La persona más querida me regaló las primeras palabras que leí de Andrzej Stasiuk (Varsovia, 1960), que siempre pretendió un libro sobre la luz, porque, como él mismo escribió, no hay nada que recuerde tanto la eternidad. Y esa eternidad está en una preciosa novelita, «El mundo detrás de Dukla», dedicada al pueblo que le vio crecer y que le valió a Stasiuk ser declarado el mejor prosista polaco en 1999. En España cuenta con una traducción de Elzbieta Bortzkiewicz y del avilesino Juan Carlos Vidal, que fue director del Instituto Cervantes en la capital de ese entrañable país que es Polonia. «Siempre quise escribir un libro sobre la luz. No soy capaz de encontrar nada que me recuerde más la eternidad. Nunca he sido capaz de imaginar cosas que no existen. Siempre me ha parecido una pérdida de tiempo, al igual que la obstinación por encontrar lo desconocido, algo que, al fin y al cabo, es como un puzle de viejos y bien conocidos asuntos en una versión ligeramente reciclada. Los acontecimientos y los objetos, o bien desaparecen o bien se disgregan bajo su propio peso, y si los veo y los describo es sólo debido a que fraccionan el resplandor, lo moldean y le dan unos contornos que somos capaces de comprender». Deslumbrante.

Todo lo que tenido oportunidad de leer de Stasiuk es memoria y poesía. Y viaje, que a fin de cuentas viene a ser lo mismo desde el momento en que uno se dispone a desandar lo andado por las cunetas del recuerdo. La Europa del escritor polaco es la Europa de la trastienda, la de los perdedores o del olvido que va de Polonia a Hungría o de Rumanía a Eslovenia, la vecindad pobre de un patio mucho más grande en el que está costando demasiado trabajo comunicarse de una ventana a otra. Esa Europa que traza a compás en «Cuaderno de bitácora», ensayo con el que compartió lumen con Yuri Andrujovich, novelista y poeta ucraniano de la misma generación. «La línea cruza aproximadamente Brest, Rowno, Chertnowtsy, Cluj-Napoka, Arad, Szeged, Budapest, Zilina, Katowice y Czetochowa, y termina en el mismo lugar en que comienza, es decir, en Varsovia, hay un trozo de Bielorrusia, un buen tajo de Ucrania, vastas y perfectamente equiparables extensiones de Rumanía y Hungría, casi toda Eslovaquia y un retazo de Bohemia. Bueno, y también una tercera parte de mi patria. Quedan fuera Alemania y Rusia, lo cual me causa sorpresa, pero también un discreto alivio atávico». De eso mundo, escribe Stasiuk, no entenderán demasiadas cosas los muchachos desde los «thunderbolts» que bombardearon Serbia. «A fin de cuentas, para alguien que vive en América y durante toda su vida ha tratado sólo con americanos, la idea de que puedan existir países vecinos que, aunque extranjeros, no lo son del todo, es como el dilema insoluble de la transubstanciación de la Pepsi Cola y la Coca-Cola».

Andrzej Stasiuk ha vuelto años después a surcar las fronteras de esa Europa olvidada, de un pueblo a otro, para detenerse en las sombras y explicar, por ejemplo, por qué algunos guardias fronterizos no le estampillan los sellos en el pasaporte. «¿Cómo será el sello de Moldavia?», se pregunta en «De camino a Babadag». Y reflexiona sobre la pereza de esos guardias de guerrera desabotonada y de palillo entre los dientes, que quienes hemos viajado alguna vez por la trastienda europea sabremos reconocer. Y los que no, tendrán su imagen por los tebeos de Tintín. «Los hay distraídos, como aquel esloveno del paso de Hodos que se obstinaba en preguntarnos cuántos dinares llevábamos, pues se le había ido de la cabeza que desde hace diez años su país ya no era Yugoslavia. O extrañados, como aquel griego de Corfú que no podía creerse que hubiéramos pasado dos semanas en Albania por gusto y estuvo mirando nuestros gayumbos al contraluz, buscando la solución al incomprensible misterio», cuenta.

Una prosa luminosa y poética la de Andrzej Stasiuk. «Otra vez es de noche y todo se aleja, desaparece, cubierto por el cielo negro», escribe en su último libro traducido al español. Y tras la oscuridad vuelve la luz.

Bibliografía

«El mundo detrás de Dukla», Andrzej Stasiuk, El Acantilado.

«Mi Europa», Yuri Andrujovic / Andrzej Stasiuk, El Acantilado.

«De camino a Babadag», Andrzej Stasiuk, El Acantilado.