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Pioneras en visión rural

Cuatro integrantes de la Asociación de Mujeres Campesinas recuerdan cómo un viaje a zonas pirenaicas en 1990 cambió su vida apostando por el agroturismo en sus alojamientos

Remedios Fernández Fernández, a la puerta de El Bolero, la primera casa rural que abrió, en Canero (Valdés). ANA PAZ PAREDES

Para Carmina Rodríguez Fernández, impulsora de la creación de la Asociación de Mujeres Campesinas de Asturias, su nacimiento en 1989 fue un gran logro para la mujer rural. "Se creó a raíz de unos cursos que hicimos con el Instituto de la Mujer sobre la problemática de la mujer en el medio rural, a aquellos primeros cursos íbamos mujeres de Cangas del Narcea y Allande, pero también de Luarca y Vegadeo", recuerda esta gran conocedora de la Asturias rural en la que siempre vivió y que, durante 25 años, fue la presidenta de esta asociación al frente de la cual se encuentra, en los últimos cinco años, Flor Tuñón.

La visita al hotel La Rectoral en Taramundi, que en 1986 se convirtió en el pionero del turismo rural en Asturias, sirvió a esta mujer para presentar ante Ministerio de Agricultura en Madrid un proyecto singular y único. "Fue en septiembre de 1989 cuando entregué mi proyecto de ofrecer alojamiento turístico en las casas de los pueblos como un complemento a la ganadería, la agricultura y la artesanía. La idea era arreglar una parte de la casa para que, al tiempo que el turista tenía su independencia con habitaciones que tenían cuarto de baño, también podía participar, si quería, de las labores agrícolas o conocer las ganaderas. Enseguida nos concedieron una beca para viajar a principios de enero a varias localidades pirenaicas de España, Francia y Andorra, donde ya existía esta modalidad de oferta turística", recuerda esta emprendedora asomada a su Casa de Aldea Palacio de Ardaliz, en Cangas del Narcea, con alojamiento por habitaciones.

Así fue como 27 féminas del campo asturiano y pertenecientes AMCA visitaron y conocieron in situ a principios de 1990 este tipo de turismo rural en un viaje patrocinado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de entonces. En aquel viaje, junto a Carmina Rodríguez se encontraban también Pilar Quintana, de Taramundi, y Remedios Fernández, de Valdés. Lo siguiente fue entrevistarse con responsables por aquel entonces de las consejerías de Turismo y Agricultura, junto con UCA, también interesados en el proyecto, para sacar adelante lo que terminaría por convertirse en lo que se sigue llamando hoy casas de aldea. En 1991 fue la fecha en que oficialmente ya se pusieron en marcha.

Han pasado más de 28 años y algunas de las pioneras en este tipo de alojamiento rural recuerdan aquellos inicios como uno de los momentos más relevantes de su vida. Es el caso de Sofía Caraduje que, antes de pasar a obtener la categoría de casa de aldea, en 1991, ya abrió en diciembre de 1989 en Labiarón, en San Martín de Oscos, A Cantina, siendo pionera del turismo rural en los Oscos.

"Empecé con dos habitaciones dobles y dos individuales que compartían baño. A mí entonces, antes de la reforma con la que luego pasé a la categoría de casa de aldea, me la dieron de alta como pensión de una estrella. Había asistido a algunas charlas en La Rectoral sobre el tema y me pareció viable. Enseguida tuve gente. Salí en un artículo en 1990 en la revista 'Nature' sobre cien lugares donde pasar las vacaciones en el mundo, y ahí estaba mi casa", recuerda Sofía. A su juicio, el espíritu del turismo rural es "el trato cercano con la persona, que se sienta como si estuviera en una casa familiar", matiza quien, tras enfermar su hermano, se hizo cargo también de la ganadería y la agricultura, en ecológico todo, desde 2002. "Aquí viene la gente que le gusta saber cómo es la vida en el campo, interesados en el día a día rural. A veces les pregunto: ¿qué vamos a hacer de cena, qué os apetece?, e incluso hay quien ofrece una receta y cocinamos todos", recuerda.

Para Sofía los años de bonanza fueron a partir de 1996 y hasta 2002. Los peores, a partir de 2007, que la gente empezó a notar la crisis. En cuanto a la cantidad y tipología de alojamientos que hay actualmente en Asturias, cree que "no hay demasiados alojamientos, más bien al contrario. Es como todo. La misma demanda va reciclando el sector, ya ves que han ido cerrando unos cuantos".

