De los 78 concejos asturianos tienen cronista oficial 27. Hay singularidades: Siero cuenta con dos -el de Lugones fue nombrado hace pocas semanas-, y el de Los Oscos lo es de tres municipios a la vez. LA NUEVA ESPAÑA recorrió con ellos, de diciembre a mayo, esos rincones de Asturias que son mucho más que marcas administrativas y fronteras teóricas en el mapa del Principado. Todos saben mucho de su tierra, y la cuentan y hasta la sueñan. A grandes números, entre los 27 cronistas oficiales han escrito cerca de dos centenares de publicaciones directamente relacionadas con sus respectivos concejos: ensayos históricos, guías de viaje, monografías o incluso ficción con escenarios locales. Son, por tanto, memoria, viva de la región pero solo seis de ellos tienen menos de 60 años.
El cronista oficial es un cargo honorífico, que no percibe remuneración pero que en algunos casos sí genera obligaciones en relación con el municipio y que suelen estar relacionadas con determinados compromisos investigadores. En Asturias buena parte de los cronistas está encuadrada en una asociación constituida en 2016, cuya primera labor fue hacer un llamamiento a los ayuntamientos asturianos para que se sumen a los nombramientos de cronistas oficiales.
Gijón, primer municipio asturiano en número de habitantes, lleva sin cronista oficial desde el fallecimiento de Patricio Adúriz en 1992. Un cuarto de siglo sin cronista. Y el próximo día 18 de junio se cumplirán quince años de la muerte de Joaquín Manzanares, el último cronista oficial de Asturias. Nadie desde el estamento político parece haberse preocupado en serio de encontrar un continuador a quienes, como Adúriz y Manzanares, fueron baluartes en la defensa del patrimonio y en el estudio de la intrahistoria local.
Los periodistas gijoneses recuerdan a Adúriz, pequeño, con sus gafas de gran miope, conocedor como nadie de la hemeroteca histórica asturiana, con infinita paciencia e inmensa generosidad. Los periodistas asturianos en general recuerdan a Manzanares. "Nadie como él pisó tanta tierra de Asturias", escribió una vez en este periódico el que fuera cronista oficial de Llanes, Ignacio Gracia Noriega. Se le echa de menos a Gracia Noriega en estas páginas y en su entorno donde repartía sabiduría. Suponía él que las instancias políticas asturianas no nombraban cronista oficial de la comunidad "por si les salía otro como Manzanares dispuesto a cantar las cuarenta a quien fuera necesario, con nombres y apellidos".
Cuando en el verano del pasado año la serie "La Asturias contada" de LA NUEVA ESPAÑA aún no había comenzado a andar falleció Cecilio Fernández Testón, cronista oficial de las Peñamelleras. Puesto vacante. Las Corporaciones de Villaviciosa y Corvera iniciaron los trámites para los nombramientos de cronistas. Los hay oficiales y los hay oficiosos, asturianos que llevan toda la vida aportando saber en muchos municipios. Ellos son la cantera y merece la pena mimarla. Porque queda mucho por contar.
