La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Somiedo soñado

Un devastador incendio, el comienzo de todo

El parque nació, tras una catástrofe ambiental que dio la vuelta a España, para sacar al concejo de la pobreza mediante sus "bienes naturales": el plan, innovador, marcó un nuevo camino

Pedro de Silva, en agosto de 1995, pasea por Somiedo con Javier Solana. ARCHIVO DE LA NUEVA ESPAÑA

Hoy, 10 de junio de 2018, se conmemora el 30 aniversario de la promulgación de la Ley de declaración del Parque Natural de Somiedo. Transcurrido todo este tiempo y como homenaje a los hombres y mujeres que han visto, en mayor o menor medida, la evolución que este pequeño concejo de la montaña suroccidental asturiana ha experimentado tras el advenimiento de esta figura de protección de la naturaleza, me he propuesto dar vida a una serie de artículos en LA NUEVA ESPAÑA en los que a través del diálogo que he venido entablando en los últimos tiempos con diferentes personas, el lector pueda conocer distintas cuestiones sobre la aventura de consolidar un modelo de desarrollo original y nuevo, mediante la aplicación de una fórmula pionera en nuestra región, tan castigada hasta entonces por un desarrollismo devastador de nuestros recursos naturales. Hablaremos, pues, de lo que podríamos llamar SOMIEDO+30, de cómo llegamos hasta aquí e intentaremos dibujar un futuro que requerirá el consenso de somedanos y otras gentes, pues claramente, Somiedo, ya es patrimonio de toda la humanidad.

Hora cero, punto cero

Pues sí, aquel 10 de junio de 1988, el entonces Presidente del Principado, Pedro de Silva, utilizando la fórmula tradicional: "Sea notorio que la Junta General del Principado de Asturias ha aprobado, y yo, en nombre de Su Majestad El Rey?.vengo en promulgar la siguiente Ley por la que se declara el Parque Natural de Somiedo" inicia un camino inédito en Asturias de puesta en valor de un pequeño y pobre territorio en lo social, de los últimos en el ranking económico regional, pero de los más ricos en cuanto a los recursos naturales que encierra.

Pedro de Silva (Gijón, 1945) fue el primer Presidente electo del Principado de Asturias, cargo al que accedió tras su renuncia como Diputado Nacional y Secretario General del Grupo Parlamentario Socialista, para presentarse a las primeras elecciones autonómicas en 1983. Tras dos mandatos, en 1991, cumpliendo con su palabra de no estar más de 8 años en la política regional activa, renuncia a concurrir a la cita electoral y desde entonces se dedica a ejercer su profesión de abogado y a su gran vocación de escritor.

La conversación con Pedro de Silva transcurre tras largos años de amistad y dentro de las más absolutas de las confianzas que nos unen desde los últimos ochenta del siglo pasado. Por ello es más que probable que alguna de las cuestiones que relate las hayamos comentado hace muchos años y, ante su vigencia, las desvele en este escrito; otras, más personales, quedarán en el tintero para siempre.

Hay que retrotraerse al año 1985 cuando en Somiedo se produce un gran incendio, por supuesto provocado, en el que la intervención del ejército fue determinante para su extinción, más de 100 soldados, junto con el personal del Principado de Asturias comandado por Santiago Menéndez de Luarca, entonces Director Regional de Agricultura con el que tuve la oportunidad de trabajar codo con codo contra las llamas, dieron una lección de defensa de Somiedo que haría reflexionar a los jóvenes más comprometidos con su concejo. La imagen del ejército ascendiendo cargados de bate fuegos por la entonces pista de Aguino dio la vuelta a España.

