Saúl FERNÁNDEZ

Mario Fernández se diplomó en Marina Civil por la Universidad de Oviedo sabiendo que el trabajo tendría que encontrarlo fuera de Asturias. Es marino mercante, oficial de máquinas de un buque de 120 metros de eslora que desarrolla su actividad en pleno golfo de México, a unas pocas millas de Nueva Orleans, la ciudad que destrozó el huracán «Katrina» a finales del verano de 2005.

Fernández es avilesino y tiene 32 años. Aunque ha saltado el charco en busca de promoción laboral no se siente en absoluto una leyenda urbana, esos jóvenes que tras la formación académica tenían que trabajar fuera de Asturias y, en casos más extremos, fuera de España. Los nuevos emigrantes. «Cuando eliges estudiar Marina Civil no tienes más remedio que irte. Hay trabajo en los puertos, en tierra, pero son los puestos peor pagados», asegura el marino mercante de permiso estos días en su ciudad de nacimiento.

-¿Usted tenía vocación de marino mercante?

-La verdad es que no. Pero estuve el primer año, me gustó y decidí quedarme. Fue de rebote.

Marino mercante, oficial de máquinas. Un helicóptero recoge a los empleados del barco fletado por la compañía noruega que emplea a Mario Fernández y vuelan en dirección al navío. Se trata de un barco «supply offshore», es decir, uno de esos que no navega, que permanece quieto, una máquina a la que las olas del mar no le afecta. La explicación técnica es más compleja: los buques «supply» se dedican al abastecimiento de las plataformas petrolíferas, es decir, a llevar combustible, avituallamientoÉ Gracias a un sistema de posicionamiento dinámico el navío en el que trabaja Mario Fernández no sufre el devenir de los mares. «Nos obligan a firmar una cláusula de esas, muy americanas. No podemos contar qué es lo que hacemos», se explica el avilesino. Aun así logra decir que su barco tiene que sellar los conductos de las plataformas petrolíferas que se llevó primero el huracán «Iván» y después el apocalíptico y mediático «Katrina». Volar desde la costa y permitir a soldadores y otros técnicos cerrar los conductos del oro negro.

-Que luego desechanÉ

-Más o menos, cuando se sellan, ya no sirven y los dan por perdidos.

Dos huracanes casi seguidos y plataformas en el fondo del golfo de México. Lo que queda, aparte del sellado, es recoger el lío de hierros de donde sale la riqueza del sur de los Estados Unidos.

Mario Fernández lleva año y medio con los navieros nórdicos dedicados al «offshore». «Haces la carrera, terminas y al final te dan el título académico, pero no el profesional. Te falta un año práctico, es decir, un año embarcado», comenta. Mario Fernández pasó así sus primeros 12 meses bogando los mares, encerrado en la sala de máquinas, esperando alcanzar la categoría laboral que ostenta ahora, de cadete a oficial de máquinas. Dice que con la titulación profesional «no faltan ofertas de trabajo». Asegura que no es el titulado quien debe buscar trabajo: «Te llaman a ti». Antes de entrar en la empresa nórdica Mario Fernández navegó en ferries «ro-ro» y frigoríficos.

-¿«Ro-ro»?

-Son los buques que transportan mercancía rodada: coches, camionesÉ

Los titulados en la sección de máquinas pueden encontrar trabajo fuera del mar.

-En centrales térmicas, en mantenimiento de grandes superficiesÉ Pero lo que a mí me gusta es navegar.

Lo que dice Mario Fernández es que se decidió por la empresa noruega por varias causas: «Esperaba un sueldo y unas vacaciones buenas», confiesa. Y no se confunde. Tiene seis semanas de trabajo y seis de descanso. Cuando puede, Mario Fernández siempre vuela hacia Asturias.

Son cien los trabajadores del buque del avilesino. «Somos siete españoles», afirma. Mario Fernández está en el control de las máquinas, un complejo dispositivo informático, un montón de botones iluminados. «Todavía queda trabajo en el golfo de México», asegura. Mario Fernández está decidido a ir donde haya trabajo. Ahora es un avilesino al otro lado del Atlántico. ¿Mañana?