostraron sorprendidos con este comportamiento y me sugirieron hacer este escrito.

Quiero que conste que los profesionales del Centro de Salud que me atienden, tanto a mi esposo como a mi, son siempre ejemplares. Con una única excepción, la que aquí apunto. No se trata de acusar ni de dar nombres, sólo pido a esa especialista que reflexione y comprenda la impotencia que puedes llegar a sentir tras un trato despectivo y nada comprensivo hacia un enfermo con el que no se puede razonar.

Muchas gracias por dejarme su espacio.

Carmen Mijares, Oviedo