Vicky Gastelo (Torrelavega, 1975) ha pulido tablas y ahora empieza a asentarse en el sueño de poner voz a sus propias canciones. Artistas como Malú, Marta Sánchez y Mónica Molina ya han cantado temas de esta compositora que hoy, a las 23.00 horas, estará en el Don Floro. «Algún día las canciones valdrán para mí», se decía Gastelo. La compositora y cantante cántabra actuará en formato acústico, a dos guitarras, junto a Toni Brunet. El disco «Ahórrate las flores» está actualmente en el punto de mira. Los entendidos dicen que la chica promete.

-Dicen que cada una de sus canciones sorprende.

-Eso espero. Me preocupa que cada canción tenga su propia personalidad. No es que huya de etiquetas. Tampoco tengo prejuicios. Aunque antes que cantautora prefiero que me consideren músico. Me gusta escribir, tocar y cantar mis canciones. Puedo tratar temas sociales, pero sin sentar cátedra. Mi propósito sólo es hacer buenas canciones.

-Sus comienzos empiezan a asentarse. Es recomendada sobre el escenario por nombres importantes.

-Agradezco las oportunidades que me han dado de compartir tablas Quique González, «Nacha Pop» o «Los Secretos», porque es gente que conoce lo duro que son estos comienzos. Me están ofreciendo balcones que me allanan el camino para llegar al público. Porque lo más importante en la música es llegar a la gente y, además, conseguir el respeto de tus compañeros.

-Gastelo es...

-Una trabajadora nata, como cualquier otro profesional. Una curranta muy honesta con ella misma y con lo que hace. Quiero llegar a donde llegue, pero a mi manera.

-De su boca, ¿cuál es su historia?

-La de una chica que empezó a tocar en el instituto y, tras ganar un par de concursos en Cantabria, mandé una maqueta a Madrid, pero mis padres no me dejaron seguir adelante con mi sueño. Y se lo agradezco, necesitaba tener más madurez. Cuando terminé la carrera mandé otra maqueta. Sony me la cogió, pero fue directamente al cajón porque era el «boom» de la piratería y de «Operación Triunfo». Cinco años después chupé tablas en Madrid. Conocí la industria musical y a gente que confió en mí. Así nació mi último disco, que es autoeditado y con el que estoy logrando grandes resultados.

-Entonces, ¿qué significa el éxito para usted en la música?

-Es el momento en el que estoy. No es necesaria ninguna multinacional detrás para hacer lo que quieres en la música. A mí me está costando más llegar al gran público que al par de multinacionales que se fijaron en mí. Mi objetivo no es salir en las radiofórmulas, sino vivir de la música, una profesión que no sabe de sueldos fijos, sino de hacer canciones. Es alucinante curar tus heridas con canciones y, todavía más, que esos temas sirvan a la gente para curar sus propias heridas. Eso no se paga con dinero. Digamos que he contraído matrimonio con la música, para lo bueno y para lo malo.

-El caso es no quedarse como una artista de una canción.

-Quizás a los cantantes les pase eso más porque no depende de ellos muchas veces el repertorio. Como dijo Miles Davis, «los discos no se terminan, se abandonan». Por suerte, la gente que se me acerca tiene opiniones dispares sobre sus canciones favoritas del disco.