La Granda,

Diana DÍAZ

El compendio de musicólogos españoles que ha reunido el curso de la Granda «Teatro lírico en España. Siglos XIX y XX» acude al grito de socorro que el patrimonio musical español hace desde los cajones. El miércoles, los expertos pusieron sobre la mesa las trabas que minan el camino de la recuperación del repertorio, que según Iván Nommick, director de la sección artística de la Casa de Velázquez, se trata de «editar correctamente una obra musical».

Con el descubrimiento de nuevas obras musicales «se dignifica el repertorio hispánico y se enriquece el patrimonio cultural», aseguró Francesc Cortés, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona. El caso es que esta actividad resulta, en muchos casos, «desmoralizante», como acordó la mesa. María Encina Cortizo puso el punto de mira sobre la actitud cauta del musicólogo a la hora de recuperar este patrimonio musical. «Todavía hay una conciencia de que lo que la historia ha recuperado es lo que debe permanecer y lo que no, que se quede en el archivo», comentó la profesora de la Universidad de Oviedo.

Mirando atrás, hacia las tres generaciones que ha vivido la Musicología, Cortés destacó el gran volumen de publicaciones que se han llevado a cabo en España en comparación con otros países europeos «contando, además, con menos medios para ello», afirmó el experto. Al descubrimiento de las fuentes -a veces en los lugares más inhóspitos-, su estudio y transcripción, han de sucederle «la interpretación, la grabación y la escucha», sentenció Francesc Bonastre, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona. «¿Y publicamos todo o sólo lo que creemos con valor musicológico?», preguntó abriendo un nuevo debate.

Cortés, por su parte, manifestó: «El problema es que el país permanece sordo», en alusión a la falta de sensibilidad por parte de las instituciones y patrocinadores hacia la investigación musical. Sus palabras provocaron la afirmación al «unísono».

Y es que la difusión de las obras, tras el trabajo de recuperación, es igualmente necesario. «Tras la labor de equipo que supone la reconstrucción, tenemos que convencer de que aquello suena, y ahí entran agentes más difíciles de controlar», explicó Cortizo. El francés Nommick, uno de los más refutados hispanistas, resaltó al respecto «la falta de proyección de la música española en el extranjero, cuando la calidad de muchas obras supera a otras que forman parte del repertorio habitual».

La importancia de la escena, además de la necesidad de adaptar las obras para piano y orquesta, fue uno de los puntos destacados en pro de ese acercamiento de las nuevas obras al público, que, según Antonio Martín Moreno, profesor de la Universidad de Granada, responde a «unas pautas sociales de las que no nos podemos desligar desde el siglo XIX».

«No queda más remedio que cambiar el "chip"», aseguró Martín Moreno, quien piensa que la mentalidad del musicólogo ha de tener en cuenta que, «en el momento en el que la música se puede comercializar, pierde ese concepto serio y occidental del teatro y la sala de concierto». E ahí otro momento clave del coloquio: los adelantos en los soportes sonoros. «La música vive de acuerdo con la sociedad, y vivimos doce horas al día rodeados de música», dijo el granadino, quien añadió: «La música nos afecta, porque el hombre es un ser musical».