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Ingresa en la Real Academia de Medicina de Asturias José Gutiérrez Rodríguez Coordinador de Geriatría del Hospital Monte Naranco

“Tenemos un sistema sanitario casi perfecto, pero no está pensado para los mayores”

“Muchas personas ancianas están con más de nueve medicamentos, y buena parte de ellos no aportan beneficio; no podemos tratarlos con el mismo número de fármacos que a los jóvenes”

José Gutiérrez Rodríguez, ayer, en el Hospital Monte Naranco. | Irma Collín IRMA COLLIN

José Gutiérrez Rodríguez (Luanco, 1966) ejerce como coordinador del área de Geriatría del Hospital Monte Naranco, de Oviedo. El jueves de la próxima semana ingresará como miembro de número de la Real Academia de Medicina del Principado de Asturias. Su conferencia de ingreso llevará por título “La década del envejecimiento saludable: una oportunidad para adaptar los servicios de salud a las necesidades de las personas mayores”. La ceremonia se desarrollará en el salón de actos del Colegio de Médicos de Asturias (plaza de América, 10, de Oviedo), a partir de las 20.00 horas.

–“Necesidades de las personas mayores”... ¿Cuáles son y cómo se detectan?

–Las necesidades de las personas mayores son muy heterogéneas. Hay distintos tipos de envejecimiento, unos más saludables y otros menos. Las personas envejecen con cargas de enfermedad muy distintas: unos con patología cardiovascular, otros neumológica, otros renal, otros neurológica... Y, por supuesto, con distintos niveles de dependencia funcional: hay personas robustas, prefrágiles, frágiles, dependientes... Cuando se mezcla todo, tienes mucha tipología de usuarios.–¿Y cómo se gestiona tanta diversidad?–Dependiendo de la fase de su enfermedad, la persona mayor va a necesitar un nivel asistencial u otro. Es muy distinto una neumonía de una fractura de cadera y de un ictus. Desde fuera, las personas mayores pueden parecerse mucho, pero la realidad es que no hay dos viejos iguales. El problema que tenemos en el sistema sanitario es que no hay una adecuada coordinación entre todos esos niveles de atención para dar a cada uno lo que realmente necesita.

–¿Y qué se puede hacer?

–Hay que valorar la situación del paciente en momentos muy precisos y ubicarle en el nivel asistencial que requiera. Y esos cuidados sanitarios pueden darse en el hospital, en los servicios de Atención Primaria, en el domicilio del paciente o en una residencia.

–¿Y a partir de ahí?

–Nuestra propuesta es que, desde un área de gestión clínica de geriatría, como es la nuestra, se coordinen las necesidades de atención de cada momento en todos esos ámbitos que he señalado. Concretamente, estamos trabajando en un proyecto piloto de geriatría de enlace, que ya está desarrollada en otras comunidades autónomas, por ejemplo en Madrid.

–¿Cómo se articula?

–Desde el servicio de geriatría se coordinan las necesidades de atención sanitaria de los pacientes con Atención Primaria y con las residencias de ancianos. En el área sanitaria de Oviedo estamos pensando que son necesarios tres equipos de geriatra y enfermera. Empezaríamos con un equipo. Ese equipo interviene a petición de Atención Primaria. Valora al paciente allí donde esté y establece sus necesidades.

–¿Qué problemas puede tener ese paciente?

–Por ejemplo, hay pacientes muy medicados. Muchos de ellos están con más de nueve medicamentos, y buena parte de ellos no aportan un beneficio claro. No podemos tratar a las personas mayores con el mismo número de fármacos que a los jóvenes, ni con el mismo tipo de fármacos.

–¿Por ejemplo?

–La diabetes. En un adulto joven tenemos que ser muy rigurosos para evitar el daño vascular. En una persona de 85 años tenemos que ser más laxos, porque su expectativa de vida es muy inferior y es mucho menos probable que sufra ese daño vascular. Otro ejemplo: las estatinas, para el colesterol, en mayores de 90 años no han demostrado un efecto claro, son potencialmente retirables. Este equipo intervendría en ese problema. Otro perfil: pacientes que ingresan en el hospital muchas veces por infecciones urinarias de repetición. Se valoraría al paciente y se establecería un tratamiento para intentar minimizar las infecciones urinarias, detectarlas a tiempo y disminuir los ingresos hospitalarios. En todo este proceso colaboraríamos estrechamente con los médicos de Atención Primaria.

José Gutiérrez Rodríguez, ayer, en el Hospital Monte Naranco. | Irma Collín

–¿Cómo se detecta cuándo una persona mayor cambia de etapa y requiere una estrategia distinta?

