L. M. A.

Mariví Monteserín repite. En su vida, repetir ha sido una constante, incluso aquella vez que la presentaron en la lista del Senado y no salió. Pero de eso, seguramente, ni se acuerda. Ahora ha revalidado su escaño de diputada nacional por Asturias después de una larga trayectoria política. Tan larga que en 1983, tras dejar a medias los estudios de Magisterio, se convirtió en la concejala más joven de España y permaneció en el puesto durante dieciséis años. Los avilesinos la identificaban tanto con el Consistorio que más de uno llegó a preguntarse si había nacido allí.

Pero no. Mariví Monteserín, aunque avilesina de adopción, nació en el concejo de Illano. Pasó por la dirección de la FSA y fue elegida en 2004, por primera vez, diputada después de un meritoriaje en Madrid como activista contra la guerra de Irak. En el Congreso ha participado en la tramitación de las leyes de igualdad y en contra de la violencia doméstica y de género, interviniendo allí para defenderla. En la pasada legislatura fue portavoz socialista de la Comisión de los Derechos de la Mujer.

Lamentablemente, cada vez son más las mujeres que mueren a manos de hombres. Monteserín reconoció recientemente en una entrevista publicada por este periódico que este tipo de asesinatos son difíciles de erradicar con rapidez. Y explicó que cuando las mujeres, haciendo uso de su libertad, rompen con sus parejas ponen en riesgo la vida si lo hacen en solitario, sin recurrir al sistema, a la familia o a los amigos.

Monteserín es en estos momentos una política curtida en mil batallas y seguramente valiosa para el partido, que sigue depositando su confianza en ella, elección tras elección. Como le ocurre a otros muchos compañeros suyos, en el Parlamento no se la identifica demasiado con el lugar de origen. Y tampoco en el lugar de origen se la relaciona con el Parlamento. Pero eso es el producto de una circunstancia política generalizada que desvincula al pueblo soberano de sus representantes.

La diputada que repite no tiene la menor simpatía por su homóloga del PP, a la que trató en unas declaraciones con cierto desdén por la actitud descalificante de Rodríguez Maniega hacia los socialistas. Tampoco es que Maniega beba los vientos por Monteserín; de hecho manifestó que de salir elegida sería la primera diputada en representar Avilés, porque, según ella, la socialista no había hecho nada por la ciudad. Sin embargo, las primeras declaraciones de Mariví Monteserín, el domingo, después del amplio triunfo socialista, fueron que el resultado obligaba a trabajar todavía más por Avilés.

En enero, recalcó en una entrevista con este periódico que Avilés será una de las ciudades «más bonitas» de España cuando se resuelva el problema de las vías del tren y se construya el Centro Cultural Niemeyer. «Pasará de haber sido la ciudad más contaminada a ser una de las más hermosas, con una oferta muy interesante para el avilesino, para los asturianos y para quien venga a visitarnos». No se sabe si Mariví Monteserín ha decidido seguir viviendo estos cuatro años que vienen en Madrid o si, en cambio, lo hará en Asturias. No fue posible ayer, después de intentarlo repetidamente, hablar con ella para saber estas y otras cosas.

En los últimos meses, semanas, días y horas antes de las elecciones, Mariví Monteserín supo repetir el mensaje que supuestamente le ha hecho más daño a la candidatura asturiana del PP, recordando que Gabino de Lorenzo sólo tenía ojos para Oviedo y que si quería representar a todos los asturianos debía desdecirse de los agravios hacia otros lugares. Hay quien dice que ese mensaje caló.

El último reconocimiento local hacia la diputada fue el premio «Piñata», por su apoyo al Carnaval.