"Teníamos muchas ganas de tener una casa y una familia y no queremos volver al centro". Manuel, Adri y Laura se han puesto sus nombres ficticios, porque hay que preservar su identidad. Son niños con suerte, con mucha suerte, porque hace cinco años que pudieron salir en acogimiento de un centro del Principado y vivir en familia. "¿Saben qué es lo que más sorprende a un niño cuando llega a vivir con una familia? No es la televisión, ni el ordenador, ni nada de eso. Es la nevera. O ir a comprar unas chucherías, o el pan", afirma Enrique Sánchez. Manuel, Adri y Laura tienen tanta suerte que tienen dos papás y dos mamás: los biológicos y los de acogida, dicen.

La suerte, dicen las familias de acogida, "es tenerlos en casa, ver que son felices y que cuando se van es para seguir siendo felices en un hogar".