José Pereira trabajó hasta 2002 como bombero del aeropuerto de Asturias. "Tuve que darle a la manivela para que arrancara el primer avión", señala el ahora jubilado tras 34 años de servicio en el aeródromo de Santiago del Monte. Comenzó a trabajar en 1968, hace cincuenta años, que fueron precisamente los que el aeropuerto cumplió ayer. Aquel 16 de junio de 1968 José Antonio Fernández estaba en la torre de control, compartió su zona de trabajo con otros siete técnicos y un controlador. Recuerda con orgullo sus 35 años de servicio y también que su hijo siguiera sus pasos. "El primer día del aeropuerto -él comenzó a trabajar en mayo de ese año- fue un acontecimiento muy grande, el Caudillo subió a la torre de control, saludó y no dijo nada, ya era bastante", señaló Fernández, quien ayer celebró con varias decenas de personas una jornada festiva en el vestíbulo del aeródromo ubicado en Castrillón.

En la celebración también estaban Lina Fernández y su hijo Alain Fernández, que viajaron en el primer vuelo que aterrizó en Santiago del Monte. "En Madrid, pedí dos billetes para Asturias y se rieron, me dijeron que no había, pero al final sí", indicó Lina, quien describió aquel día como una romería. Ambos conservan aquellos billetes que ayer cumplieron cincuenta años.

El aeropuerto repartió quinientos vasos de sidra a los pasajeros que aterrizaron en Asturias y también para los que partieron a partir de las 15.15 horas a Lanzarote. Entre pinchos y conversaciones estaba también José Antonio Vega, que fue jefe de terminal hasta 2005. En total, trabajó 42 años. "Lo primero que hacía cada mañana era un recorrido por la terminal", explicó Vega, que recuerda como si fuera ayer las primeras reformas del aeródromo para dejarlo listo para el volumen de pasajeros previsto para el Mundial de España de 1982. Los meteorólogos del aeropuerto no se perdieron la fiesta. Laura Álvarez, Eloy Carrera y Marta Eva Nuñez son los responsables de dar los partes del tiempo cada media hora.

"Luego las aeronaves deciden", indican los "Maldonado del aeropuerto", como se autodenominan ellos entre risas. El buen ambiente era palpable. Compañeros de trabajo, viejas amistades forjadas en el aeropuerto, personal de diferentes épocas compartía la hora de la comida. Mientras tanto, Luis Fernández "Tito" mostraba el madreñogiro que luce en el aeropuerto desde hace veinte años. Lo hizo él con sus manos usando dos kilos de clavos, maderas y más de 1.000 horas de trabajo. "Además, trabajé aquí como electricista durante cuarenta años", remarca el también vecino de San Esteban de Pravia. "El aeropuerto funciona, quisiera que lo vieras hace años, ahora es todo más moderno y no tiene nada que envidiar a otros", comenta María Rodríguez, una pasajera de las que dos veces al año visita a su hija en Madrid.