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Hayedo De Tibleos (Somiedo)

El bosque encantado

La leyenda envuelve uno de los hayedos somedanos más emblemáticos, en un monte tan inhóspito, abrupto e intransitable que hasta "el diablo dijo: '¡Miedo!'"

El bosque encantado

El hayedo es el bosque por excelencia del Parque Natural de Somiedo. El haya alcanzó muy recientemente el extremo occidental de la cordillera Cantábrica, pero ha tenido una expansión rápida y triunfal en estos territorios, donde, no obstante, persisten notables extensiones de robledal (el bosque predominante antes del avance del haya), con Muniellos, algo más al Oeste, como paradigma. Dentro de Somiedo, el hayedo ocupa un amplio rango de altitudes, desde los 500 metros a los que desciende al pie del monte Tibleos (o Tibleus) hasta los 1.500 a los que se encarama en el valle de Saliencia, en Las Bustariegas. Ambos extremos dan nombres propios a los hayedos del Parque Natural, entre los cuales también destacan los de Coto y Las Sendas, todos ellos incluidos en zonas de uso restringido, es decir, vedadas al turismo y solo transitables, con autorización, por ganaderos y científicos.

El bosque de Tibleos adquiere una especial significación en ese conjunto, relacionada con las leyendas locales, a su vez inspiradas por su difícil acceso y peligroso tránsito. Así lo explica el autor de las fotografías de este artículo, José María Fernández Díaz-Formentí, en su "Guía de los bosques de Asturias": "Tibleos es un bosque tenebroso donde los haya. De geografía abruptísima y complicada, con una salvaje combinación de hayas, cortados, foces, cantos, encinas asomadas a vertiginosos precipicios, cuevas, osos y 'penas', es posiblemente el bosque más difícil de transitar y más peligroso de Asturias, con alto riesgo de perderse o accidentarse si uno va solo. Tan es así que en el cercano pueblo de Veigas aún corre la historia de un supuesto origen del nombre de Somiedo: 'Un paisano -otros dicen que era el mismo diablo- venía de la Pola a caballo por Tibleos de noche. De pronto, el caballo se dirigió a un cantu y el asustado jinete lo frenó al borde de un precipicio con un apurado '¡so!', sintiendo mucho miedo. De ahí el nombre de so-miedo". Esa leyenda dio origen a un dicho popular entre los habitantes del valle de Saliencia: "Permita Dios que te vayas / más allá de los infiernos, / al Principado de Asturias, / al concejo de Somiedo, / hasta el monte de Tibleos, / donde el diablo dijo: '¡Miedo!'".

La conformación y disposición de este hayedo dan pie, en efecto, a fantasear y dejarse llevar por la imagen que formó del bosque la literatura occidental como un lugar inhóspito, peligroso, misterioso, habitado por seres terroríficos y fantasmales. Cierto que se trata de un bosque casi impenetrable, y por ello poco hospitalario. Y tiene el misterio que salvaguarda la propia dificultad de explorarlo. Pero sus habitantes son de carne y hueso, sin atribuciones mágicas ni sobrenaturales, aunque algunos de ellos, cierto es, han adquirido la condición de fantasmas: el urogallo cantábrico está virtualmente desaparecido en el parque natural. Y otros lo son en tanto no se dejan observar con facilidad, bien por su propia actitud, bien por la densidad del follaje y por los muchos recovecos que marcan la fisiografía forestal.

El oso pardo pasea su corpachón por esta escarpada e intrincada foresta, en cuya espesura buscan refugio, igualmente, jabalíes, corzos, martas y lirones grises, por citar solo algunos elementos significativos entre los mamíferos, igual que lo son, entre las aves, el azor común, el picamaderos negro, el trepador azul, el carbonero palustre y el agateador euroasiático; la salamandra común, entre los anfibios y reptiles, y la rosalía, un bello escarabajo azul, en el extenso y desconocido grupo de los invertebrados.

La realidad biológica de Tibleos no es menos sugerente que su identidad mitológica, legendaria, y además es real, tangible, mensurable en términos de riqueza (biodiversidad), de patrimonio, de servicios ecosistémicos. Sirve, en todo caso, su halo mágico, para dar sonoridad y significación al nombre de este bosque. Realza su natural salvajismo, su condición de bastión, de icono. Tibleos atesora la magia de los hayedos.

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