La noticia de la concesión del Premio Princesa de Asturias de los Deportes a Krzystof Wielicki ha caído como un tiro en algunos ambientes montañeros, especialmente entre los integrantes de la expedición aragonesa al Gasherbrum II de julio de 2006. Y es que sostienen que el polaco, al frente de otra expedición de su país, se negó a participar en el rescate de un miembro del grupo aragonés, en concreto el gijonés Francisco "Kiko" Borja, cabo primero del Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca, que había sufrido una caída y tuvo que ser ayudado a bajar por sus propios compañeros en una operación que les puso a todos al borde de la muerte.

El coronel Alberto Ayora, jefe de aquella expedición integrada por miembros del grupo de Alta Montaña y del Club de Pirineística Mayencos de Jaca, dejó un expresivo tuit al conocer la concesión: "Pues no. No es justo el #PremiosPrincesadeAsturias para @KrzysztofWielicki. No lo merece quien no movió un dedo para rescatar a uno de mis hombres en el GII". Y es que, cuando le pidieron ayuda, Wielicki respondió: "Cada expedición tiene que saber rescatar a los suyos, coge de aquí el material que necesites y rescata a tu gente”.

Ayora había llegado a la cumbre, situada a 8.034 metros, el 25 de julio de 2006, al mismo tiempo que Wielicki. En cuestión de hora y media fueron llegando sus otros tres compañeros: el entonces capitán Fernando Yarto, el cabo Borja y Javier Dumall, del Club Mayencos. Se trata de una cumbre especialmente difícil y los cuatro celebraron la hazaña en la cumbre, mientras contemplaban extasiados un panorama formado por el glaciar Baltoro, Gasherbrum I, el Broad Peak y el mítico K2, la segunda montaña más alta del planeta y la segunda que ha cosechado más muertes.

Luego vino la bajada, el momento más peligroso, porque se unen el cansancio y las ganas de abandonar la zona de la muerte. Ayora se adelantó con Dumall para bajar hasta el Campo IV, situado a 7.400 metros de altitud. Pero la bajada de Yarto y Borja se complicó después de que éste se cayese a 7.850 metros, una altura letal para un rescate. Kiko Borja había resbalado a lo largo de 150 metros por una pendiente helada. Cuando le incorporó el capitán, Borja sufrió un mareo, al haberse accidentado las cervicales. Tenía que ser porteado.

El coronel Ayora, entonces comandante, pidió ayuda en el Campo IV a Wielicki, puesto que dos montañeros de la expedición polaca estaban todavía arriba, a la altura del accidentado. Al parecer, el flamante premio Princesa de Asturias habló con sus dos montañeros, que siguieron hacia abajo, sin asistir al gijonés. Ayora suplicó ayuda al polaco, que sólo le ofreció algo del material que tenía en el Campo IV. Ayora emprendió la macha de nuevo hacia arriba, con una tienda de campaña, un saco de dormir, dos esterillas aislantes y dos cocinas. Suplicó a un médico de los polacos que le acompañase. Y eso hizo, pero a 7.500 metros de altura decidió volverse.

Ayora logró llegar hasta Borja y Yarto. El gijonés parecía que tenía además un esguince en el tobillo. Pasaron una noche de perros, con un frío paralizante, en plena zona de la muerte. Es "un milagro" que sobreviviesen. A la mañana siguiente empredieron la bajada, asegurando a Borja, quien en una muestra de coraje, comenzó a moverse por sí mismo. Javier Dumall movilizó al resto del equipo.

A 7.500 metros, se encontraron con un miembro de la expedición, con un botiquín de urgencia. Por fin lograron llegar al campamento base, donde los miembros de las otras expediciones españolas acudieron a mostrar su "solidaridad y preocupación". Al parecer, Ayora explotó ante estas muestras. Kiko Borja se recuperó. En 2009 sufrió otro accidente en el Lhotse, que obligó a la expedición aragonesa a renunciar a este ochomil a 600 metros de la cima. El gijonés, que ha subido las cuatro caras del Urriellu, tiene en su palmarés haber subido al Makalu o al Cerro Torre, por la mítica vía Ragni.

La Fundación, ajena a la polémica

La Fundación Princesa no se ha querido pronunciar sobre la controversia. Los estatutos de los premios imposibilitan cualquier injerencia de la institución en la designación de los galardonados, que es responsabilidad única de los jurados.

Además, en los principios generales de los premios, se precisa que "las decisiones de cada jurado se producen a la vista de la información de la que disponen cada año y en relación con cada candidato, a la hora de emitir su opinión que, con todo rigor, se prepara siguiendo los procedimientos establecidos por la Fundación. Es imposible que el jurado se pronuncie sobre hechos que son sobrevenidos o, cuando menos, desconocidos en el momento de emitir su opinión".