Laura González (Avilés, 1941), una referencia para la izquierda asturiana, aún se indigna a sus ochenta años con la pobreza infantil y el avance de la ultraderecha. Militante del PCA y luego de IU, concejala por Avilés, diputada regional y luego europea, fue la primera mujer en presidir el parlamento asturiano. Cree que es el momento de “dar un paso más con el asturiano” a través de la cooficialidad, y admite que la vía utilizada para el Estatuto ha ralentizado la asunción de competencias. También que IU no debe dejarse absorber por una formación “en declive”. De Yolanda Díaz habla maravillas, la conoció hace treinta años y es una “luchadora” que “ha conseguido grandes cosas para los trabajadores”.

–¿Qué idea de Estatuto tenía el PCA?

–Los comunistas queríamos las máximas competencias para Asturias, como Cataluña y País Vasco. Resistimos hasta el final para ir por la vía del artículo 151, que era más rápida y permitía obtener las competencias primero. Al principio había consenso sobre eso, pero todos fueron decantándose por la vía del artículo 143. Sorprendentemente, el PP fue el penúltimo en desistir. Nosotros resistimos un poco más, pero llegó un momento que los dos grandes partidos optaron por el 143 y en aras del consenso, de agilizar, y tras haberse prometido que habría una revisión en cinco años y se conseguirían competencias pronto, decidimos también apoyarlo.

Francisco Bastida y e Ignacio de Otto, ya fallecido, fueron los ponentes por el PCA. Pero estuvo muy involucrado Horacio Fernández Inguanzo. Eran debates muy vivos, de mucha altura

–¿Qué recuerda de aquellas discusiones?

–Francisco Bastida y e Ignacio de Otto, ya fallecido, fueron los ponentes por el PCA. Pero estuvo muy involucrado Horacio Fernández Inguanzo. Eran debates muy vivos, de mucha altura.

–¿Nos hubiese ido mejor con el 151?

–¿Quién sabe? Quizá, sí. Al final no hubo reforma a los cinco años, y la primera no fue hasta 1991, que fue de funcionamiento; y luego en 1994, en la que se obtuvo la educación; y más tarde, la de 1999, en la que se consiguió la sanidad. Se tardó mucho más de lo que se había comprometido, pero se consiguieron esas competencias. La de Justicia se recibió estando Valledor (Francisco Javier García Valledor) de consejero, en la Legislatura 2003-2007.

–¿Era el Estatuto una preocupación del común de los asturianos?

–En aquel momento era una cuestión que partía de las fuerzas políticas, y sobre todo de las fuerzas políticas progresistas, que venían del antifranquismo, especialmente el PCA. Entre los asturianos se fue creando la conciencia de las ventajas de tener el estatuto de autonomía.

–¿Y qué es lo que pensaban del asturiano?

–Nosotros siempre quisimos lo que figura en el artículo 4 del Estatuto sobre la defensa, promoción y enseñanza del asturiano, en base al artículo 4 de la Constitución, que dice que las lenguas tienen que ser apoyadas y protegidas como un bien cultural. Fuimos de los que pedimos que ese párrafo quedara claro, con el compromiso de que hubiera una posterior ley de promoción y uso del asturiano, que se aprobó en 1998.

–Y ahora se plantea una nueva reforma para introducir la cooficialidad.

–Quizá hace falta dar un paso más, un paso más en esa ley, que no estaba mal y propiciaba que la gente pudiese dirigirse en asturiano a la Junta y al Gobierno del Principado, a las instituciones en general, y la enseñanza del asturiano en las escuelas. Aunque haya un grupo de gente no tan mayoritario que esté defendiendo la cooficialidad, el asturiano es un sentimiento para la gente en general. Aunque no sea el asturiano institucional, la gente habla un asturiano de caleya, como el que hablo yo. Lo decía muy bien Bastida, que no es muy partidario de la cooficialidad: parece políticamente incorrecto enfrentarse a la cooficialidad y a la protección del asturiano.

Yo oigo hablar continuamente a Feijóo en gallego, y es del PP. Se puede llegar a un acuerdo en el que sea posible proteger los derechos de los que quieren hablar asturiano y que, sobre todo, lo que no quieren es que se pierda

–Pero, ¿debe enseñarse obligatoriamente en las escuelas, deben aprenderlo los funcionarios?

