Manuel Francisco fue el primer habitador de este linaje que ocupó la casona que los hermanos García Pumarino edificaron en Avilés «que corresponde con la calle Rivero y la plaza pública de esta villa».

Era mayorazgo y señor de la casa de Ponte, en la parroquia de San Pedro de La Corrada del concejo de Pravia, donde probó nobleza como hidalgo en padrones de casa y solar conocido de armas poner y pintar.

Cuando se afincó en la villa erigió casa en el antiguo barrio de Sabugo (actual calle de la Estación), acolando en su fachada las armas de familia.

Manuel Francisco nació en la parroquial de La Corrada, del concejo de Pravia, el día 3 de abril de 1720, en cuya parroquial de San Pedro, fue bautizado. Casó con Francisca Arango Cuervo, nacida en Oviedo y bautizada en la parroquial de San Juan El Real, el 6 de octubre de 1718. La boda se celebró el 13 de junio de 1737.

Fueron sus padres Juan Alejos de Llano Ponte, natural de Castropol y bautizado el 26 de julio de 1700. Probó nobleza como hidalgo en 1751; su madre se llamó María de Sierra, nacida en Villademar, parroquia de Piloña, del concejo de Pravia, el día 31 de mayo de 1698. Casó con Juan Alejos, el 22 de enero de 1718, a la edad de 20 años.

Los abuelos paternos de Manuel Francisco fueron Juan de Llano Ponte, natural de Naveces, concejo de Castrillón, hidalgo en padrones de Avilés, en 1717, señor de la casa de Ponte, quien casó con Josefa Sanjuanjo, natural de Castropol, de cuya unión nacieron Juan Alejos, Gonzalo, Nicolás y Diego. Josefa murió el 8 de marzo de 1728.

Según Tirso de Avilés, teoría que comparte García Carraffa, un personaje de este apellido peleó, junto a Pelayo, en la batalla de Covadonga, el día de Arafa del año 103 de la hégira, o sea, el 28 de mayo de 722, según la autorizada opinión de Sánchez Albornoz; asistió a la elección de Pelayo como Rey de la incipiente monarquía astur y acompañó su cadáver, en unión de otros bravos caballeros, desde León hasta la Cueva de Covadonga, donde reposan sus restos mortales, desde el año 737.

El aludido Carraffa (tomo 73, página 134 de su Enciclopedia Genealógica) describe así las armas del linaje en el solar de Asturias:

«En campo de azur, una espada de plata guarnecida de oro, puesta en situación de palo, enfilada en un lunel de cuatro medias lunas de gules y acompañadas de cinco flores de lis de oro, puestas dos en cada flanco y una en punta. Bordura de sinople con ocho sotueres de oro, tres en jefe, dos en cada flanco y uno en la punta». (Escudo 65).

Por aquél entonces Avilés experimentaba un gran auge urbanístico: se configuraba la plaza mayor de la villa, presidida por el esbelto Ayuntamiento, para lo cual fue necesario demoler la obsoleta muralla que constreñía la villa. Los pingües remanentes de propios y arbitrios consistoriales mostraban su munificencia no sólo dentro, sino fuera del núcleo poblacional, como en los accesos, cual es el caso de «Los Canapés», por el camino de Oviedo.

Muchos acaudalados de los concejos limítrofes sintieron el tirón de la prometedora villa, para hacer ostentación de su riqueza. Unos de ellos, los hermanos Fernando y Rodrigo García Pumarino, oriundos de la parroquia de Manzaneda, en el concejo de Gozón, trataron de impactar a los avilesinos, como todos los indianos que hicieron fortuna en América, con sus reales de a ocho acuñados en Potosí. Para ello invirtieron en una morada «que sin osar llamarla palacio, no es aventurado afirmar que aquella mansión había sido construida por una persona principal para exclusivo uso y regalo. Exige la verdad que manifestemos, asimismo, que el arquitecto había dado pruebas de buen gusto al trazar el plano del edificio, pues sus proporciones no podían ser más elegantes y correctas».

Al edificio de piedra de sillería y de severas líneas arquitectónicas, se le conoció como «palacio de Pumarino».

Al morir éstos sin descendencia, heredaron la propiedad sus sobrinos por vía directa, Francisco y Joaquín quienes, previo acuerdo con Llano Ponte, permutaron sus respectivos inmuebles, según el acta notarial, debida a la gentileza del erudito cronista oficial de la villa, señor Ureña y Hevia.

«En la ciudad de Oviedo, a 22 de junio de 1774, ante mí el escribano y testigos presentes, personalmente el señor don Manuel Francisco de Llano Ponte, dueño, señor y mayorazgo de la casa de Ponte en la parroquia de San Pedro de La Corrada, concejo de Pravia y vecino, dueño y poseedor de las de la parroquia de Soto del Barco, en el propio concejo, dijo que bajo el permiso, beneplácito y aprobación del señor provisor y vicario general de este obispado, tiene tratado con don Francisco García Pumarino, presbítero de esta villa de Avilés, capellán de la capellanía titulada de Nuestra Señora del Pilar, Santo Toribio y Mogrovejo y San Rodrigo, fundada en su ermita particular de esta villa de Avilés, y don Joaquín García Pumarino, hermano de dicho capellán, patrono «in solidum» de la referida capellanía, por una casa propia incorporada en dicha capellanía que corresponde con la calle Rivero y plaza pública de esta villa, con su heredad y huerta a la parte de abajo o posterior de la misma casa, cede en permuta la casa que el señor otorgante acaba de fabricar a su misma costa y expensas en el lugar de Sabugo, extramuros de la misma villa, con su huerta a la parte de atrás de ella y 36 fanegas de pan de renta en bienes raíces, como son casa, heredades y prados, cuyos límites y demarcación los interesados y foristas especificarán en la escritura que se efectúe de otra permuta».

A raíz de entonces se la denominó «palacio de Llano Ponte». Aquí vivió con su familia Manuel Francisco, acompañado durante prolongadas estadías por su hermano Juan, obispo de Oviedo, quien por cierto, mandó derribar unos arcos contiguos, para que pudiera acceder su carroza episcopal. En él moró el hijo y heredero de Manuel, Rodrigo, segundo teniente de Reales Guardias Españolas, con su mujer María Antonia de Oviedo y Portal, mayorazga de Cutre, donde parió varios de sus hijos, hasta que falleció el 18 de abril de 1785; aquí murió Nicolás de Llano Ponte, caballero de Santiago, marido de Ventura Anacleta González Cienfuegos, hija de los condes de marcel de Peñalva, acompañado de sus hijos Rodrigo, Juan Nepomuceno, Antonio María y Nicolás Basilio.

Actualmente está convertido en el cine Marta y María, título de la obra del mismo nombre, del novelista asturiano Armando Palacio Valdés, que está enterrado en el cementerio de La Carriona, de Avilés.

Fernando Sotodosos Ramos es jubilado de Ensidesa aficionado a la investigación histórica.