–Desde luego, no cuando cumple años, sino cuando cambia su situación basal, su capacidad funcional. Un paciente de 85 años robusto es radicalmente distinto a un paciente de 85 años dependiente. Los objetivos en ambos son totalmente distintos. Hay que combinar muchos factores. No importa tanto la edad como la situación funcional y la capacidad cognitiva del paciente.

–¿Y cuál es el momento de reevaluar al paciente?

–Cuando hay algún evento que tenga un impacto claro sobre la salud. Y el fundamental es la hospitalización. De cada tres pacientes mayores que se hospitalizan, dos se deterioran funcionalmente durante el ingreso, porque el hospital es un medio hostil, una fuente de iatrogenia para los pacientes. O sea, dos de cada tres pierden capacidades en su vida diaria. Y, después de recibir el alta, en uno de cada tres ese deterioro persiste. Y hablamos de dificultades para levantarse de la cama, caminar, subir y bajar escaleras, que son actividades muy básicas.

–Usted tiene una faceta de investigación...

–Estamos haciendo investigación básica en fragilidad, con el departamento de Biología Celular, en un grupo que dirige la catedrática Ana Coto Montes. Estamos investigando patrones biológicos de fragilidad, o sea, qué moléculas están implicadas en ese patrón de fragilidad. Y luego estamos en un programa con los cardiólogos del HUCA sobre estenosis aórtica grave, que es muy frecuente a partir de 75 años. La solución suele pasar por una sustitución de la válvula aórtica, y los estudios internacionales dicen que la fragilidad imprime peor pronóstico y más complicaciones. Es clave valorar la fragilidad para determinar en qué pacientes es beneficioso o perjudicial el recambio valvular. Y lo mismo hacemos con los urólogos en el cáncer de próstata. La geriatría es una especialidad transversal que ayuda al resto de los especialistas médicos.

–¿Cómo es la atención sanitaria en las residencias de mayores de Asturias?

–Comparada con otras comunidades autónomas que conozco, están bien atendidas. Hablo tanto de las públicas como de las privadas. Tenemos que mejorar en la capacidad transmitirnos información entre los distintos profesionales que atendemos a esos mayores. Hay pacientes en los que, por falta de coordinación, estamos duplicando o triplicando consultas y pruebas diagnósticas. De ahí la necesidad de hacer una evaluación integral del paciente. Tenemos un sistema sanitario casi perfecto, pero muy pensado para la enfermedad aguda del paciente joven. Tenemos que reorientarlo para que cubra las necesidades de las personas mayores. Hay que adaptar el sistema sanitario a las necesidades reales de los mayores. Y eso no implica más gasto, sino que vamos a ser más eficientes y vamos a reducir el gasto. Esto está estudiado y publicado en revistas de impacto.

–Usted estudió Medicina en Oviedo.

–Sí, y al terminar la carrera, atraído por la investigación, me incorporé a la Cátedra de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Complutense. Hice la tesis doctoral, preparé el examen MIR y me examiné en 1993. De todas las especialidades, me llamaban la atención las más holísticas, las de visión más integral, que eran en aquel momento medicina interna, pediatría y geriatría. Y terminé optando por geriatría. Ya se veía un envejecimiento importante en España, y sobre todo en Asturias. Era una especialidad relativamente joven, aunque en nuestro país ya estaba establecida desde 1978, y había pocos especialistas. Y en 1994 llegué de residente al Hospital Monte Naranco. Me formé con Juan José Solano y con Esther Sancristóbal. Cuando terminé la especialidad en 1998 no había trabajo en la sanidad pública y estuve trabajando en la privada una serie de años, en el ámbito de las residencias de ancianos.

–¿Por qué en las residencias de ancianos?

–Había visto que en las residencias se daba una cobertura de alojamiento y manutención muy hotelera, pero el perfil de las personas que ingresaban estaba empezando a cambiar: cada vez mayores, con mucha dependencia funcional debida a ictus y fracturas de cadera, y mucho deterioro cognitivo. Y que necesitaban no solo alojamiento y manutención, sino también una atención médica más especializada, porque eran, y siguen siendo, pacientes muy complejos, con varias patologías que se complican, mucha medicación...

–¿Qué sucedió después?

–En 2010 me llamó el gerente del Hospital Monte Naranco, Vicente Herranz, para venir en labores de organización y coordinación. Tenía ganas de volver. Desde entonces desarrollo labores asistenciales, de organización, de formación de residentes y de investigación.

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