Se trataba, comenta Pedro de Silva, de reestablecer el orden y, por supuesto, parar el incendio que se llevó por delante gran parte de la zona central del concejo, por ello, el propio Presidente y el responsable del Regimiento Cabo Noval comparecen juntos en la televisión regional llamando a la sensatez y a poner freno a tanto desastre en nuestro medio natural. Como los recuerdos se nos agolpan a los dos no recordamos exactamente en qué momento del final de su primera legislatura, Pedro anuncia un plan para sacar a Somiedo de su endémica pobreza a través de las políticas de reequilibrio regional y la innovación que su ponía la puesta en valor de lo que él llama "bienes naturales", que no "recursos naturales", entre los que el oso pardo podría llegar a tener un papel preponderante. Se alejaba ciertamente del Plan Eo-Oscos, aprobado en la anterior legislatura, en el que la consideración no era otra que el impulso del sector ganadero a través de la transformación territorial de la comarca, fortaleciendo la frontera con Galicia, caída natural de aquel territorio, para pasar a otro en el que si bien había que modernizar e impulsar el sector primario, los recursos naturales que albergaba adquiriesen un papel preponderante. Se trataba, simple y llanamente, de pasar a la acción, apostilla de Silva.

Paralelamente, en esos años, un equipo de profesores de la Universidad de Oviedo, capitaneados por Jorge Marquínez, realiza un estudio sobre los recursos de Somiedo con el objeto de detectar los problemas existentes y proponer posibles soluciones. Comienza a hablarse en diferentes ámbitos de la figura de un Parque Natural, pero de aquel estudio hablaremos en otros capítulos.

El debate parlamentario

Iniciada la segunda legislatura, a la mesa del Consejo de Gobierno asturiano llega el anteproyecto de la Ley del Parque Natural, impulsada por los entonces Consejeros de Presidencia, Bernardo Fernández, y de Agricultura y Pesca, Jesús Cadavieco. Pero es muy probable que uno de los mayores impulsores de esta Ley hubiera sido el también Consejero de Ordenación del Territorio, Urbanismo y Vivienda, Emilio Murcia, fallecido en 1990, pues como fundador del INDUROT de la Universidad de Oviedo, llevó a su lado al equipo que realizaba el estudio liderado por Marquínez.

Comienza así el correspondiente trámite parlamentario en el que el ponente de la Ley es, precisamente, el Diputado socialista Fernando Lastra, casualmente ahora responsable máximo del departamento de la administración regional encargado de la gestión del que fuera primer Parque Natural de Asturias.

La norma recibió enmiendas a la totalidad desde los grupos parlamentarios de Alianza Popular (AP) y de Izquierda Unida (IU); la argumentación de ambos grupos se basaba fundamentalmente en el establecimiento de unos límites meramente administrativos, la falta de una Ley autonómica sobre espacios naturales protegidos e incluso, en la falta de apoyo por parte de los habitantes. El grupo del Centro Democrático y Social (CDS) por su parte apoyaba esta Ley, norma a la que el Presidente del Principado quiso darle el más alto nivel legal, porque a fin de cuentas, la entonces normativa básica del Estado, una Ley de 1975, permitía aprobar por Decreto la declaración de los Parques Naturales.

Llegados a este punto, el Presidente Pedro de Silva, muestra una de sus grandes bazas que no es otra que la de comunicar en la Cámara su asistencia al Pleno Municipal en el que unánimemente la corporación somedana apoyó la declaración del primer Parque Natural asturiano y que en la sala estaba una nutrida representación de los habitantes del concejo que en ningún momento expresaron su oposición a la mencionada normativa, sino todo lo contrario. Previamente, el Presidente había pedido a los políticos locales un absoluto consenso para garantizar la aprobación del proyecto.

Tras las intervenciones de los Consejeros de Agricultura y Pesca y de Presidencia, la defensa del texto por parte de Fernando Lastra y las aclaraciones del Presidente Silva, así como las intervenciones de los portavoces de los otros grupos parlamentarios, el texto de la Ley queda aprobado definitivamente en la Junta General del principado el día 7 de junio de 1988. Tres días más tarde, como ya hemos comentado, promulgada, y el 28 de ese mes, publicada en el Boletín Oficial del Principado de Asturias.

Compartir el artículo

stats