Luanco, Illán GARCÍA

El concejo rinde homenaje a partir de la una del mediodía a dos de los personajes de Luanco «más queridos»: Serafín Pelayo, más conocido como «Misuri», el barquillero, y Herminio Fernández, «Herminión», el heladero. El Ayuntamiento colocará dos placas con su nombre en dos parques infantiles junto a la playa. Ambos pertenecen a este grupo de personas que serán recordadas por los siglos de los siglos por su buen humor y su trato con los luanquinos y veraneantes. «Eran el alma del verano», se oía comentar ayer en un bar de Luanco. Y así parecía ser. Los vecinos sólo tenían buenas palabras a la hora de hablar del heladero por excelencia y de Misuri, fallecidos en 1999 y 2006, respectivamente.

Herminio Fernández nació en Bañugues en 1929. Desde muy joven comenzó a repartir helados. «Venía de Candás tirando de un carro y siempre con una sonrisa», aseguró Chus Fernández, uno de sus hijos. «Siempre estaba bromeando. Cogía una galleta de corte de helado y les decía a los niños: "¡Tarjeta amarilla!" Al final se la acababa regalando». El heladero recorría cada una de las partes del concejo, de romería en romería, de fiesta en fiesta, y allí donde llegaba era bien recibido por todos los asistentes. «Los niños le ayudaban con el carro de helados en las cuestas», dice su hijo. Herminión venía andando desde Candás hasta Luanco y Bañugues para vender sus helados artesanos, pero su lugar preferido era la playa de Luanco. Allí entonaba una de sus rimas, que decía:

-¿Qué quieres?

-Un helado de limón.

-Ahí va un helado de limón pa un amigo de Herminión.

Según relata su hijo, como estas coplas tenía mil, y siempre conseguía arrancar la sonrisa a los veraneantes y turistas que se acercaban por su puesto de helados. Herminión era buen carpintero, según su hijo, y se hacía sus propios carros. «Siempre estaba haciendo cosas. Era una persona muy activa», destaca Fernández.

Su compañero de fatigas, Misuri, no era menos querido que el anterior. «No se puede hablar de mi padre sin hablar de Herminio. Eran como hermanos, estaban todo el día juntos», recuerda el hijo de Misuri, Cayetano Pelayo. Y es que Serafín Pelayo, o como a él le gustaba que le llamaran, Misuri, era otra institución en Luanco. Nació en Vega de Pas, en Cantabria, y aterrizó en Luanco hace más de 40 años. Después de cumplir el servicio militar, Misuri fue a Mieres a vender helados y coincidió con sus hermanos, que se iban a vivir a Avilés. Cogió las maletas y se fue con ellos, comenzando así las andanzas de barquillero.

«Salía en bici de Avilés para vender barquillos en Luanco, le gustó mucho y se compró una casa». Su carácter, según su hijo, era «social cien por ciento. Era muy cariñoso, no podía ver a un crío llorar. Su mayor satisfacción era ver sonreír a la gente», recuerda Cayetano. Pateaba todo el concejo repartiendo barquillos. Anécdotas tiene miles. Su hijo recuerda que solía llevar a la playa una bota de vino que llegaba a rellenar 20 veces en una mañana ofreciéndosela a la gente. «Todo el mundo lo probaba». Hace 40 años montó un bar en Luanco que lleva su nombre. Ahora lo regenta su hijo. Luanco recordará aún y para siempre a ambos personajes, a partir de hoy, en los parques anexos a la playa.