Doscientas cincuenta personas de una veintena de organismos públicos y todas las fuerzas de seguridad del Estado, casi un centenar de vehículos terrestres de emergencia, dos helicópteros y un avión anfibio, entre otros medios materiales, interpretaron ayer una exigente coreografía de rescate y salvamento ficticios para poner a prueba la capacidad de respuesta del Principado ante un doble catástrofe civil coincidente en el tiempo: un gran incendio forestal que pone en peligro vidas humanas en la falda del monte Gorfolí (Illas) y la caída de un avión con 150 pasajeros en la desembocadura del río Nalón.

Esa fue la hipótesis planteada como base del mayor simulacro conjunto nunca realizado en Asturias, un operativo de cuatro horas que fue diseñado tanto para entrenar a los equipos (bomberos, sanitarios, fuerzas del orden, forenses, juez de guardia, personal de Protección Civil, miembros de la Unidad Militar de Emergencia...) como para evaluar la eficacia de los protocolos existentes y evitar en el futuro los fallos que un grupo de observadores trató de detectar in situ.

El consejero de Presidencia y Participación Ciudadana, Guillermo Martínez, testigo presencial del despliegue de medios, valoró la eficacia de los simulacros desarrollados y la capacidad de respuesta de los distintos servicios y cuerpos de seguridad ante emergencias y siniestros reales.

Asímismo, el Consejero comentó que el Servicio de Emergencias del Principado (SEPA) explicó que la jornada de ayer sirvió para realizar por primera vez un ejercicio de activación del nuevo Plan de Incendios Forestales (Infopa) y también puso a prueba algunas de las nuevas directrices de intervención incorporadas a finales de 2017 a ese plan: la declaración de un incendio forestal con un índice de gravedad "severa", la puesta en marcha de medidas de autoprotección de la población y el confinamiento de los vecinos de localidades afectadas por las llamas, la presencia en los incendios de los expertos encargados de investigar su origen (hasta ahora acudían a la zona a posteriori) y el nombramiento de un director de extinción del fuego.

Los dos simulacros realizados de forma simultánea en el concejo de Illas y la desembocadura de río Nalón partían de las siguientes hipótesis: una cadena de 30 incendios forestales en Asturias agravada en el concejo de Illas al cercar las llamas varios núcleos poblados del monte Gorfolí y el accidente de un avión con 150 pasajeros (este ejercicio contó con la colaboración de Aena). Fue la primera vez en la que se hicieron dos ejercicios de ese tipo paralelamente.

Dada la gravedad del hipotético escenario del incendio forestal, el simulacro movilizó cerca de 40 vehículos, dos helicópteros y un avión anfibio, además de cien profesionales de extinción, vigilancia y control del Sepa, el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (Mapama), la Unidad Militar de Emergencias (UME), la Guardería de Medio Natural, la Guardia Civil y el Seprona.

Mientras, en la ría del Nalón se desplegaron 150 profesionales y otro medio centenar de vehículos para "rescatar" a los 30 supervivientes de la catástrofe aérea, en realidad voluntarios del acuartelamiento del Ejército en Cabo Noval; el accidente ficticio se cobró 35 vidas y 85 personas dadas por "desaparecidas" fueron convenientemente buscadas por tierra y aire.

"Ha sido un ejercicio complejo que nos permitirá evaluar nuestra capacidad de respuesta ante situaciones de máxima gravedad, revisar los procedimientos operativos y de coordinación y, si es necesario, mejorar los protocolos", declaró el Consejero.