–Hay varias formas de apoyar el asturiano. En Asturias no debería haber problema, nunca hubo un sentimiento independentista. Galicia incluyó un párrafo que propicia una cooficialidad más o menos amable, como diría Barbón. Yo oigo hablar continuamente a Feijóo en gallego, y es del PP. Se puede llegar a un acuerdo en el que sea posible proteger los derechos de los que quieren hablar asturiano y que, sobre todo, lo que no quieren es que se pierda. Cuando estaba en el Parlamento Europeo, y de eso hace muchos años, a propuesta de Ana Cano, entonces presidenta de la Academia de la Llingua, me dirigí a una comisión de protección de las lenguas minoritarias y ellos respondieron muy claramente que el asturiano debería ser una lengua protegida, de tal manera que no se perdiera, y para eso hay que tomar determinadas decisiones. Nadie va a coger el asturiano y darle un palo a alguien. Asturias está completamente alejada de esas batallas lingüísticas de otras comunidades. La identidad asturiana es solidaria con el resto del país, nunca fue excluyente. Ahora creo que hay unas circunstancias que son las mejores desde la aprobación del Estatuto para establecer la cooficialidad, pero no estoy tan segura de que se consiga con las peticiones del diputado necesario para completar la mayoría.

–Es una cuestión que genera mucha crispación, ¿no? Con ataques en forma de carteles de dudoso gusto...

–Objetivamente, veo que son más beligerantes quienes se oponen a la cooficialidad que los que la defienden. Éstos están defendiendo, de manera rigurosa, un derecho, sin agresividad. Sin embargo, en nuevas fuerzas políticas que aparecen en el parlamento asturiano hay una agresividad que no es proporcional.

Laura González. MIKI LOPEZ

–Una agresividad que no había en su época.

–Esos carteles son impresentables, como otras cosas que hace esa fuerza política, sobre todo con los derechos de las mujeres. Es una fuerza que está ahí para vulnerar derechos, yo alucino en todos los colores.

–Hay tensiones secesionistas, pero también centralizadoras.

–Siempre hay que encontrar un punto de equilibrio. Hay que conseguir que haya una buena relación entre el Estado y las comunidades y se reequilibre el estado autonómico. Eso sí, para atrás no podemos ir. Esas tonterías que dice esa nueva fuerza política que no quiero ni nombrar, que hay que recentralizar, es inviable, imposible y no se puede hacer. Son tonterías que la gente se traga, porque hay mucha demagogia.

–Fue la primera mujer presidente del parlamento asturiano.

–Es un orgullo.

Estoy encantadísima de que en Izquierda Unida hubiésemos podido tener una presidenta de la Junta y luego una consejera. El mérito no es mío, sino de la organización a la que pertenezco. Fue un cargo que no estuvo exento de preocupaciones

–El primer reportaje que le hicieron en aquel entonces fue haciéndole la comida a sus hijos.

–A alguna gente los cargos no nos cambian. Para mí fue un honor y estoy encantadísima de que en Izquierda Unida hubiésemos podido tener una presidenta de la Junta y luego una consejera. El mérito no es mío, sino de la organización a la que pertenezco. No estuvo exento de preocupaciones. En un pleno, los trabajadores de Ensidesa, cuando presidía el comité de empresa mi entonces marido, desplegaron una pancarta de veinte metros y yo ordené quitarla. IU me pidió en otra ocasión, con motivo de una huelga de la minería, que suspendiese el pleno, pero me negué. Algunos militantes se disgustaron y mandaron cartas.

–Pero habría buenos momentos.

–Hombre, Rozada me daba mucha lata, pero me reía mucho con él. En aquel momento había que ir leyendo una a una las enmiendas del presupuesto, y él pedía siempre incluir enmiendas in voce, porque decía que se le habían ocurrido en ese momento. Así, los presupuestos nos llevaban tres o cuatro días. Una persona respetuosa siempre con el tiempo de intervención era Xuan Xosé Sánchez Vicente, y una persona que se salía siempre del tiempo era Gaspar Llamazares, se enrollaba como una persiana. La única persona a la que tuve que llamar la atención una vez, por su agresividad, fue Antón Saavedra. Parecía que aquel hombre tan grandón se iba a comer a los consejeros.

–¿Le duele ver a IU supeditada a Podemos?

–Todavía estoy esperando que el cabeza de lista de Podemos vaya a IU a explicar su trabajo, y no digo que sea un mal trabajo. Estoy de acuerdo con un diálogo entre fuerzas políticas y que lleguen a acuerdos, pero lo que no puede ser es que una fuerza intente absorber a la otra, y sobre todo cuando esa fuerza está en declive, e Izquierda Unida sigue manteniéndose. En lo que estoy de acuerdo es en la defensa de este Gobierno, porque la alternativa asusta mucho.

–¿Y qué le parece Yolanda Díaz?

–Yo a Yolanda la conozco desde hace más de treinta años, desde que era concejala en Ferrol. Es de una familia luchadora, se le nota a la legua la capacidad de diálogo, cómo está la CEOE con ella, a partir un piñón, y consiguió acuerdos muy importantes para la clase trabajadora; tiene un bagaje y una experiencia de treinta años que no tiene nadie en Podemos. Es posible que encabece una candidatura nacional, si los personalismos no le ponen palos en el camino.