En este punto afirma, rotunda, que ha tenido muchas posibilidades de echarse atrás "y nunca lo hice. Una de mis abuelas, que murió con 96 años y era muy sabia, decía que no hay nada tan malo que no pueda ser peor, y es verdad. A mí lo del turismo rural fue lo mejor que me pudo pasar en la vida".

La historia de Pilar Quintana es la de una luchadora que no dudó en ser la pionera del turismo rural en su concejo, Taramundi, y la primera de Asturias, tal como recuerda Remedios Fernández: "Ella tiene el número uno en el listado oficial de Casas de Aldea del Principado, que salió en 1991. Yo, el número seis", dice ésta. Excelente tejedora desde su infancia y muy pronto conocida como artesana del telar, tenía una tienda abierta en Taramundi, donde, además de los productos del telar, también vendía mermeladas y licores hechos por ella. "Abrí la tienda el 8/08/1988 y me apunté en el hotel a un curso de turismo rural. Ahí coincidí con Sofía. La intención era que fuera un complemento para los que, en el campo, nos dedicábamos a la agricultura, la ganadería y/o la artesanía. Yo ya tenía un proyecto a partir de la cuadra, donde tenía los cerdos abajo, y arriba, el telar. La restauramos entera, se hizo un cuarto de baño, habitaciones, todo lo necesario. Era para cuatro personas. Yo tenía licencia del Ayuntamiento y de obra. Tuve que esperar dos años a que me dieran de alta en el Principado, pero en ese tiempo ya se dio a conocer y vino gente".

Aquella pequeña y acogedora casina en Arroxo se convirtió muy pronto en el destino de los que buscaban el agroturismo en Asturias. "Para mí fue muy importante aquel viaje que hicimos todas juntas. Tal fue así que a la vuelta, y en Semana Santa, ya abrí", dice remedios Fernández.

Pilar Quintana llegó a regentar tres casas rurales hasta el año 2000, en que se separó de su marido y padre de sus dos hijos. Actualmente tiene un apartamento y sigue disfrutando del telar y del diseño de ropa, otro de sus logros. Hace poco publicó una valiente y sincera biografía: "Pilar Quintana, luz de Poniente".

"Yo les dejaba las mermeladas caseras, la leche, pan. Les indicaba rutas, les mostraba la vida en el campo y ellos también me enseñaban mucho. Los clientes eran mi mejor referencia para mejorar. Uno está aquí viviendo en el campo y afrontando sus dificultades y piensas que en la ciudad la gente no las tienen, y sí que las tienen, como todos", matiza.

Remedios Fernández Fernández, que se dio de alta como casa de aldea en 1991 con el número 6, abrió en 1990 como experiencia piloto su casa El Bolero, en Canero (Valdés). "Todas las que empezamos entonces éramos ganaderas y/o agricultoras. Sofía, Pilar y yo fuimos las primeras. Nos pedían ofrecer productos de la explotación ganadera, compartir los trabajos con los clientes, explicarles cómo se vive en el medio rural, todo eso. Teníamos muy claro que era muy positivo para visibilizar la figura de la mujer en el mundo rural. Aquello era totalmente novedoso".

Pone énfasis Remedios en los numerosos cursos formativos que las mujeres realizaron atender a sus clientes. "Al principio no teníamos ni idea de nada y desde el Principado nos empezaron a impartir cuantos cursos solicitábamos: de marketing, de gestión empresarial, de atención al cliente e incluso hasta de cómo había que realizar la limpieza de la casa, por citar algunos".

En cuanto a su alojamiento recuerda que "durante muchos años yo les hacía el desayuno con productos nuestros, ahora siempre les dejamos aquí fruta de nuestra huerta. Ahora tenemos dos casas, Bolero I y II y se alquilan íntegras", indica. "Es mi nuera Ana quien está ahora al frente de todo ello. Toda la familia aquí nos implicamos con el cliente. Tenemos una ganadería y les enseñamos cómo se cata una vaca, o la ven parir, o los niños dan los biberones a los terneros. Han pasado muchos años, pero la gente que busca lo auténtico del campo sigue demandando esto y vienen a por ello", concluye esta emprendedora.

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