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Libertad, vivir solos y no molestar: los deseos de los abuelos asturianos

Un estudio nacional toma Asturias como referente para evaluar la opinión de los ancianos: "La abuela de 'Cuéntame' ha desaparecido", dice el autor

Juan López Doblas, en su despacho en la Universidad de Granada.

Los mayores quieren vivir tranquilos, a su aire, en pareja o viudos, aunque su pensión sea ajustada. Las razones fundamentales son que quieren mantener su libertad y sus relaciones en su entorno social habitual, y sobre todo no molestar. Por eso sólo se plantean mudarse para vivir con los hijos, otros familiares o en una residencia cuando enferman o ya no pueden defenderse por sí solos. La convivencia intergeneracional está desapareciendo. Los mayores reclaman libertad, privacidad y autonomía.

Éstas son las conclusiones de la investigación realizada por Juan López Doblas, profesor de la Universidad de Granada, que quería analizar cómo han cambiado las formas de convivencia de las personas mayores en España. Para ello realizó un trabajo de campo en Andalucía y se trasladó a Asturias para efectuar entrevistas personales a mayores residentes en Gijón, Oviedo, Coaña y Moreda. "Cogimos estas dos comunidades autónomas por el contraste que suponen, tanto en nivel formativo como en la cuantía de las pensiones, pero, además, permitía comparar las formas de convivencia intergeneracional en el campo y en la ciudad, que son diferentes", explica Doblas.

Pese a las discrepancias, las conclusiones son las mismas: "Todos retrasan al máximo la posibilidad de abandonar sus casas. La abuela de 'Cuéntame' ya no existe en esta década", resume el profesor.

Mudanza y convivencia

La convivencia intergeneracional supondría mudarse, y "eso significa abandonar su hogar y su mundo social. Muchas personas siguen en la misma casa en la que se instalaron al casarse, en ella nacieron sus hijos y han pasado la mayor parte de su vida. Incluso aunque vivan de alquiler, su casa es su casa y uno allí hace lo que quiere. Irse a vivir con sus hijos, o con otros familiares, o a una residencia supone perder su autonomía, y no están dispuestos a ello".

Pero, además, mudarse supone perder el contacto con su entorno social, con los vecinos y con los amigos para ir a un lugar en el que no conocen a nadie. "Por si fuera poco, los hijos y las hijas trabajan, y los pequeños están en el colegio, con lo que al final se encontrarían igualmente solos pero fuera de su ambiente", remarca López Doblas.

Otro argumento con peso para los mayores es el sentimiento de que molestarían en casa de otro familiar, sobre todo de los hijos, alterando su vida. "Piensan que su presencia pondría en riesgo incluso el bienestar de la relación, mientras que si permanecen en su casa el contacto telefónico es diario y se pueden ver de vez en cuando, con lo que evitan molestar", señala el profesor.

Un aspecto importante es el económico. "La lectura positiva es que, por escasa que sea la pensión, es un ingreso fijo. Se trata de una población que fue socializada en años de escasez económica y que aprendieron y se acostumbraron a administrar sus recursos. No les cabe en la cabeza pedir ayuda económica a sus hijos, así que se arreglan con lo que tienen, por escaso que sea, para mantener su independencia".

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