De nuestro corresponsal,

Falcatrúas.

D. Cheluís empezó con buen pie como médico de Bildeo porque, afortunadamente, lo primero que hizo cuando aterrizó aquí fue dar unas vueltas por el pueblo, saludando, dándose a conocer, o lo que es lo mismo, intentando conocer a los vecinos. Su padre le había dicho que la confianza era la mitad de la medicina que tendría que administrar. Si daba menos confianza, tendría que compensarla con más botica, mal asunto. También le dijo que se curara de espantos, que la realidad supera la ficción y que estuviese preparado para cualquier cosa. D. Cheluís le cogió el punto a la gente enseguida y en Bildeo lo consideran uno más y lo quieren.

Al poco de empezar a pasar consulta, recibió la visita de un vecino, un hombre bastante mayor, de buen aspecto, que entregó su tarjeta sanitaria y tomó asiento. Era Genaro, al que llamaban el Sereno.

-¿Qué le trae por aquí, Genaro?

El hombre se quedó mirando al médico, sopesando lo que iba a decir. Después de haber trabajado cuarenta años de vigilante nocturno en Madrid, algo se le había pegado del oficio, por eso solía mirar serenamente y por eso mismo le espetó al galeno con gran tranquilidad:

-Pues que llevo una temporada pensando que no merece la pena seguir viviendo.

-¡Hombre, Genaro, eso resulta un poco fuerte! Usted, por su aspecto, parece disfrutar de una salud que otros quisieran tener a su edad.

-No quito ni una coma, la procesión va por dentro. Primero tuve que dejar de beber, porque el vino que tomaba, que tampoco era tanto, según el médico anterior a usted era malo para alguna de las goteras que tengo. Luego dejé de fumar, porque el tabaco me afectaba a los bronquios. Las ganas de enredar con les muyeres no hizo falta que me las quitara ningún médico, quitáronseme ellas solas. Y digo yo, ¿A un paisano abstemio, absfumio y absjodio, qué le queda?

El médico puso cara de comprender, evitando a toda costa el cachondeo, mientras pensaba cómo levantar un poco el ánimo de Genaro, que esperaba respuesta.

-Hay muchas cosas que no es que vayan a sustituir lo que se perdió, pero que nos ayudan a llevar la vida con cierto optimismo.

-¿Optimismo? Optimismo ye llevar uno colgando y el otro lo mismo. Si quisiera consuelo iría a ver al cura.

-Genaro, sinceramente yo no lo veo a usted con problemas existenciales. ¿No está restaurando su casa, la casa que fue de sus padres? Pues eso es algo grande que yo no tengo y que no podré dejar a mis hijos como usted a los suyos. Además, siempre está haciendo cosas, limpiando las fincas, arreglando las paredes, plantando árbolesÉ Usted lo que está es cansado.

-Puede que tenga razón, a lo mejor necesito unas vitaminas.

-Hablando de vitaminas, déjeme que le cuente una historia que le pasó a un colega mío, que estuvo de médico en Avilés. Vino un conocido de la edad de usted a su consulta, diciendo que estaba débil, que no podía con el alma. Lo reconoció, no le encontró nada de particular y acabó por recomendarle que fuese a ver, de su parte, a un pariente que tenía una bodega en un pueblo de León y que le pidiese una barrica de 75 litros de vino especial de la casa. «Una vez la barrica en casa, tome un vaso por la mañana, otro por la tarde y haga vida normal». El paisano hizo lo que le dijo el médico, compró la barrica, trájola pa casa y empezó a beber los dos vasos de vino diarios, como si fuera un medicamento de la farmacia. Al cabo de una temporada, sin que el paisano volviera a la consulta, se encontró por la calle con el médico, que le preguntó cómo se encontraba. «Perfectamente. El día que compré la barrica, no podía con ella, pero ahora, cuanto más bebo de ella menos trabajo me cuesta levantarla. Estoy hecho un mulo. Muchas gracias por el tratamiento».

-Don Cheluís, ¿va a recetame que tome vino?

-Pruebe usted, pero ya sabe: poco y bueno.

Genaro marchó mejor de lo que entró. D. Cheluís se prometió a sí mismo ir a poner una vela a los santos Simeón y Tolomeo, patronos del lugar, para que sus superiores no se enterasen de este tipo de recetas. En todo caso, no se arrepentía de lo dicho y la salud se puede administrar de varias maneras: a la occidental, con mucho remedio químico; a la oriental, con mucha meditación, y a la de Bildeo, con buenos alimentos, trabajo para sudarlos y un poco de conversación. Todas esas modalidades sirven, si los pacientes salen beneficiados.

Para ir al meollo: www.bildeo.org

Seguiremos informando.