Un hombre ebrio fue arrestado anoche por la Guardia Civil tras protagonizar numerosos incidentes en el último vuelo del día Madrid-Asturias. El hombre llegó a encender un cigarrillo en pleno vuelo, provocó altercados con la tripulación y otros pasajeros y varios agentes tuvieron que entrar en el avión, ya en el aeropuerto de Asturias, para detenerlo.

Varios pasajeros relataron, algunos de ellos a través de las redes sociales, los detalles de la aventura, la "historia de un vuelo surrealista patrocinado por Iberia". Y es que buena parte de las críticas se dirigieron hacia la compañía por no haber evitado en Madrid que el hombre subiera al avión, a la vista de su estado.

El avión tenía la salida prevista a las 22.00 horas, pero contratiempos técnicos obligaron a retrasar el despegue casi media hora. Los pasajeros comenzaron a embarcar poco antes de las 22.00 horas. En la pasarela de embarque varios pasajeros se percatan de que otro parece "borracho", tiene el rostro más que colorado, encendido", no para de hablar y está molestando a unas señoras.

Pese a todo ello, los empleados de Iberia que comprobaron su identidad y la tarjeta de embarque le dejan pasar. "Es como si a nadie más que a los pasajeros les hubiera llamado la atención el estado de ese hombre", señala un pasajero. Otros intentan tomárselo con ironía: "Esto tiene pinta de ser 'un Melendi' en toda regla, un bebé llora desconsolado como advirtiéndonos 'la que os espera majetes'", relató una de las pasajeras en una conocida red social.

Las protestas se suceden en el avión, aunque en un primer momento no por el hombre ebrio, sino por el retraso y por la deficiente limpieza del avión. Pero el hombre no cesa de hablar, en voz muy alta, según los pasajeros, "farfullando en una mezcla de italiano y español", aunque quizá el pretendido acento transalpino fuera por los efectos del alcohol.

A los diez minutos de vuelo la situación se complica. El hombre protesta constantemente y la tripulación intenta calmarlo. Todo se desmandó cuando un tripulante le dijo: "tranquilícese". Aquella palabra hizo que el hombre redoblara sus protestas. La situación se fue volviendo cada vez más incómoda y las personas que iban sentadas a su lado tuvieron que ser cambiadas de sitio. El hombre se queda solo.

De repente, según relata una pasajera, se levanta, va hacia la parte delantera del avión, luego hacia atrás... Hasta que, también de repente, se sienta en su butaca. Cuando todos los pasajeros creían que al fin reinaría la tranquilidad... empiezan a ver nubes de humo y a oler a tabaco. Los demás pasajeros no se lo creían: el protagonista de la noche acababa de encender un cigarrillo. Los demás pasajeros llaman a la tripulación, pero no hay manera de conseguir que el hombre desista en su actitud: sigue haciendo lo que le viene en gana.

Hasta que llega la hora de aterrizar. Pero cuando, cerca ya de la medianoche, por fin el resto del pasaje creía que podría salir del avión e irse a casa avisan por la megafonía del avión de que nadie puede levantarse de su asiento porque va a entrar la Guardia Civil a detener al hombre ebrio. Algunos de los presentes aplauden y el afectado, arrastrando las palabras, empieza a gritar : "¡arrrrestooo, arrrrestooooo...!"

Unos minutos más tarde varios agentes de la Guardia Civil entraban en el avión y se llevaban al protagonista de los incidentes. Al fin comienza el desembarco y algunos de los pasajeros, entre indignados, cansados y resignados, comentan que toda esa situación podría haberse evitado si en el aeropuerto de Barajas Iberia hubiera dejado en tierra a quien no estaba en condiciones de viajar en un avión de pasajeros.