Cada uno sabía cuál era su papel y todos se sabían el diálogo de memoria. Pero una cosa es repasarlo en el autobús y hacer gracias, y otra es entrar en el salón de plenos del Tribunal Superior de Justicia, vestirse con las togas y verse delante de un juez "de verdad". Bueno, en este caso de la magistrada del Penal 1 de Avilés, Olga Vara, que iba a dirigir el juicio contra dos adolescentes que presuntamente habían agredido, amenazado e insultado a una profesora.

Alumnos de cuarto curso de la ESO del Instituto Elisa y Luis Villamil de Vegadeo fueron ayer los protagonistas de un juicio muy particular, enmarcado en el programa del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) "Educando en Justicia", cuyo objetivo es que los jóvenes adquieran los conocimientos básicos sobre el sistema judicial español.

El presidente del Tribunal Superior de Justicia, Ignacio Vidau, el de la Audiencia Provincial, José Antonio Soto-Jove, y la juez decana de Oviedo, Pilar Martínez Ceyanes, dieron la bienvenida a sus invitados, antes de dejarlos en manos de la magistrada juez que les explicó, paso a paso, lo más básico de la celebración de un juicio y el papel de cada uno de los actores judiciales.

Martín Vázquez, como letrado de la Administración de Justicia (antes secretario judicial) se sentó junto a la magistrada. A la izquierda, el fiscal (Mario Lombardía), y a la derecha del estrado la defensa (Noé Díaz). Los acusados eran Alejandra Muras y Diego Villagarcía, ambos jóvenes problemáticos que habían sido expulsados de su instituto por mal comportamiento y al que volvieron para agredir, insultar y amenazar a una de sus profesoras. Los dos se declararon inocentes de todos los cargos. La profesora les tenía manía.

La agente judicial (Julia Garay) empezó su labor llamando a los testigos. La primera, la profesora víctima (Jennifer Martínez) que relató cómo la acusada la abofeteó y tiró al suelo, y luego el acusado la pateó, y cómo horas después ambos la amenazaron. Un relato que fue confirmado por dos alumnos del centro (Alba Pérez y Rodrigo Rodríguez). A continuación testificó el perito (Jorge Chapero), quien explicó que ambos acusados son jóvenes "en serio peligro, con dificultades de comportamiento y familias desestructuradas y que minusvaloraban las conductas antisociales". Por ello recomendó "trabajar en su conducta" para reconducirlos.

La magistrada impuso oralmente la sentencia: 120 horas para cada uno en trabajos en beneficios de la sociedad. "La sociedad os brinda una nueva oportunidad de enderezar vuestras vidas", les dijo antes de levantar la sesión. "Habéis hecho un trabajo magnífico", les felicitó antes de reconocer que "un juez se lleva los casos a casa, en tu cabeza, y algunos te quitan el sueño. Hay que ser prudentes y reflexivos, porque la sentencias afectan a la vida de las personas y sus familias".